El África Occidental está perdiendo el control sobre el tráfico de drogas

20/02/2009 | Crónicas y reportajes

El tráfico de cocaína hacia Europa, está aumentando dramáticamente a través del África Occidental, suponiendo una amenaza sustancial para la estabilidad de una región ya problemática por las guerras y la pobreza.

El organismo independiente de control internacional, Consejo para el Control de Narcóticos, pidió a las Naciones Unidas y a otros donantes, que destinen dinero y ayuda de expertos para ayudar a combatir el tráfico ilegal, particularmente en los países del África Occidental, como Guinea Bissau.

“Si las naciones europeas quieren detener la cocaína que les llega a ellos, es por su interés el ayudar a los países del África Occidental”, declaró Jonathan Lucas, el jefe de control de drogas de la ONU en el sur de África, que apoya la financiación para formación y equipos para ayudar a la policía, a los jueces y agentes de aduanas africanos a combatir el tráfico de drogas.

Suráfrica, el centro económico del continente, también se enfrenta al riesgo de los traficantes en busca de mercados y lugares para blanquear el dinero de las drogas, según Lucas.

En su informe anual para 2008, el grupo con sede en Viena también ha declarado que los grupos criminales están estableciendo falsas compañías en países en desarrollo, especialmente en África, para obtener productos químicos que necesitan para hacer las drogas. Los traficantes entonces desvían estos químicos para ser procesados y convertirse en drogas, en cualquier otra parte, notablemente en las dos Américas.

Los poderosos carteles de la droga de Méjico son en gran parte responsables de las firmas falsas en África, según explica Rossen Popov, un oficial de las Naciones Unidas, experto en drogas y crímenes, en el informe lanzado en Viena.

“Es por la debilidad de los gobiernos locales”, explica. Los traficantes se aprovechan de los controles poco estrictos para importar legalmente sustancias que se necesitan para producir estimulantes de tipo anfetaminas, como la metanfetamina y el éxtasis.

La República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria y Togo están este los países preferidos por los traficantes en los dos últimos años.
Sólo en Etiopía, las autoridades se han incautado recientemente de 12.5 toneladas de efedrina y pseudo-efedrina, pedidas utilizando una licencia falsa, según el informe. También se encontraron recientemente diez toneladas de una droga utilizada para hacer metanfetamina en Kinshasa, de la República Democrática del Congo.

Para combatir este problema, el informe hace un llamamiento a los países que exportan efedrina y pseudo-efedrina a África, para que verifiquen la legitimidad de todos los cargamentos y piden a las naciones africanas que intensifiquen sus controles.

El informe también apunta que se ha producido un incremento en las importaciones de efedrina y pseudo-efedrina en algunos países del África Austral, aparentemente para cubrir las necesidades de los laboratorios clandestinos de metanfetamina en Méjico y otros lugares.

También advierte que la falta de seguridad en Afganistán estaba entorpeciendo gravemente los esfuerzos para aplacar el problema de la droga en el país. A pesar del retroceso de los cultivadores de opio en la zona, Afganistán todavía produce más del 90 % del opio ilícito del mundo, según el informe.

El Consejo también advirtió que los traficantes de drogas están utilizando cada vez más servicios de mensajeros para pasar de contrabando los narcóticos.

También hay evidencias de jarabes para la tos que contienen drogas narcóticas como la codeína, y de los que se está abusando en todo el mundo, principalmente por parte de la gente joven. Irán calcula que 100.000 personas abusan del jarabe contra la tos que contiene codeína. En Bangladesh, el 4,3 % de los pacientes que pidieron tratamiento con medicamentos, en 2007, indican que son adictos a la codeína de los jarabes contra la tos, según este informe.

En referencia a las drogas legales, el consejo expresó su preocupación por que millones de personas por todo el mundo sufren innecesariamente porque no tienen acceso a los analgésicos.

“Incluso en países donde se produce la materia prima de la que se derivan esos medicamentos, puede ocurrir que menos del 1 % de la población tenga acceso a un tratamiento para el dolor apropiado”, asegura el informe.

(IOL, 19-02-09)

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