Egipto está a un paso de un conflicto armado con Etiopía. Y todo por el agua del Nilo. Los etíopes están inmersos en la construcción de un gran embalse y de la mayor planta hidroeléctrica de África. Un proyecto que impulsaría la economía del país pero que pondría en jaque a los egipcios, quienes dependen del caudal del río para sobrevivir.
Para el desértico Egipto es la única fuente de agua natural potable, así que su economía y su agricultura dependen completamente de él. Para Etiopía la cuestión es menos alarmante, ya que el país goza de abundantes aguas fluviales durante todas las estaciones del año. Pero su crecimiento económico —el mayor de toda África— obliga al país a multiplicar la producción de electricidad. Para ello el agua del Nilo es clave.
Así que no es de extrañar que, ahora que el 60% de las obras de la planta hidroeléctrica ha concluido, el ministro de Exteriores egipcio, Sameh Shoukri, haya viajado a la capital etíope, Adís Abeba, con la esperanza de llegar a un acuerdo con el país sobre la distribución del caudal antes de que sea demasiado tarde.
El medio ruso Vzglyad analizó la situación.
La presa del renacimiento
Sin embargo, la situación está estancada. Muchas son las voces en Egipto que saben de la importancia capital de las aguas del Nilo para el país. El 55% de los egipcios viven de la agricultura que el río hace posible. Razón por la cual en el país ya estén sonando, con ganas, tambores de guerra.
A la Grand Ethiopian Renaissance Dam se la conoce en Etiopía como Hidase —’renacimiento’, en español—. Se estima que su coste asciende a 5.000 millones de dólares, lo que equivale al 10% de PIB etíope.
«Las dimensiones de la planta hidroeléctrica de Etiopía son tales que han llamado la atención de la comunidad internacional ya no por el conflicto de fondo con Egipto. Precisamente por eso los etíopes se han afanado, con cierto éxito, en mantener en secreto los detalles del proyecto», señalan desde el periódico ruso.
Caudal repartido
No obstante, la distribución del caudal del Nilo no es solo motivo de discordia a raíz de los planes de Adís Abeba. En 1929, el Reino Unido, Egipto y Etiopía llegaron a un acuerdo por el que se fijaba el porcentaje de caudal que correspondería a ambos países africanos.
También se estipuló que El Cairo tendría derecho de veto ante cualquier proyecto de sus vecinos que alterase las aguas del río. Desde entonces las condiciones del acuerdo —firmado en tiempos del Imperio Británico— no han cambiado y a Egipto le corresponde el 65% del caudal.
Así que no es de extrañar que a los países por los que pasa el Nilo les interese renegociar las condiciones del tratado e incluso apoyen a Etiopía en su cruzada contra Egipto. Ejemplo de ello fue la ratificación por parte del Parlamento etíope de 2013 por la que se emplazaba al país a modificar el tratado.
Egipto en minoría
El presidente egipcio, Abdelfatah Sisi, para el que el agua del Nilo es «una cuestión de seguridad nacional», se ha esforzado en diversificar la economía del país, pero siempre se ha topado con la dependencia del agua. Motivo por el que en la primavera de 2015 se esforzó por cerrar un nuevo acuerdo multilateral sobre el Nilo entre el primer ministro de Etiopía, Hailemariam Desalegn, y el presidente de Sudán, Omar Bashir.
«Sin embargo, el acuerdo no le otorgaba a Adís Abeba nuevas prerrogativas sobre el caudal», advierten en Vzglyad, y aun así los etíopes interpretaron que el nuevo acuerdo había sido una victoria sobre Egipto porque les daba derecho a emprender proyectos que afectasen al río sin el consentimiento de El Cairo.
Los planes etíopes contaron con la complacencia de sus vecinos del sur, en parte porque también saldrían beneficiados de la electricidad barata de la planta hidroeléctrica. Tanzania, Kenia, Ruanda, Uganda, Burundi, Sudán del Sur y Yibuti mostraron su apoyo a Etiopía, y Egipto quedó aislado.
«El embalse que estamos construyendo gracias a los esfuerzos de todos es un megaproyecto no solo de África, sino del mundo entero, y lo convierten en motivo de orgullo nacional». Son palabras del primer ministro etíope.
El dinero del Renacimiento
El megaproyecto cuenta con el apoyo financiero de varios bancos chinos, que han invertido casi 2.000 millones de dólares en el embalse. También con fondos procedentes del Banco Africano de Desarrollo. La planificación y el diseño de la planta corrieron a cargo de los estadounidenses, datan de 2010, y fueron concebidos «en un clima de máximo secreto», señalan en Vzglyad. El concurso para su construcción lo ganó una empresa italiana: Salini Costruttori.
Todo apunta a que los beneficios económicos del proyecto para el país superarán con creces sus costes. La planta convertirá a Etiopía en el segundo país del continente africano por producción eléctrica, solo por detrás de Sudáfrica. El país las tiene todas para desbancar a Egipto en su papel de líder político de la región.
Nada se puede excluir
«El miedo y el pánico en El Cairo no paran de crecer. Los egipcios temen que el caudal del Nilo disminuya drásticamente una vez los etíopes llenen la presa. Además, como en el embalse habrá mucha agua, esta comenzará a evaporarse. La presa se puede convertir para Egipto en su perdición: que los etíopes liberen de la presa el agua solo una vez es suficiente para matar a dos tercios de los egipcios por culpa de un tsunami», advierten en Vzglyad.
El Cairo se resiste a creer que la única solución al conflicto de intereses sea militar. Sobre todo cuando el resultado podría ser incierto. Si bien los contactos diplomáticos entre ambos países no dejan de sucederse, las voces que sugieren un ataque aéreo que destruya el embalse antes de que las obras finalicen no se han conseguido acallar.
Fuente: Sputnik
[Fundación Sur]
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