Educación sexual en la acera

10/01/2014 | Crónicas y reportajes

Entre las estadísticas sobre la incidencia del VIH, las subvenciones para niños, la poligamia, el Ben 10, la violencia sexual y las muertes anuales en las iniciaciones; el pánico moral, médico y económico que se genera en Sudáfrica en relación con los cuerpos negros es suficiente como para hacer que funcionen todos los calentadores de agua de Gauteng durante un mes.

Tal vez, el hecho de que se conozcan los muchos miedos que existen con respecto a todo lo que tenga que ver con «negro» y «sexual» hace que aparezcan personajes que autoproclaman sus capacidades milagrosas, con nombres indefinidos, como «Dr. Tony de África Oriental», y que prometen todo tipo de curas milagrosas para todo tipo de problemas sexuales, desde solucionar crisis de pareja hasta alargamientos de pene. (Por alguna misteriosa razón, estos doctores o curanderos casi siempre vienen de África Oriental).

Esta inversión social en asuntos relacionados con la sexualidad negra explicaría por qué en un tren de Cape Town las únicas pegatinas que embellecen las paredes y techos de los vagones son anuncios sobre alargamientos de pene o abortos «rápidos, en el mismo día» (en sus propias palabras).

Cada vez que me subo a ese tren me pregunto qué me molesta más, si el monopolio publicitario de estos curanderos o la lógica de que haya anuncios de abortos «rápidos, en el mismo día» justo al lado de los de alargamiento de miembros.

Es verdad, suspendí matemáticas en el colegio, lo que explica que todos los números me bailen un poco en la cabeza, pero esta ecuación parece deplorable incluso para mi mente anti-álgebra.

No tengo claro si se trata de una cuestión de “para todos los problemas” o el reconocimiento de que existe algún tipo de correlación entre los alargamientos de pene y la desesperación de las mujeres por someterse a un aborto clandestino.

En un clima social como este, en una conversación en la carretera sobre el sexo y sus peligros seguro que aparecerán todo tipo de ideas. Y, ¿qué mejor lugar que Cape Town para, de pronto, mantener una conversación sobre sexo con un adolescente desconocido a las 8:23 de la mañana?

Una típica mañana invernal en Cape Town, caminaba hacia el trabajo. Resguardada bajo mi paraguas, escuchaba un programa de radio de la emisora SAfm sobre asesinos en serie. Entre los tertulianos se encontraba un expresidiario al que habían invitado en calidad de antiguo asesino en serie. El invitado explicó al moderador que, en realidad, él era un ex asesino, no un antiguo asesino en serie. Solo resultaba que, bueno, había matado a… a bastantes personas.

Sentí la presencia de alguien detrás de mí. Paranoica por el programa de radio que escuchaba, casi di un salto del susto. Al girarme a la izquierda escuché un saludo extremadamente educado, «buenos días, señora». Contesté y, mientras me quitaba los auriculares, quedé perpleja al ver a un chico joven, de unos dieciséis años, unos centímetros más bajo que yo, envuelto en un gran abrigo y con las manos en los bolsillos.

«Disculpe, ¿puedo hacerle una pregunta?»

No sabía qué estaba pasando, y seguía perpleja por la mezcla entre esa forma tan educada de dirigirse hacia mí y el fuerte acento «de color» de su afrikaans pero, según seguí caminando, le dije «Eh…vale».

«Lo siento, no quiero ser grosero, pero, quería saber si el sexo es doloroso»

¿Qué?¿En serio, ahora! Me giré y le mire a la cara, preparada para decirle tajantemente que era demasiado joven como para intentar ese sinsentido conmigo, e incluso con la gente de su edad, y que debía aprender algo de protocolo a la hora de ligar. Pero, mientras buscaba las palabras, me di cuenta por ese halo de timidez en su mirada que no estaba de broma. De hecho, estaba esperando una respuesta seria a su pregunta y, por la expresión de su cara, podía ver que había dado bastantes vueltas a la pregunta.

«Sí, a veces lo es. ¿Por qué preguntas? »

«Mi novia dice que duele. ¿También es doloroso para los hombres?»

Resulta que yo nunca había hecho esta pregunta a los hombres de mi círculo y de mi vida. La suposición automática es que, por supuesto, el sexo siempre es agradable para los hombres. Seguía lloviznando, y mi trabajo estaba a una manzana. Entonces comprendí que era un momento de confidencialidad y que debía respetar a ese joven por haberse atrevido a preguntar algo así a una completa extraña. Debió darse cuenta de que la conversación podía acabar muy mal. Entonces me convertí en una especie de hermana mayor y me adentré en aquella clase de educación sexual en la acera. Le expliqué con sinceridad que a veces es doloroso para las mujeres, pero no sabía si también podía serlo para los hombres. Me comporté como una hermana mayor. Le dije que la mejor forma de llevar una situación así era escuchar siempre a su novia y nunca forzarla a mantener relaciones si no estaba preparada.

Buscaba el lenguaje más adecuado para explicarle la importancia de los preliminares para el disfrute sexual de las mujeres mientras que él me escuchaba atentamente. Por último, le advertí que siempre tuviera cuidado, que tomara precauciones para él y para su novia y utilizara preservativos. Soltó una risita en esta última parte y me comentó con timidez que ya sabía la importancia de utilizar preservativos.

« ¡Bien!», yo también le sonreí, «y, ¿a dónde vas tan pronto por la mañana?», pregunté.

Iba a recoger algo para su padre, que trabaja en el supermercado de nuestra zona.

Cada uno siguió su camino y sentí pena por el chico, que había tenido que acudir a una extraña en la calle para que le explicara cosas relacionadas con el sexo a pesar de que vivía con su padre. Este encuentro me pareció tan extraño que lo primero que hice nada más llegar al trabajo fue contárselo a mi compañero, porque era tan raro que me daba la sensación de que hubiera sido una alucinación. Mi compañero solo me preguntó una cosa: « ¿Por qué, de entre todas las personas que hay en la calle, ha decidido preguntarte a ti?»
Todavía no tenemos la respuesta a esa pregunta.

Ah, y, ahora, gracias a mis amigos varones, ya tengo respuesta para mi joven amigo sobre si el sexo es doloroso para los hombres.

Grace A. Musila

Voices of Africa

(Traducción, Ana María Peña)

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