Malí se encuentra aislada a causa de la violencia. El turismo, vital para el país, ha desaparecido.
¿Qué ocurre en Malí?
El país lucha por erradicar un movimiento islamista que se fortalece y se ha expandido desde el norte del país, a partir de 2015. Tres factores juegan en la inseguridad de los ciudadanos: los militantes islámicos, los dozo (cazadores tradicionales que han formado milicias de autodefensa, al parecer armadas por el ejército) y el ejército mismo. Mucha gente huye de unos u otros y se refugian en campos de desplazados. La etnia más atacada parece ser la de los fulani, gente tradicionalmente pastoril.
¿Por qué se sienten atacados los fulani?
Por la sospecha de que algunos de ellos cooperen con la yihad islamista. Durante una redada en junio de 2018, los hombres dozo rodearon una aldea en la región de Mopti, separaron a los del grupo étnico Fulani de otros aldeanos y mataron a 32 de ellos.
¿Qué decir de los islamistas?
Los militantes islamistas crecieron en audacia y violencia, causando grandes pérdidas entre las fuerzas de seguridad de Malí. Los civiles que vivían en su área de control de repente se vieron sujetos a nuevas leyes no oficiales, impuestas por los yihadistas. La capital Bamako se ha visto inundada de campos de chabolas, donde los pastores fulani y sus familias viven en barrios marginales, huyendo de la violencia. Muchos jóvenes han huido. Otros han aprendido a vivir bajo el yugo de esos nuevos legisladores, que cerraron escuelas, prohibieron la música, impusieron un estricto código de vestimenta e impusieron sus propios impuestos. «Si obedeces sus reglas y pagas sus impuestos no te dan problemas», dice el jefe de un poblado.
¿Y el ejército?
En 2018 comenzaron las detenciones por él ejército, que, “nos ha hecho más daño” -nos dice el jefe. Se registraron más de 1.500 muertes relacionadas con el conflicto en la región de Mopti en 2020. “Esto no tiene nada que ver con la yihad ni con el Islam. Lo que veo son personas desposeídas, cuyos familiares han sido asesinados. Toman las armas para exigir justicia”, dice uno de los fulani.
Bartolomé Burgos