El barbero de Argel, por Rafael Muñoz Abad. Centro de Estudios Africanos de ULL

13/11/2012 | Bitácora africana

El tema aquí al lado podría ponerse muy interesante. Marruecos ha estirado en demasía la carta de saberse el protegido de los EEUU en esta esquina del plató africano, y quizás el amante yankee, filtree ya en la alcoba argelina. Menudo ataque de celos le iba a dar a Rabat ante un episodio de cuernos de semejante calado. El inquilino de la Casa Blanca y el Elíseo francés saben que cualquier intervención militar que busque poner orden en Malí, inexorablemente pasa por el sí de Argel; y esta, no va a dejar pasar la oportunidad de sacar tajada.

Con objeto de darle un marco moral ante el mundo árabe, la campaña en el Sahel necesita del respaldo del principal tenor en la zona: que no es otro, sino Argelia. Y es que los intereses generan extraños compañeros de cama. Y más, cuando tradicionalmente el regimen argelino ha sido muy proclive al bloque socialista; viviendo un sempiterno enfrentamiento con Marruecos a causa su apoyo a la lucha armada del pueblo saharaui. Razones estás por la que occidente busca el visto bueno de argel tratando de involucrarlo en la obra. A miras de crear un clima de entente que de bóveda a la hipotética acción militar contra Al Qaeda [¿de veras existe?], Washington se juega un póker muy ambicioso: arma al Reino Alauí a la que vez coquetea con Argelia. Las recientes entregas de material militar y aviones F-16 a Marruecos sólo pueden ser interpretadas de una manera: EEUU no quiere descuidar su principal actor en el Magreb. Vigía al que concede más valor estratégico si cabe que a España. Muro de contención del radicalismo que ahora gustaría de ampliar bajo la inclusión de Argelia; movilizando para ello su maquinaria diplomática, con miras de engordarle el ego a Bouteflika haciéndole ver lo importante de su presencia.

La otra parte del libreto la canta Francia. Poder en la sombra e intérprete principal del acto anterior que supuso el derrocamiento de Gaddafi; y que ahora, busca apuntalar la jaima que cobija sus aún fuertes intereses económicos en Africa. La letra pequeña está muy repartida. España, siendo docta en la comedia y la ópera bufa gracias a sus habituales ministrillos, no parece decir nada; y no será porque el tema no le pueda atañer en lo geoestratégico y en la responsabilidad histórica, que vergonzosamente viene eludiendo respecto al Sahara y sus bajadas de pantalones ante la dinastía mora. El no va conmigo de Rajoy no me extraña en absoluto; pues se trata de un cantor de segunda; de un incapaz que se vio presidente y ahora todo le viene grande. Lo que realmente me genera decepción es el silencio del ministro Margallo, que pese a tener planta de tenor, lo que se dice decir, más bien dice poco; haciendo gala de un exceso de diplomacia e igualando a la ristra de ajos que le precedió. Poco más que buena voluntad y que España respalda la solución pacifica le dijo a Christopher Ross; ¿eso es todo?; porque le recuerdo, que aún somos la potencia administradora del Sahara.

¿Y el factótum para quién es?; ¿para Ross?, que tanto promete a Marruecos como al Polisario; ¿para la Clinton, que cree camelar a Argelia?; menuda ilusa y menuda opereta es esta; sólo falta que nosotros aportemos un enano de Velázquez a la Alianza de Civilizaciones. Y vaya si tenemos candidatos; ¿a qué ya tienen uno en mente?

Centro de estudios africanos de la ULL

cuadernosdeafrica@gmail.com

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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