Djamana djana y los sonray, por Fátima Valcárcel

9/03/2012 | Bitácora africana

Como dicen en Malí, “la música sirve para contar la historia”. En esta ocasión, no voy a narrar una parte de la historia con una canción ni con dos, pero sí voy a aprovechar una coincidencia sonora para hablar brevemente sobre los sonray. Una de las etnias mayoritarias de este país.

El otro día me copiaron un montón de música local en el portátil (aquí no es ilegal) y ¿cuál fue mi sorpresa? Al darle por primera vez al play sonó una canción de Ketama: Djamana djana, cuyos título y estribillo están en sonray. Enseguida os paso el enlace y os traduzco la letra, pero antes unos apuntes.

¿De dónde proceden los sonrays? ¿Qué era de ellos hasta el siglo XV? Aunque el origen de los sonray no está claro, existe un cierto consenso en que ya hacia el siglo VIII reinaba en Kukia la primera de las dinastías de los sonrays: los Dia (Za), quienes posteriormente trasladaron su capital a Gao. Sin embargo, no fue hasta la llegada al poder de la dinastía Sonni (Sii, Chii…), y más concretamente hasta el reinado de Ali Ber (Sonni Ali) en 1464, cuando los sonrays crearon el tercer imperio, por orden cronológico, del área occidental africana. Si contamos únicamente los tres más relevantes del antiguo Sudán: Ghana, Malí y Sonray.

El empuje de Sonni Ali sería, por tanto, definitivo para el destino del reino de Gao. El último descendiente de la dinastía Sonni creó el imperio Sonray durante los 28 años que duró su regencia.

Los verdaderos cambios en la organización del Estado, no obstante, se darían tras su muerte con la llegada al poder de la tercera y última dinastía sonray: los Askya. Si bien las bases sobre las que se estructuró el nuevo imperio Sonray tendrían también una deuda con Ali Ber: la idea de haber designado gobernadores para mantener el orden en un imperio, ahora, centralizado.

Por otro lado, también es importante resaltar que el Askya, como rey soberano, seguía siendo considerado como un padre, con capacidad para ejercer el poder sagrado, y que, por tanto, debía garantizar la prosperidad de todos. Sin embargo, durante el tiempo que duró la dinastía de los Askya, los reyes no siempre se preocuparon por el beneficio de la gran familia a la que debían proteger, hasta el punto de que, en numerosas ocasiones, ni siquiera tuvieron en cuenta a la más cercana.

La economía:

Mientras que a Sonni Ali se le reconoce la construcción de diques que impulsaron el fomento de la agricultura, Sékéne Mody Cissoko afirma que el río Níger, durante el siglo XVI, proporcionó la alimentación básica del imperio, gracias a que el suelo regado por sus aguas resultaba especialmente propicio para el cultivo de cereales: mijo, sorgo, arroz (que mayoritariamente consumían los nobles) y trigo duro.

El ganado constituía una fuente de bienestar para la población del imperio Sonray, gracias a las aportaciones de carne, leche, pieles para los habitantes y, más concretamente, para las grandes metrópolis dedicadas al comercio que, a cambio, proporcionaban productos manufacturados y sal a las gentes del campo.

Finalmente, la pesca supuso el tercer pilar de la economía rural del imperio. Tanto los sorkos -fracción importante del pueblo sonray-, como los bozos, los dos o los gounas se dedicaban a esta actividad. Los peces capturados no solo servían para el auto-consumo, sino que también eran ahumados, secados y vendidos en todo el área de la curva del Níger. Eran transportados hasta los oasis del Sahara, y, probablemente, se distribuían también en el Sudán occidental llegando hasta las zonas forestales.

Mientras la región importaba bloques de sal, armas, ropas, caballos, cobre, azúcar y artesanía del norte de África, a su vez exportaba oro, marfil, especias, nueces de cola, algodón y esclavos. Es decir, el comercio prácticamente no varió respecto a las transacciones realizadas en el imperio de Malí. Pero lo que sí que se les debe reconocer a los Sonray fue el control de los principales mercados de la región: Djenné (mayor centro comercial, que conectaba la sabana y el bosque); Tombuctú (centro espiritual y también económico); y Gao (capital política que, comercialmente, miraba hacia el Sudán central: Libia, Egipto…). Urbes, todas ellas, ligadas al río Níger, desde donde también se fletaban barcos cargados de mercancías como: camellos, bueyes y asnos.

El comercio, además, no solo se dirigía hacia el exterior, sino que los intercambios externos se cruzaban también con los internos, especialmente en el caso de determinados productos como los cereales, el pescado seco o la artesanía.

Asimismo, el primer rey de la dinastía, Askya Mohammed, unificó el sistema de medidas y pesos en todo el imperio y nombró inspectores en los mercados más importantes. Las compras, normalmente, se realizaban mediante el trueque, pero también con el pago de cauris o de polvo de oro.1

En definitiva, el sistema económico estaba basado en la explotación de grandes estados al servicio de los nobles (mano de obra, tributos…) y en la recaudación de impuestos sobre un comercio que, aunque sirvió para enriquecer a la población urbana, apenas afectó a la producción, por lo que casi no se registraron innovaciones técnicas ni en las zonas rurales ni las ciudades. Únicamente lasw ligadas a la construcción de viviendas, la alimentación y al modo de vestir de los nobles.

La maquinaria administrativa del imperio estaba destinada a garantizar a Askya Mohammed los suficientes ingresos para hacer frente a una imponente estructura burocrática y a un ejército de gran magnitud.

De hecho, en materia económica, apenas merece añadirse a este apartado el reinado de Askya Daoud (1549-1582), que algunos autores han considerado “la edad de oro de la civilización nigeriana”. A él se le debe la creación de un depósito de moneda acuñada: una novedad sin precedentes en el Sudán occidental, donde ningún soberano había contado antes con este sistema de pago.

La caída del imperio Sonray:

Entre las causas que nos pueden ayudar a entender la caída del imperio Sonray se encuentran tanto factores internos como externos.

Después de que algunos de sus propios hermanos e hijos despojaran de su trono a Askya Mohammed, en 1528, por considerarlo demasiado mayor e incapacitado por su ceguera, el imperio Sonray apenas vivió momentos de relativa calma, excepto durante los reinados de Askya Isaqh I, entre 1539 y 1549, y de Askya Daoud, desde 1549 hasta 1582.

La desmesurada ambición por el poder de los familiares de Askya Mohammed y de sus descendientes provocó que no se cumpliera el modo de sucesión propuesto por el creador de la dinastía. El sucesor debía ser el mayor de los hermanos del Askya depuesto: el Kurima Fari. Sin embargo, la forma de llegar al trono estuvo cargada de asesinatos entre los miembros de la misma familia para acceder al reinado o de ascensos basados en el empuje de personajes muy inferiores en la jerarquía.

Los Askyas, islamizados y apoyados, por tanto, en una pequeña parte de la sociedad -normalmente los habitantes de la ciudades-, persiguieron su propio beneficio y se olvidaron de un pueblo que seguía practicando sus ritos tradicionales y que, alejados de las urbes, apenas percibían las ganancias de un comercio que, como indica Ferrán Iniesta, numerosos autores han tratado de justificar como inevitable, dadas las exigencias de la demanda internacional.

1 Cauri: molusco cuya concha blanca y brillante servía de moneda.

Djamana djana (Ketama)

Ya yo no tengo máquina porque la he vendio y con el dinero le he comprado un vestio lleno de volantes lleva ese vestio pa’ que mi gitana no me eche en olvido Oh nebife, nebife katanie djamana djana nebife, nebife katanie djamana djana nebife, nebife katanie djamana djana nebife, nebife katanie djamana djana.. (Oh, yo te quiero, yo te quiero y te llevaré a un lugar muy lejano…) Yo no cambio tus amores y no me importa el dinero con tus besos, prendo fuego que me abrasa y me devora prisionero a todas horas de tus besos, yo me muero Oh nebife, nebife.. Ya yo no tengo máquina porque la he vendido y con el dinero le he comprado un vestido lleno de volantes lleva ese vestido para que mi gitana no me eche en olvido Oh nebife, nebife..

Nota: La versión que me han pasado es la de Ketama con Toumani Diabaté, y con letra. No la encuentro en la web pero os prometo que otro día os cuento sobre este músico maliense y sobre la kora, su instrumento. Cambe! (¡Hasta pronto!)

Original en : Es la hora de África

Autor

  • Valcárcel, Fátima

    Fátima Valcárcel es ante todo periodista y enamorada de África y por este continente ha volcado su labor profesional y humana . Actualmente reside en Mali donde colabora con el periódico "Les Echos" y desde Bamako escribe su blog "Es la hora de África" que reproducimos en esta Bitácora Africana.
    Escribe en la Revista "Política Exterior" y en "FronteraD" , y en la Universidad de Valencia con la Cátedra UNESCO . organizó y dirigió seminarios sobre África

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