En los últimos días se han sucedido noticias y acontecimientos contradictorios acerca del destino de Meriam Ibrahim, la mujer sudanesa que ha sido acusada de haber abandonado el Islam y que había sido condenada a muerte una vez que hubiera destetado a su hijo recién nacido en cautividad. El sistema sudanés se ha retratado perfectamente con los bandazos que ha dado este caso. Después de que el juicio y la posterior condena a muerte de Meriam atrajera la atención internacional, no se han atrevido a continuar con la sentencia condenatoria, ya que sabían que los ojos de todo el mundo estaban pendientes de la resolución judicial del tribunal de Jartum. Llegado el momento se le conmutó la sentencia y se la dejó libre. Sin embargo, lo que parecía una historia con final feliz no ha sido así. Cuando esta mujer había decidido poner tierra por medio y reunirse con su marido en el extranjero, donde pudieran comenzar una nueva vida en libertad, las fuerzas de seguridad se apresuraron a impedir que pasara por los controles aduaneros y la arrestaron en el mismo aeropuerto. Ahora mismo se encuentra en la embajada americana y desde allí se negocia que pueda salir de una vez del país imagino que para no volver nunca.
El régimen del Jartum es un maestro en el arte de confundir y engatusar a la comunidad internacional. Si desde los años de la guerra civil podía aparentar un compromiso ineludible con la paz mientras cometía crímenes contra la humanidad, ahora que la guerra teóricamente ha terminado con el sur, otro conflicto de baja intensidad asoma en la región del sur Kordofán, donde los aviones gubernamentales siguen atacando posiciones donde creen que se puedan encontrar los “rebeldes nuba”. En ese afán, el gobierno incluso ha atacado varias veces hospitales debidamente señalizados como tales, violando leyes humanitarias internacionales y estas acciones han tenido lugar en la más absoluta impunidad, con un inexistente eco mediático internacional y sin que nadie haya tomado medidas o haya amenazado diplomáticamente al gobierno.
Jartúm, cuyo régimen islamista cumple en estos días su 25º aniversario, lleva todo este tiempo jugando con dos barajas, es un verdadero encantador de serpientes que consigue burlar los cuestionamientos y el control de países terceros y de ciertas instituciones al mismo tiempo que hace posible que las críticas o las acciones de organizaciones de Derechos Humanos pasen completamente desapercibidas. Afortunadamente, con Meriam esto no ha pasado… pudieron quitarse de en medio la presión internacional cuando conmutaron la sentencia de muerte y, una vez que se bajó la guardia y el tema comenzaba a remitir, volvieron a la carga y arrestaron a la mujer. Son perfectamente conscientes de las volubles dinámicas de nuestro mundo y más aún de la volatilidad de sus mensajes y campañas tecnológicas. Lo que hoy está en boca de todos y es de rabiante actualidad (pregúntenselo a las 200 chicas de Nigeria) puede caer en el peor de los olvidos cuando el público se “cansa” o relega temas ya manidos al tercer grado de la atención mundial.
El destino de Meriam hoy sigue siendo incierto. Ojalá que haya todavía quien mantenga la llama ardiendo y se pueda cerrar una vez por todas esta flagrante violación de los derechos humanos, perpetrada una vez más por un régimen que, aunque parezca inverosímil su existencia 25 años después, sigue haciendo de la intolerancia su más preciada bandera.
Original en : En Clave de África