A sus 67 años, este peso pesado del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido gobernante, confirmó la semana pasada que no se presentaría a un segundo mandato al frente de la Unión Africana (UA).
Al final de su mandato al frente de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma prepara su regreso a la escena política sudafricana y se encuentra entre los favoritos para suceder a su ex marido, Jacob Zuma, sumido desde hace meses en diferentes escándalos. Los rumores, persistentes en Sudáfrica, la convierten en una posible sucesora de Jacob Zuma. «No hay duda de que existe un lobby subterráneo alrededor de su persona», declaró a la AFP, Mcebisi Ndletyana, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Johannesburgo.
Después de haber ocupado varios puestos ministeriales, incluyendo el de Asuntos Exteriores, con varios gobiernos de Sudáfrica, sus cuatro años en la cumbre de la UA, que terminan en julio le han permitido ganarse su puesto en la escena internacional. Y su candidatura no desagrada a Jacob Zuma, que ha mantenido una buena relación con su ex esposa, y que podría enfrentar a cargos por corrupción cuando salga de su puesto. «Esto podría tranquilizarle porque no creo que ella quiera ver al padre de sus hijos en la cárcel», señala M.Ndletyana. Pero para llegar a la presidencia, Nkosazana Dlamini-Zuma debe convencer primero al ANC, donde algunas facciones no ocultan su deseo de cambio después de dos mandatos en el poder de Jacob Zuma. «A pesar de ser que una política consumada, los oponentes de Zuma podrían no querer otro Zuma en el poder», aclaró M.Ndletyana. «No creo que vaya a continuar en la línea de su ex marido,» advierte Mavuso Msimang, antiguo compañero de Dlamini-Zuma como ministro del Interior.
Tradicionalmente, el presidente del ANC se convierte en presidente después de las elecciones generales. Esto requeriría que Dlamini-Zuma ganara el primer congreso del partido a finales de 2017, para poder suceder a su ex marido. «Tiene un verdadero potencial para convertirse en presidenta», explica Mavuso Msimang, que la describe como una «persona extremadamente inteligente» y dice que su «experiencia dentro de la ANC» debe tenerse en cuenta. Originaria, como Jacob Zuma, de la provincia de KwaZulu-Natal, al este del país, esta médica de formación conoció a su ex marido en Suazilandia, en el exilio durante los años del apartheid.
En 1972, se convirtió en la segunda esposa de su marido polígamo y le dio cuatro hijos antes de divorciarse en 1998. Al final del apartheid esta histórica militante del ANC fue nombrada Ministro de Sanidad en el gobierno de Nelson Mandela. A continuación, a continuación fue Ministra de Asuntos Exteriores donde fue implementó la «diplomacia silenciosa» del presidente Mbeki, haciendo caso omiso a la profunda crisis que estaba atravesando la vecina Zimbabue. Bajo el mandato de Jacob Zuma finalmente se convirtió en Ministra de Asuntos Interiores, y trató de llevar a cabo la delicada tarea de reformar un departamento plagado de corrupción y burocracia, antes de convertirse en Presidenta de la UA en Addis Abeba, en 2012.
Su ausencia en los últimos cuatro años de la escena política nacional permite que esté, relativamente, al margen de los escándalos que afectan a la política de Sudáfrica. Si su perfil más bien tranquilo y su lealtad hacia el ANC hacen de ella una seria candidata para suceder a Jacob Zuma en 2019, tendrá que convencer a su partido para que elijan, por primera vez, a una mujer en 104 años de existencia. Su principal rival debería ser el actual vicepresidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ex líder sindical que se convirtió en empresario y es uno de los hombres más ricos del país.
El ANC elegirá a su presidente en 2017, que será el favorito para reemplazar a Jacob Zuma como jefe de Estado. En virtud de la Constitución, éste último no puede presentarse a un tercer mandato.
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