Donald Trump es el nuevo rostro de la supremacía blanca (Parte II)

5/10/2015 | Opinión

El candidato republicano más razonable podría ser el gobernador de Ohio, John Kasich, (que viene de ser aprobado por Deez Nuts!). En el primer debate del Partido Republicano en Fox News, a principios de este mes, Kasich, admitió que Trump estaba «excitando los nervios de los votantes». Pero no son todos los estadounidenses. Es una pequeña subsección de blancos que temen la realidad de que Estados Unidos es cada vez menos blanco (y más marrón). Ellos ven el privilegio de su autoridad blanca socavado cada vez que entran a un Home Depot y ven señales en inglés y (¡oh!) en castellano. Estas son las personas que dicen: «Yo no soy racista, pero…”

Los Estados Unidos es una nación de inmigrantes, provenientes de todas direcciones. La mayoría de los estadounidenses blancos tienen antepasados locales que no se remontan más allá de 1880, por lo que son «menos americanos» que los descendientes de los esclavos africanos. Cuando mi bisabuelo, Michael Blazak, vino aquí desde Praga, en la década de 1890, se enfrentó a una gran hostilidad anticatólica. Su hijo se convirtió al protestantismo y se casó con la hija de un miembro del Klan y el ciclo de odio al inmigrante continuó. «¡Están tomando nuestro país! Hagamos grande América de nuevo y ¡HAGAMOS ALGO AL RESPECTO! »

Trump miente para ganar apoyos

Obviamente, Trump es un payaso que dirá todo lo que alimente su narcisismo. Cuando dijo que iba a obligar a Méjico a pagar por un muro entre nuestros dos países, sólo podía imaginarme al presidente Peña Nieto riendo y diciendo: «Señor Trump, chúpamela.» Los trumpies (estoy acuñando ese término) a menudo dicen que les encanta Trump porque dice las cosas como son. Si con eso quieren decir que los multimillonarios compran políticos a cambio de favores políticos (como Trump admitió en el debate de Fox), están en lo cierto. Pero si se refieren a todo el resto de las locuras que salen de su boca, entonces Trump no dice la verdad, pero es lo que «yo no soy racista» los racistas desean que sea. Politifact trabaja horas extras tratando de presentar hechos reales a las mentiras de Trump, pero los Trumpies prefieren la mentira. Algo muy común en la derecha. («¡Obama es musulmán!», «¡Irak tenía armas de destrucción masiva!», «¡Los Judíos controlan los bancos!»).

trump2.jpg Las mayores mentiras de Trump se encuentran en sus extrañas diatribas sobre la inmigración. A pesar de su miedo amenazador, el número de inmigrantes indocumentados ha ido disminuyendo desde 2009. Y a pesar de su interminable mantra de «violadores y asesinos,» datos reales (un concepto que el «Rey del capitalismo» debería saber) muestran que los índices de criminalidad en las ciudades disminuyen cuando la población de inmigrantes indocumentados aumenta. Piensen en eso. Si usted vive en los Estados Unidos sin documentos, ni siquiera vas a participar en marchas. ¿Por qué hacer algo con riesgo de ser deportado?

Mi esposa era una inmigrante ilegal. Gracias a la reforma migratoria durante la presidencia de Bill Clinton, y franqueando un montón de obstáculos, consiguió una tarjeta de residencia permanente y espera conseguir la ciudadanía a tiempo para votar en estas elecciones. Nuestra hija, Cozy será sin duda llamada un «anchor baby» por Trump (y Jeb Bush). Bush pidió recientemente un mejor término en vez de «anchor baby». Me permito sugerir la palabra «bebé». Pero deshumanizar inmigrantes (incluso recién nacidos) favorece a los votantes del «no soy racista, pero…». Trump ha dicho que en su primer día de presidencia se «desharía inmediatamente de toda esa gente” (supongo que mi esposa e hija están incluidos en ese grupo). Además de que no es posible (Trump «estaría interesado» en cambiar la XIV Enmienda de la Constitución), que devastaría la economía americana. Su última esposa no es sólo una modelo de ropa interior, ¡también es una inmigrante! Tal vez debería preguntarle. (¿La nueva Primera Dama?)

Es irónico que Trump lanzara esta línea en Sweet Home Alabama. Los republicanos de Alabama aprobaron una ley en 2011 (HB 56, la Alabama Taxpayer and Citizen Protection Act) para reprimir a los «ilegales». Los residentes pronto vieron los productos pudriéndose en los campos, desapareciendo de las estanterías de supermercados y el cierre de restaurantes. El Gobierno Federal intervino (con la ayuda del Southern Poverty Law Center) sobre la constitucionalidad de la ley y ahora es sólo un entrañable recuerdo del cruce de políticas racistas y realidad. Alabama ensayó una ley de inmigración al estilo de la de Donald Trump y Fracasó rotundamente.

Trump, por supuesto, cuida de los racistas que le convienen. En el mitin de Alabama se le unió en el escenario Jeff Sessions, uno de los políticos más extremistas en contra de la inmigración en el país que se ha relacionado con grupos de supremacía blanca. Trump está utilizando a este confeso racista como «consultor» en su política de inmigración. Cabe señalar que cuando los Trumpies ridiculizan a los «inmigrantes ilegales», no se refieren a los rusos, ucranianos indocumentados, irlandeses, canadienses o incluso chinos. Es sobre todo sobre la gente de color. Si Trump contara la historia de un irlandés indocumentado que comete un crimen atroz no obtendría el mismo rugido de aprobación que si contara una historia similar acerca de un «mexicano ilegal».

Y ahora que Trump está tratando de atraer a los cristianos conservadores, ha añadido en sus discursos de campaña la islamofobia, construyendo historias sobre refugiados cristianos de Siria no permitidos en los EE.UU., cuando los refugiados musulmanes sí lo son. Es otra mentira, pero los «yo no soy racista» Trumpies airean la mentira en los correos electrónicos en cadena y en comentarios en Facebook (Incluso apareció publicado por un Trumpie en mi página.) ¿Se imaginan lo que Jesús diría sobre Donald?

Randy Blazak

Watching the Wheels

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

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