Seguimos con Egipto. Mencioné la semana pasada sus dificultades con los otros países rivere-ños del Nilo, especialmente Sudán y Etiopía. Estas líneas se publicarán durante las elecciones presidenciales que comienzan el lunes 26 y durarán hasta el miércoles 28. Nadie duda de la victoria de Abdelfatah al Sisi, que desde que en julio de 2013 destituyó al islamista Mohamed Mursi, ha ido deshaciéndose de todos sus posibles contrincantes (Se habla de 60.000 oposito-res en la cárcel). Tan seguro está de su victoria que lleva varios días sin participar en los mítines políticos en su favor. Quienes no aprecian su comportamiento antidemocrático, entre ellos muchos cristianos, lo siguen considerando un mal menor frente a los hermanos musul-manes y los nuevos grupos terroristas, como los que intentaron asesinar al fiscal general Zakaria Abdelaziz y al antiguo muftí de Egipto Ali Gomaa. El pasado sábado 24, un coche bomba estalló en Alejandría al paso de un convoy de seguridad dejando al menos dos muertos y cuatro heridos (Al escribir estas líneas ningún grupo lo ha reivindicado todavía). Y los cristianos no pueden olvidar los atentados del Domingo de Ramos del año pasado que dejaron un total de 44 muertos en las iglesias de San Marcos, en Alejandría. y Mar Girgis, en Tanta, al norte de El Cairo.
Precisamente, este 25 de marzo, Fiesta de la Anunciación para ortodoxos y católicos (este año, por coincidir con el Domingo de Ramos los católicos han trasladado su liturgia al lunes 9 de abril), es el día en el que tradicionalmente la “Obra de Oriente”, asociación francesa fundada en 1856 para ayudar a los cristianos de Oriente Medio, nos invita a vivir en comunión con ellos y a rezar por la paz. Invitado a un acto de la organización “Ayuda a la Iglesia necesitada”, Monseñor Kyrillos Samaan, obispo copto católico de Assiut (370km al Sur de El Cairo) explicaba cómo su iglesia se prepara a celebrar la Pascua de la manera más normal posible. Y ello a pesar de los controles de identidad y de metales que la policía lleva a cabo por miedo a los atentados, y de la presencia del ejército en algunos días festivos. “El martirio es algo con lo que estamos acostumbrados a convivir”. Y añade que el ambiente general no invita al optimismo. “En las numerosas televisiones privadas los predicadores salafistas nos atacan y nos tratan de «kuffar´´ (infieles). “De las 4.000 peticiones (entre coptos ortodoxos, protestantes y católicos) para oficializar la existencia de nuestros lugares de culto, se ha publicado que van a reconocer sólo a 53”. “Pero algo parece cambiar. Alguno de mis sacerdotes me ha dicho que en el autobús le han cedido el asiento. Y en Navidad, un maestro vino con toda su clase a felicitarnos la fiesta”.
A pesar de que la suya sea una situación objetiva de gran fragilidad y de pobreza material (aunque también haya cristianos entre las clases más adineradas), los cristianos de Egipto se sienten seguros de sí mismos, a veces se diría que hasta “superiores”, gracias a su fuerte enraizamiento identitario. Se definen como auténticos “coptos”, es decir “egipcios” en la lengua del antiguo Egipto, considerada “muerta” a partir del siglo XVI, pero que los cristianos coptos utilizan todavía en la liturgia. Algo que no he encontrado en ningún otro país, en el caso de las “Religiosas Egipcias del Sagrado Corazón” su identidad nacional aparece en el nombre oficial de su congregación. Las encontré en Túnez. Y el domingo pasado celebraron veinticinco años de presencia en ese país. Es una historia que vale la pena contar.
Ramón Echeverría
[Fundación Sur]
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