El movimiento para el Cambio Democrático de Zimbabue, MDC, ha negado la afirmación del Presidente Robert Mugabe sobre que era inminente el acuerdo de Gobierno de Unidad, señalando que las conversaciones todavía están paralizadas.
Mugabe dijo ante los seguidores de su partido, el Zanu PF, que esperaba que el Gobierno se formase a finales de esta semana, terminando así con el estancamiento desde que se firmó el acuerdo marco, el pasado 15 de septiembre.
El bloqueo con el MDC, de Morgan Tsvangirai, sobre los puestos de nuevo Gobierno ha disipado las esperanzas de Zimbabue en que el país podría empezar a salir del caos económico, con la inflación más alta del mundo. El Secretario General del MDC declaró al respecto que las negociaciones están totalmente bloqueadas, “nuestras posiciones son tangenciales. Por lo que yo sé, no se ha llegado a un acuerdo en ningún punto”.
Todavía no se ha hecho el borrador de la reforma constitucional, para dar efecto legal al acuerdo de reparto de poder.
Mugabe mantendrá la presidencia y dirigirá la cámara, mientras que Tsvangirai dirigirá el consejo de ministros que supervisa a la cámara. Arthur Mutamba, líder de la pequeña facción del MDC, está previsto que se convierta en uno de los dos vice primeros ministros.
Entre las dos facciones, el MDC tendrá una mayoría combinada, con el MDC al control de 13 escaños, en el nuevo Gobierno, más los tres que tendrá el partido separatista de Mutambara. El Zanu PF tendrá 15.
El MDC asegura que no se opone a que Mugabe asuma el cargo del ejército, pero que sí se opone a que el Presidente se quede con el control de los principales ministerios, como el de Asuntos Internos, a cargo de la policía, el de Finanzas, el de Asuntos Externos, el de Justicia, el de Información y el de Gobierno Local.
Por otra parte, una señal más de la profunda crisis económica es que el Banco Central ha introducido billetes con mayor valor, debido a la inflación del 111 millones por ciento que sufre Zimbabue.
Se suponía que el acuerdo marco para formar un Gobierno de reparto de poder terminaría con la crisis política, causada por la reelección (sin oposición) de Mugabe en las elecciones de junio, de las que Tsvangirai se retiró alegando violencia sistemática contra sus seguidores.
(Mail & Guardian, Suráfrica, 30-09-08)