Gloriose Niyonsaba ejemplifica perfectamente la terrible realidad a la que muchas mujeres tienen que hacer frente en Burundi. Amenazada de muerte por su familia política por no haber dado a luz más que a niñas, se encuentra actualmente desplazada en Karuzi, a más de 150 kilómetros de su lugar de residencia, Makamba.
Cubierta de polvo rojizo, vestida con prendas usadas y con los pies descalzos, Gloriose sobrevive en el Centro de desarrollo familiar y comunitario (CDFC), donde ha encontrado refugio temporal desde hace varios meses junto a sus tres hijas. El reto diario de Gloriose consiste en encontrar algo con lo que alimentar a sus hijas.
Una pequeña sala de 2 metros cuadrados con una lona en el suelo es su sitio para dormir y guardar sus escasas pertenencias: una olla, un bidón y un puñado de prendas amontonadas en el suelo. Este pequeño espacio es, junto a algunos kilogramos de arroz que una vez recibieron de la CDFC, la única ayuda de la que disfrutan. Sus ingresos se limitan generalmente a la caridad y a la remuneración de pequeñas tareas como la lavandería o el trabajo en el campo.
Gloriose vivía con su marido, jornalero en Tanzania, y sus hijas desde hace 6 años. Pese a que regularizaron su unión hace apenas unos años, las amenazas y el maltrato por parte no solo de su marido, sino de la familia de este eran una realidad cotidiana desde hacía varios cursos, hasta que en 2018 decidió huir de su hogar después de que el nacimiento de su tercera hija conllevase un recrudecimiento del acoso.
Esto tuvo que ver también con la encarcelación de su pareja en julio de 2018, acusado de haber maltratado con extrema violencia a su mujer y sus hijas, lo que provocó que las amenazas de muerte por parte de su familia política se volviesen incluso más recurrentes. En su ruta hacia Karusi, su provincia de nacimiento, pasó importantes penurias durmiendo a menudo en el campo. Al llegar, su propio padre la rechazó tras haber vendido todos sus terrenos y haberse instalado con otra familia.
Por su parte, su familia política sigue tratando de desacreditar a Gloriose, y pide una separación tomando como argumento principal el sexo de los hijos de la pareja. De hecho, según algunos de estos familiares, todo se trata de un complot cuyo objetivo último es el de desacreditar a la familia, hasta el punto de que justifican la violencia como disputas banales en el seno del hogar.
El administrador de la comuna donde Gloriose se aloja ahora mismo afirma que reciben muchos casos de personas en situaciones similares, y que la mejor opción para las víctimas es la de trasladar su queja al municipio en cuestión para defender sus derechos. La desatención por parte de las autoridades representa un obstáculo a la hora de garantizar un desenlace positivo de la situación.
En cualquier caso, una operación para devolver a esta mujer a su hogar entraña muchas dificultades. El CDFC carece de los medios tanto para garantizar que Gloriose y sus hijas lleguen a su localidad de origen como para asegurarse de que una vez allí disfrutarán de los derechos que les corresponden. La falta de efectividad del ministerio de la Solidaridad y de la administración en general hace difícil prever si finalmente se implementará alguna medida para la protección en un caso de violencia de género como este.
Fuente: Iwacu. Les voix du Burundi
[Traducción y edición: Álvaro García López]
[Fundación Sur]
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