El derecho a la Ciudad en una carta postal – Crónica de la quinta edición de la Biennale de Marrakech, por Afribuku

10/04/2014 | Bitácora africana

Autora invitada: Susana Moliner Delgado*

¿Dónde estamos nosotros ahora? Con esta amplia y al mismo tiempo compleja pregunta-marco nos desafía la quinta edición de la Biennale de Marrakech.

Unos de los artistas seleccionados por la Biennal me confesó sus dudas cuando supo de la temática a la que tal pregunta intenta dar cabida. Comprendía a qué se referían con el “dónde” pero no le quedaba tan claro quién estaba dentro de ese “nosotros” al que apela esta edición de la Bienal.

La duda acerca del “nosotros” puede que tenga relación con la desconexión que este evento (una bienal iniciada en 2005 por la coleccionista inglesa Vanessa Branson, propietaria del Riad El Fenn y centro operativo del equipo de la Bienal) ha tenido desde sus inicios con la ciudad y por ende con la escena artística marroquí.

El evento se había caracterizado en sus cuatro últimas ediciones por la muestra de propuestas variopintas y herméticas (todavía se recuerda el helicoptero al revés de Alxander Ponomare) dirigida exclusivamente a un público internacional que venia de medio mundo. Una cita que se parecía más a un intento de dar un toque arty a la carta postal de la ville rouge. Una Bienal que se sentía, por parte de los artistas marroquís (solo había tres de ellos en la última edición) y en mayor parte por la ciudadanía, como una apuesta de corta y pega que daba claramente la espalda a la ciudad.

Ese “dónde” en el que quiere bucear este año la Biennal está situado en una de las zonas más turísticas de Marruecos, cruce de caminos con el gran sur. Una ciudad que sufre una desarrollo urbanístico sin igual y que tiene una obsesión por fijar su lado de ciudad encantada y misteriosa para el fácil etiquetado de destino turístico. Un escenario de lujo oriental a buen precio que se traduce en una estancia en un Riad de la Medina o en los Hoteles gigantes que rodean la ciudad, en una sesión de Hamman, en tomarse un zumo de naranja o un té en la plaza de Xemáa-el-Fná, pasearse en carroza o tatuarse un bonito dibujo de henna. Una bonita postal que cada vez produce más asfixia y hace languidecer la creatividad social y artística de Marrakech.

Frente a este contexto de un “dónde” hueco y un “somos” excluyente, la quinta edición de la Bienal se posiciona como un claro desafío para Alya Sebti, directora artística, y su equipo. Una edición que quiere explícitamente salir fuera y conectar con ese “nosotros” que comparte y construye realmente el día a día de la ciudad. Un desafío pues encargado de encontrar la complicidad de sus habitantes y los agentes culturales de la escena contemporánea marroquí e internacional para transformar la Bienal en un verdadero espacio de encuentro e intercambio de creadores.

sa apuesta se traduce en la selección de obras realizadas específicamente para la ocasión en más de treinta espacios de la ciudad. Gran parte de los artistas seleccionados son jóvenes marroquís con apuestas comprometidas y accesibles. Ese aspecto generacional y geográficamente diverso (muchos de ellos viven fuera de Marruecos) ha dado pie a que aprovecharon esta Bienal para encontrarse y confabular futuros proyectos.

Los espacios que eligió el comisario Hicham Khalidi para exponer los trabajos de los artistas son muy conocidos y populares: el museo de las Artes Marroquíes, la antigua agencia del Banco Al-Magrihb en la plaza Xemáa-el-fná, el Palacio Baddi o el edificio modernista L’Blassa recuperado para la ocasión en Gueliz.

Entre las propuestas más interesantes cabe destacar las majestuosas esculturas con material de deshecho de Max Bouhfathal en el Palacio Beddi; el motor de Eric Van Hove realizado por 55 artesanos marroquís en el Banco Al-Magrihb; la performance de Bouchra Ouizguen con una quincena de mujeres de todas las edades delante de la estación de tren; las intervenciones de varios colectivos de artistas y African Labs en el edificio Blassa, la propuesta de arte sonoro “If you’re so smart, why ain’t you rich” sobre la relación economía-conocimiento, propuesta por el intrépido equipo de comisarios Bonaventure Soh Bejeng Ndikung y Pauline Doutreluingne mostrado en la Escuela de Artes Visuales o la propuesta de Trankat Episode #1 con los artistas Jordi Colomer y Moussa Sarr, en dialogo con los artistas marroquís: Simohammed Fettaka, Mohssin Harraki y Youssef El Yedidi

Asimismo, hubo tres obras que reflejan bastante bien ese intento de anclarse en la ciudad, problematizar el modo de mediación y visibilizar el proceso de mutación de la sociedad marroquí en el que se queria embarcar esta edición de la bienal.

La primera la instalación SOUTA/Trendsensitive de Hamid el Kanbouhi, una intervención en tres habitaciones continuas en el sótano del Banco Al-Magrihb. En la primera, antes de entrar, espera un señor mayor repartiendo cartas de la baraja española. Con la carta en la mano, se accede a una sala con una multitud de zapatos de mujer tras una valla de hierro. En la segunda habitación, con los muros pintados de personajes vestidos “à la marocaine”, se puede encontrar a un chico vestido de Sota dando vueltas a una especie de fuente cubierta de materiales de colores. Antes de entrar en la última sala, pasamos por una “célula de control” en el que unos chicos “locales” increpan al visitante proponiéndole la venta de cigarrillos sueltos. De esta forma, se adentra el visitante en la última sala, pintada a rayas, donde dos chavales, podemos estimar tan locales o más que los que había en la entrada, sirven té. Al querer pagarles o saber si hay que hacerlo, los chicos responde solo en darija, árabe dialectal, dejando al espectador aturdido ante tanta “realidad local”

Una instalación en el que la localidad se convierte en la norma y el visitante de “arte contemporanea” se siente extrañado y fuera de lugar. En conjunto, una preciosa experiencia de Hamid el Kanbouhi que explicita y experimenta en primera persona la reformulación de las reglas del arte, del dentro y el afuera, a la vez que juega con lo tópicos de alta y baja cultura.

Otra propuesta que, de forma fresca y directa, trata de la metamorfosis que se esta produciendo en la sociedad marroquí, es la performance titulada “Grosse Tête”, de Yassine Balbzioui. Una propuesta realizada en uno de los espacios al aire libre del Palacio Bedi, que sigue profundizando en la investigación de Balbzioui de la máscara como metáfora de los dobleces de la sociedad contemporánea, y especialmente de la marroquí. En “Grosse Tête” el artista vestido con un impoluto mono blanco va añadiendo angustiosamente elementos a su cabeza: cables, cartón, pintura confeti, periódicos…, hasta apenas hacerse visible su rostro.

La pieza, de alrededor de 20 minutos, contó con un público diverso que siguió con intensidad el proceso de capas superpuestas sobre la cara del artista, capas que luchan por sumarse a un cuerpo que resiste e intenta respirar, vivir por él mismo. Una agonía que traduce una ciudadanía en constante redefinición y a su vez recoge la tensión del artista por dar voz a esa esquizofrenia de voces que se produce en su sociedad.

Por último, destacamos la magnifica inicitiva “here.now.where?” del colectivo Saout Radio formado por Younes Baba-Ali y Anna Raimondo. Un proyecto que recoge las obras sonoras de 80 artistas internacionales emitidas en taxis de la ciudad. Las piezas se reparten en cada taxi en torno a un concepto: desde el taxi 1º con el “A través”, el taxi 2 con “Hacia”, el 3º con “Aquí” o el 4º con el “Ahí”, y así hasta nueve taxis. Todo la información, junto con el número de teléfono del taxista y las piezas presentadas en cada uno están explicitadas en un folleto que se encuentra en los diferentes espacios de la Bienal. Asimismo, cualquier ciudadano podía encontrarse dentro si el azar hubiera permitido que al parar un taxi fuese por casualidad uno de los integrantes del proyecto.

Además del interés de los trabajos presentados, resalta la labor del taxista como mediador y el propio taxi como dispositivo de transporte interno, a través de la escucha de la pieza, y externo, trayéndonos a diferentes puntos de la ciudad. Un enlace entre lo local y lo internacional, y una apuesta por modos de mediación locales que hagan redescubrir el arte sonoro a los habitantes y los visitantes de la bienal, además de darle un carácter útil y concreto al dispositivo artístico.

Sin embargo, aun con estas propuestas, la apuesta de hacer una bienal más inclusiva y capaz de generar contextos de posibilidad ha terminado resultando tímida. En gran parte por el peso de un arte entendido como forma de distinción social, reflejado en aspectos tales como la falta de gratuidad en las entradas a los espacios expositivos, por la escasez de encuentros entre profesionales o por la elección tan poco afortunada de realizar los debates en el Sofitel, un fastuoso hotel de cinco estrellas.

Aun así parece como si por fin se hubieran podido abrir algunas grietas interesantes en esa forzada postal de la ciudad. Pequeños agujeros de fuga que reivindican el derecho a la ciudad. Veremos, ishallah, si eso se traduce en una verdadera Jamaa (expresión en árabe que designa el lugar del diálogo para la comunidad). Una Jamaa en la que “el dónde” y “el quién” estén en constante proceso de negociación, generando, de esta forma, espacios inacabados y generosos capaces de ser re-apropiados y transformados por la ciudadanía.

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*Susana Moliner Delgado se dedica a la producción y gestión cultural, con énfasis en artes digitales y prácticas ciudadanas en el continente africano. Entre sus proyectos destacan: Africa Light, Rose des Vents Numériques, la primera edición del Festival Pixelini en Bamako o la tercera edición del Festival Afropixel #3 en Dakar. Actualmente está trabajando en la cuarta edición del Festival Afropixel que tendrá lugar en mayo de 2014 en el marco de la Bienal de Dakar, y forma parte del colectivo de comisariado La Companyia.

Original en: Afribuku

Autor

  • afribuku

    Afribuku pretende hacer descubrir y reflexionar sobre manifestaciones culturales africanas contemporáneas de interés, divulgándolas a través de esta página y de las redes sociales. En África existen numerosas propuestas artísticas de excelente calidad que permanecen ocultas a los ojos del mundo. Es necesario que todos aquellos que creemos en una visión más realista y honesta de África tratemos de que la comunidad iberoamericana se familiarice y comience a disfrutar de la gran diversidad que ofrece este continente.

    @afribuku

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