25/01/2013 Por Zohdi, Washington D.C.
Esta semana, los Egipcios han celebrado el segundo aniversario de su revolución histórica que comenzó el 25 de febrero 2011. Es el momento oportuno para reflexionar y hablar de un fenómeno crucial que empieza a instalarse poco a poco: el paso de la contestación a la política.
Cualquiera que siga la política en Egipto hoy, sabe que la serie de crisis, aparentemente interminable, puede ser pasablemente conmovedor. La formación, la revisión o la separación de las últimas coaliciones políticas, por ejemplo, se están sucediendo a un ritmo a menudo endiablado. Las batallas en curso entre los poderes judicial, legislativo y ejecutivo denotan contradicciones desconcertantes.
Estas frecuentes crisis políticas nos recuerdan que harán falta años, incluso generaciones para que la transformación social y política fundamental, que requiere una revolución, intervenga y que el camino será sin duda empavesado de trampas.
Si las manifestaciones populares que han tenido lugar han marcado la transición entre la apatía política y el rechazo de estar callados y que han contribuido, a corto término, a provocar cambios significativos como el fin de un régimen militar, a menudo traducen el deseo de ver un cambio radical convertirse en realidad de un día para otro a niveles políticos y sociales.
En vísperas del segundo aniversario de la revolución, se han escuchado llamadas a manifestar en masa como signo de protesta contra el régimen del presidente Morsi. Sin embargo, estos últimos meses muchos Egipcios estaban un poco cansados de tantas manifestaciones, y buscaban al contrario una cierta estabilidad y la normalidad en sus respectivas existencias. Más importante todavía, la mayoría de los Egipcios desean una acción política que llevaría a un cambio concreto en sus vidas. Como el periodista occidental Dan Murphy de Christian Science Monitor ha señalado últimamente visitando la Plaza Tahrir, « … Egipto ha sobrepasado el estadio en el que está harto de oponerse. Ha llegado la hora de de estar a favor de algo y este es el género de problema político que no se soluciona con protestas de masas. »
La situación social y sobre todo económica en la que están inmersos los Egipcios continúa agravándose. Estos problemas no pueden solucionarse en una noche a base de manifestaciones; exigen, al contrario, de parte de los que están en el poder, serios y deliberados esfuerzos a largo plazo.
Sin embargo, los Hermanos musulmanes, reprimidos durante mucho tiempo, tienen ahora el monopolio del poder; deben esta penetración nunca alcanzada en la sociedad egipcia a las decenas de años en los que han ofrecido, a través de todo el país, numerosos servicios sociales indispensables. Hoy, la influencia de otras fuerzas políticas parece insignificante con relación a la de los Hermanos musulmanes. Esta situación ha desembocado a un entorno político desequilibrado que permite obtener difícilmente un consenso, elemento necesario en toda verdadera democracia.
Sobre la base de esta constatación, parece que ciertos miembros influyentes de la oposición política podrían cambiar sus tácticas y pasar de la contestación al voto. Nuevas elecciones parlamentarias serán organizadas en primavera y, a pesar de que el Frente de salvación nacional recientemente creada – que reúne a la juventud revolucionaria que sigue fuertemente comprometida y los antiguos Ministros de la era Mubarak como Amr Musa – esté lejos de ser perfectamente coexionada. Constituye a pesar de todo una formación sin precedentes de diversas fuerzas políticas. Esta coalición traduce, por parte de los Egipcios liberales, una voluntad seria de querer comprometerse y de obtener en materia de política electoral, más que de expresar un desacuerdo bajando a la calle.
Los Egipcios liberales deberían ser los únicos a fomentar este desarrollo. Todos los Egipcios para quienes sería largo de ver madurar una sociedad política a largo plazo – que sean laicos, religiosos o situados entre las dos opciones – deberían investirse en el compromiso electoral cruzando liberales y otros actores políticos porque, disponer de una oposición viable para controlar la que está en el poder es la única manera de evitar el monopolio político y la exclusión.
Por otra parte, los activistas políticos egipcios seguirán sirviendo de guardianes, sea cual fuere el partido del poder como, por ejemplo, el Movimiento de los jóvenes del 6 de abril y los jóvenes no afiliados detrás de la iniciativa de Morsi Meter que mide al avance de las reformas puestas en marcha por el Presidente.
La evolución de la política y de la sociedad egipcia continuará sin lugar a dudas siendo complicada pero la existencia de estas iniciativas políticas y no-gubernamentales es un desarrollo sano y optimista en esta sociedad egipcia compleja y en constante evolución. El patriotismo y el compromiso profundos como demuestran tantos Egipcios para reconstruir su país es sin duda ninguna una fuente de esperanza y de inspiración.
En fin, las reglas de juego más equitables y las más eficaces destinadas a sostener visiones sobre el porvenir de Egipto serán negociadas no en la calle precisamente, sino que en la política tradicional y el voto.
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