Hoy se juega la final de la Copa de África en Luanda, la capital de Angola, entre Egipto y Ghana. Imagino que en Sierra Leona todo el país se sentará delante de la tele o a escuchar la radio para seguir el partido. Aquí la cosa pasa muy desapercibida, como todo lo relativo a África.
Este campeonato comenzó con el tiroteo a la selección de Togo en el enclave de Cabinda a manos de un grupo independentista. El incidente se saldó con tres muertos y seis heridos. Esto hizo que la selección de Togo se retirase de la competición.
No dejo de pensar en la gesta de esta selección: No debe ser fácil viajar por carretera de Togo a Angola, pero, imagino que la falta de recursos materiales así lo impuso.
Por otro lado, esta selección debe estar gafada porque ya en el pasado sufrió otro percance: fue el 4 de junio de 2007 cuando el Ministro de deportes y 18 fans de la selección nacional de Togo morían en un accidente de helicóptero en el aeropuerto de Lungi, Sierra Leona. El equipo se salvó porque estaba esperando al segundo helicóptero tras jugar un partido clasificatorio para la Copa de África en el que Togo ganó a Sierra Leona 1-0.
Yo estaba fuera del país cuando el accidente sucedió y regresé un par de días después y me encontré con el amasijo de hierros que quedó tras el accidente y que siguieron en medio de las pistas del aeropuerto por más de un año.
Pero su mala suerte de la selección de Togo no termina ahí. Ahora la Confederación africana de fútbol ha decidido sancionar a Togo con la suspensión durante las dos próximas Copas de África (2012 y 2014). Además debe pagar una multa de 50.000 dólares.
En el fútbol no parece haber lógica ni justicia, la víctima se convierte en verdugo. Es lo mismo que le ha pasado a Cristiano Ronaldo cuyo culebrón no nos ha dejado vivir en toda la semana. Resulta que el jugador del Málaga, Mtiliga, le estaba haciendo falta y cuando Ronaldo intentó zarandearse de él, con la mala suerte de romperle el tabique nasal, le sacaron tarjeta roja y, más tarde, le sancionaron sin poder jugar dos partidos. Otra vez la falta de lógica del fútbol, otra vez la víctima se convierte en verdugo.
Para rematar la faena, ayer jugó el Madrid contra el Depor y nos deleitó, como también lo hizo hace un par de semanas ante el Valencia. De ello se deduce que el Madrid juega mejor sin Ronaldo que con él, a pesar de todos los millones que costó el chico. Otra prueba de que todo lo relacionado con el fútbol es ilógico.
Pero yo no quería hablar hoy de fútbol sino del enclave de Cabinda, territorio rico en petróleo que pertenece a Angola pero que está separado del resto del país por la salida al mar que los mapas coloniales concedieron al Congo belga (hoy República Democrática del Congo). Este enclave cuenta con un grupo guerrillero que busca la independencia del territorio.
En 1975 el Tratado de Alvor, por el que Portugal concedía la independencia a Angola, integró Cabinda en este país. La integración fue rechazada por las organizaciones políticas de Cabinda, que manifestaron que debido a que ellos no habían firmado el tratado, éste era ilegal, y por tanto no les ataba a Angola.
Para defender la anexión, el gobierno angoleño pagaba al cubano un dólar cincuenta por hombre y por día. Los cubanos ya habían jugado un papel clave en la guerra de independencia del país y siguieron presentes en Angola hasta 1991. El dinero para pagar a los cubanos salía de los derechos que pagaba la compañía petrolera americana, Gulf Oil, que explotaba el petróleo en el enclave de Cabinda. Llegaron a estar estacionados en Cabinda hasta quince mil soldados cubanos, para que las compañías petroleras pudieran trabajar en un ambiente de paz. Para conseguir esta tranquilidad las tropas cubanas diezmaron a los militantes del FLEC (Frente de Liberación del Enclave de Cabinda), sin que hasta ahora se haya podido contabilizar los asesinatos cometidos, pero según los especialistas pueden sumar cientos de personas
Como dije anteriormente, el producto más importante de Cabinda es el petróleo, del cual se extraen aproximadamente 900.000 barriles al día, lo que implican unas exportaciones de 100.000 dólares al año por habitante de Cabinda y el 60% de la producción total de petróleo de Angola. A pesar de esto, Cabinda sigue siendo una de las provincias más pobres de Angola. Un acuerdo de 1996 entre el Gobierno Nacional de Angola y el Gobierno Provincial de Cabinda estipulaba que al menos el 10% de los impuestos sobre la producción petrolífera de Cabinda debería revertirse en inversiones en la provincia, pero debido a la corrupción esto ha beneficiado a pocos habitantes.
Creo que todo pueblo tiene derecho a su autogobierno e independencia y el enclave de Cabinda también, pero no por la vía de las armas y la violencia.
El FLEC sigue luchando, con las armas, por la independencia y para ello necesitan apoyo y ¿quién se lo proporciona? Pues Francia. El líder del FLEC, Rodrigues Mingas, vive en Francia y tiene pasaporte francés, por ejemplo.
Por lo cual es lícito que nos preguntemos: ¿Por qué un país democrático y defensor de los Derechos Humanos como Francia habría de apoyar a una guerrilla como la del FLEC? ¿No es, también esto, una falta de lógica? Sí, pero lo único que le interesa a Francia es que si el FLEC consigue su objetivo, evidentemente, expulsará a las compañías americanas que ahora se enriquecen con el petróleo de Cabinda y dará los contratos de explotación a las del país que le ha estado apoyando, en este caso Francia.
Miremos por donde miremos, siempre nos topamos con la hipocresía de Occidente.
Por si a alguien le interesa Egipto ha ganado la Copa de África, es la tercera vez consecutiva que lo logra y con éste ya son ocho títulos.