Donde abunda la violencia, más florece la Bondad

12/04/2022 | Editorial

cidaf-ucm_logo_blanco-25.pngLos últimos años del dictador Idi Amin Dada, en Uganda, fueron quizás los años más duros que han sufrido los habitantes del país, en toda su historia. Ciertamente lo fueron para mí también particularmente durante 1977-1979, los dos últimos y más crueles años del dictador.

Al mismo tiempo, experimenté la más extraordinaria solidaridad y bondad de la gente, cuidando y protegiendo a los vecinos y a las personas más frágiles, como las personas mayores, enfermas y a las más pequeñas. Fue la experiencia de solidaridad más profunda de toda mi vida misionera.

En las trágicas experiencias de los pueblos, durante los diversos genocidios, guerras mundiales y crímenes contra la humanidad sufridos en naciones, como en Ruanda, Uganda, RD Congo, Sudáfrica, Etiopía, Ucrania ahora mismo, Polonia, Yugoslavia, Vietnam, Irak, Siria, etc., los pueblos han sabido también mostrar una sorprendente valentía, solidaridad, acogida mutua, generosidad sin límites, deseo y compromiso por la paz y una bondad casi sobrehumana.

No necesitamos violencia para despertar la bondad que siempre anida en el corazón humano, sino que deberíamos ser capaces de despertar y compartir con los demás lo mejor que llevamos dentro de nosotros: deseos y compromisos para fomentar una justicia social y personal, así como una paz y solidaridad que benefician a todos.

Como es bien sabido, la tierra fértil como el árbol sano dan buenos frutos, aunque a veces broten algunas malas hierbas, pero que no imposibilitan la buena cosecha.

Los gestos heroicos de bondad y cuidado mutuo, hasta del “enemigo”, y con riesgo de la propia vida, los hemos vivido durante años en Ruanda, Uganda, RD Congo… como lo estamos viviendo hoy día en Ucrania y otros países de Europa y del globo, porque el ser humano está creado para amar, sobre todo y por encima de todo.

La cuestión fundamental sigue siendo: ¿Cómo usamos y respondemos a los dones y responsabilidades que hemos recibido cada ser humano?

Somos libres y la respuesta que damos con nuestras capacidades, derechos y deberes, a las tareas y retos que afrontamos en cada sociedad son responsabilidad personal y social.

Lo que observamos con excesiva frecuencia, particularmente en los debates políticos y en los medios de comunicación, es una búsqueda compulsiva del interés personal, partidista o ideológico, culpando sistemáticamente al “otro” como la causa de todos los males que sufrimos. Y a veces llegamos hasta el extremo de culpar a los dioses, antepasados y a la historia de los males que nosotros mismos estamos causando.

La paz, el desarrollo sostenible, la justicia social, la convivencia y solidaridad global deberían acompañarnos siempre en la vida y en la convivencia, pero no llegan por si solas, si nosotros mismos no las queremos de verdad.

El reto y tarea es claro, y la respuesta sigue en nuestras manos. ¿Seremos capaces de ser siempre realmente humanos?

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