El candomblé de los días de hoy está situado entre estos dos conceptos opuestos de tiempo. Uno y otro remiten a concepciones diversas de aprendizaje, saber y autoridad. Llevan las nociones divergentes sobre la vida y la muerte, y la reencarnación y la divinización. En este choque, la religión cambia, se adapta, encuentra nuevas fórmulas y adopta nuevos lenguajes. Los orixás ganan nuevos territorios, conquistan adeptos en las más diferentes clases sociales, orígenes raciales y regiones de este y otros países. Lo que la realidad social de las religiones en Brasil ha mostrado, es que la religión de los orixás crece y prospera (Pierucci e Prandi, 1996). Sobre todo, se transforma, cada vez más brasileña y cada vez menos africana. Igual que el movimiento de africanización que busca deshacer el sincretismo con el catolicismo y recuperar muchos elementos africanos de carácter doctrinario ritual perdidos en la diáspora, no puede devolver a la religión de los orixás en Brasil conceptos que ya se muestran incompatibles con los de la civilización contemporánea. El tiempo africano pierde su grandeza, se va apagando. Permanece, con todo, en las pequeñas cosas, fragmentado, manifestándose más como ordenador de un modo peculiar de organizar la cotidianidad, características de una religión que se muestra exótica, extravagante y enigmática.
Reginaldo Prandi
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Fuente: Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol.16, nº47, São Paulo, Oct. 2001.