El caso Hissène Habré: crónica de un crimen de estado anunciado

4/02/2013 | Opinión

Macky Sall, presidente de Senegal, se quita la máscara a propósito del destino del presidente Habré [antiguo presidente del Chad]. Incluso con anterioridad a que todos los jueces fuesen designados, comienza la construcción de una cárcel para el presidente Hissène Habré, tal como lo atestigua la publicación de una oferta de concurso para la construcción de una cárcel, en la prensa senegalesa el 25 de enero de 2013.

¡Sí!, se puede decir sin reserva alguna, el presidente Hissène Habré está realmente en peligro en Senegal frente a un hombre, Macky Sall, presidente de Senegal, determinado a ser el brazo armado de una venganza. Es el sentido de su compromiso para llevar a cabo el acto final de un complot iniciado hace 12 años.

El caso Hissène Habré, historia de un despropósito de Estado, de un rodeo, pero también de un desvío del Estado de Derecho. Instauración en el seno de la organización judicial de Senegal de un régimen de excepción, de leyes de excepción, de un tribunal de excepción, pero también de un régimen discriminatorio que atenta contra los derechos fundamentales del presidente Hissène Habré.

Las Cámaras africanas: estrategia de un rodeo del Estado de Derecho, un circuito paralelo, un circuito “Bisonte astuto” para instalar un procedimiento derogatorio, en el que incluso antes de que los jueces sean nombrados, la cárcel ya está construida.

Las Cámaras africanas: una brecha, una suspensión del Estado de Derecho para organizar la liquidación del presidente Habré.

¿Podrá reponerse de esto la democracia senegalesa? ¿Puede todavía Senegal aspirar a un estatuto de Estado de Derecho?

¿Sobrevivirá la democracia senegalesa a la apertura de un régimen de excepción aplicable al presidente Habré, y tan sólo a él?

¿Senegal puede ser un Estado de Derecho aún constatando todas esas derivas? Un Estado de Derecho es un Estado que es gobernado por el Derecho, que se somete al Derecho; por el respeto, entre otras cosas, de las decisiones de la justicia, sinónimo de seguridad jurídica y paz social. Todo lo contrario de lo que cualquiera habrá constatado en el caso Habré: 7 decisiones judiciales, todas ellas favorables a la defensa del presidente Habré, y todas ellas pisoteadas por el Estado senegalés.

Cuando un Estado se rige por las desiderata de un hombre, en este caso Macky Sall, que organiza y selecciona entre el que va juzgar (Hissène Habré) y los que va a indultar (Abdoulaye Wade y los que se le van a sumar, según sus declaraciones oficiales), ya no nos hallamos en un Estado de Derecho. Estamos, como otro diría, en una Presidencia Imperial a lo George W. Bush.

En nombre de sus intereses políticos un Presidente de la República crea un régimen de excepción para liquidar un hombre, mientras que ese régimen derogatorio sólo puede existir en época de guerra, en los sistemas democráticos. Este régimen se organiza “en la sombra” y crea una jurisdicción politizada mediante el juego de persecuciones selectivas, ante la cual tan sólo el presidente Habré está obligado a comparecer.

Hete aquí por lo tanto unos jueces que pretenden actuar contra la impunidad y que se prohíben, según los términos del contrato que liga al presidente senegalés a sus comanditarios, conocer y perseguir otros autores de crímenes, mientras que el Acuerdo híbrido firmado por Senegal y la Unión Africana prevé que “todos los responsables de crímenes cometidos durante el periodo de los acontecimientos que tuvieron lugar entre 1982 y 1990 en Chad están concernidos”.

Habrá que precisar y señalar el complot con el dedo, cuando se señale que la instauración de un régimen de excepción queda sometida a un control jurisdiccional el cual enmarca las leyes de excepción, dentro de un sistema democrático, y ello para evitar los abusos de cualquier tipo.

La Cámara de los Lores británica, en una importante decisión, ha estatuido: “Que los derechos de los detenidos en Guantánamo (sometidos a un régimen de excepción en nombre de la lucha contra el terrorismo) sean protegidos por el Habeas Corpus”. Esta decisión ha sido posible porque su remisión era posible para las personas detenidas en Guantánamo.

Ahora bien, ¿Qué se constata en el proceso de creación de esas Cámaras Africanas? El legislador senegalés ha suprimido la posibilidad de apelar al Tribunal Constitucional, lo hizo en el marco de la preparación legislativa que precede al juicio y cuenta con hacerlo nuevamente posible una vez “que hayamos acabado con Hissène Habré”, como diría Macky Sall. Actitud discriminatoria y selectiva que organiza cínicamente la restricción de los derechos fundamentales y la aniquilación de las garantías substanciales de un Estado de Derecho.

¡Sí! Todo esto está ocurriendo en Senegal, donde Macky Sall invoca los imperativos políticos para acallar las voces críticas. Por tanto, ha sometido el Derecho a su negocio político, ha emprendido una competición política para liquidar al antiguo presidente del Chad. En el tramo final de un recorrido “africano” de un asunto judicial, en el que el más fuerte complot, haciendo otra lectura de las decisiones judiciales o desdeñándolo todo, y habilitando sin cesar una nueva apreciación de la causa mientras no se haya alcanzado el objetivo, el presidente senegalés se posiciona para interpretar la partitura final.

Este naufragio de la justicia “africana” alcanza su paroxismo con la arrogancia consistente en comenzar a construir una cárcel antes de que ni un acta haya sido redactada e incluso antes de que todos los jueces hayan sido designados. Sí, podemos decir sin ambages que esas cámaras africanas son simplemente un pelotón de ejecución.

¡Sí! Macky Sall, presidente de Senegal, ha preparado el terreno para el naufragio del Estado de Derecho. No nos llevemos a engaño, cuando se hayan repartido los mercados, los puestos, las indemnizaciones reales, también se habrá testado una formidable máquina de matar. Que del conjunto de las desalmadas y liberticidas disposiciones aplicadas al antiguo presidente chadiano, anunciadas como provisionales y que no afectan a los senegaleses, algo permanecerá. Ya que esta brecha abierta en el seno del sistema democrático senegalés, prevista para ser provisional, puede durar e incluso convertirse en permanente.

Ese tribunal de excepción, ese pelotón de ejecución que ha echado raíces en el seno del poder senegalés, es la demostración de la fragilidad de los contrapoderes dentro del sistema político del país. También es la prueba de que la élite que se posiciona alrededor de un poder puede convertirse en un pulpo que con sus tentáculos aprisione y acalle las voces críticas.

No es sorprendente que tras el desliz que supuso que Idriss Déby [actual presidente de Chad] financiara prácticamente el solo ese tribunal, y por lo tanto pagase los fantasiosos salarios de los jueces, se haya llegado a iniciar la construcción de la cárcel antes del juicio.

El progenitor de esas Cámaras Africanas es Reed Brody, lo sugirió cuando el Tribunal de Justicia de la CEDEAO condenó y descalificó severamente a Senegal por juzgar al antiguo presidente del Chad. Esas cámaras africanas son una transposición del tribunal montado por los americanos para juzgar a Saddam Hussein. Tras la ejecución del presidente iraquí, hoy todos los juristas del mundo denuncian una parodia de justicia, de hecho fue un asesinato organizado por un tribunal de excepción compuesto por jueces que acataban órdenes e instalado por un poder cómplice.

El caso Hissène Habré: crónica de un crimen de Estado anunciado y asumido por el Ejecutivo senegalés.

Por la redacción de Zoomtchad, donde fue publicado el viernes 25 de enero de 2013.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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