El presidente de Nigeria, Jonathan Goodluck va a obtener la victoria en las elecciones presidenciales del país, ya que los resultados oficiales de dan una amplia ventaja, mientras que los disturbios esporádicos estallaban en el norte del país, por temores al fraude electoral.
Millones de votantes acudieron a las elecciones del sábado, día 16 de abril, en el país más poblado de África, para intentar superar años de comicios empañados por el fraude y otros defectos, y celebrar las votaciones presidenciales más limpias de la última década.
Los observadores dieron su visto bueno inicial a las elecciones, pero a última hora del domingo, día 17, surgieron las preocupaciones por unas cifras extraordinariamente altas favorables a Jonathan, en algunas partes de su nativo sur. En algunas partes del norte estallaron disturbios entre acusaciones de fraude.
Los resultados oficiales del estado de Akwa Ibom, por ejemplo, dieron a Jonathan el 95 % de los votos, mientras que las cifras del estado de Anambra, le daban como ganador con el 99 % de los votos. Su estado natal, Bayelsa, le dio la victoria, según datos oficiales, con casi el total de los votos, el 99.63 %.
Los analistas han hablado bien de la organización de las elecciones y del día de las votaciones, pero han cuestionado estas cifras.
“Cifras como el 95 % y por encima para un partido, sugieren que son cifras fabricadas, y personalmente, me preocupan porque suponen un grave cuestionamiento sobre la credibilidad de las elecciones”, afirmó Jibrin Ibrahim, del Centro para la Democracia y el Desarrollo.
Chidi Odinkalu, de la Iniciativa Open Society Justice, declara: “nuestras elecciones presidenciales fueron libres, justas y verdaderamente no creíbles”.
Márgenes significativos
El principal rival de Jonathan, el ex gobernante militar Muhammadu Buhari, ganó con unos márgenes importantes en algunas partes del norte, pero nada parecido a las cifras del actual presidente en los mencionados estados del Sur.
Buhari ha alegado algunos informes sobre fraude el día de las elecciones, pero su grupo ha declinado hacer comentarios sobre los resultados de momento, asegurando que prefieren esperar a que se anuncien los resultados totales.
Los resultados también sugieren que las divisiones regionales se han hecho más profundas, un escenario que muchos analistas hubieran querido evitar en un país tan rebelde como Nigeria, prácticamente dividido entre cristianos y musulmanes.
La comisión electoral anunció oficialmente los resultados de 28 estados, además del territorio de la capital federal, que incluye Abuya y sus alrededores, el domingo por la noche. Quedaban por conocerse los resultados de ocho estados.
Los totales, por el momento han dado a Jonathan cerca de 19 millones de votos, comparado con Buhari, que habría obtenido unos nueve millones de votos.
El ex jefe de la Agencia Anticorrupción, Nuhu Ribadu, había ganado en uno de los estados.
Un candidato necesita más que obtener la mayoría de los votos para ser declarado vencedor, ya que la constitución requiere al menos un cuarto de los votos en al menos dos tercios de los estados, además de la capital, para evitar acudir a una segunda ronda. Jonathan está en el umbral de lograr todo ello.
El día de la votación en Nigeria, el mayor productor de petróleo de África se desarrolló por lo general en calma, a pesar de una serie de incidentes, como la explosión de tres bombas en el norte del país, una el viernes por la noche y otras dos el sábado, una de las cuales se saldó con nueve heridos.
Disturbios
Se produjeron disturbios en varias zonas del norte por acusaciones de fraude que acabaron con el incendio de las casas de varios oficiales y protestas en las calles.
Las oficinas pertenecientes al partido en el gobierno y la comisión electoral en la región del estado de Bauchi fueron incendiadas, también entre acusaciones de fraude.
A última hora del domingo, los disturbios parecían intensificarse en algunas zonas del estado de Gombe, donde se incendiaron algunas casas. También se quemaron neumáticos en las calles de Sokoto y se produjeron protesta en el estado de Adamawa.
Jonathan, de 53 años, un cristiano del sur, es el primer presidente de la principal región productora de petróleo, el Delta del Níger.
Ascendió al gobierno de manera casi accidental, el año pasado, al morir su predecesor, Umaru Yar’Adua.
Su actitud de calma ha hecho que muchos lo consideren débil, mientras que otros creen que es el mejor posicionado para realizar cambios en Nigeria, una nación de 250 grupos étnicos, con una población de unos 150 millones de habitantes.
Buhari, un musulmán de 69 años, se ha labrado una reputación de luchador contra la corrupción, pero su “guerra contra la indisciplina” durante su régimen, en los años 80, también le valió acusaciones de escandalosos abusos de los derechos.
Muchos en el norte le ven como la oportunidad de devolver el poder a su región, marginada económicamente.
(Mail & Guardian, Suráfrica, 18-04-11)