Discurso íntegro del Dr. Denis Mukwege en la sede de Naciones Unidas

19/10/2012 | Opinión

Excelencias, Señores Embajadores:

Hubiese querido comenzar mi discurso con la fórmula habitual: “Tengo el honor y el privilegio de tomar la palabra ante ustedes”. Desgraciadamente, las mujeres víctimas de violencia sexual en el Este de la República Democrática del Congo (RDC) viven en la deshonra. De forma permanente tengo ante mis ojos las miradas de las ancianas, de las hijas, de las madres e incluso de los bebés deshonrados.

Todavía en la actualidad muchas están sometidas a la esclavitud sexual; otras son utilizadas como armas de guerra. Sus órganos están expuestos a la más innoble sevicia.

¡Y esto ocurre desde hace 16 años! 16 años de andar errante; 16 años de torturas; 16 años de mutilaciones; 16 años de destrucción de la mujer, el único recurso vital congoleño; 16 años de desestructuración de toda una sociedad.

Ciertamente, sus respectivos Estados han hecho mucho en términos de hacerse cargo de las consecuencias de esas barbaries. Les estamos muy agradecidos.

Hubiese querido decir “Tengo el honor de formar parte de la comunidad internacional que ustedes aquí representan”. Pero no puedo.

Cómo decírselo a ustedes, representantes de la comunidad internacional, cuando la comunidad internacional ha demostrado miedo y falta de coraje durante estos 16 años en la RDC.

Hubiese querido decir “Tengo el honor de representar a mi país”, pero tampoco puedo.

Efectivamente, cómo estar orgulloso de pertenecer a una nación sin defensa; entregada a sí misma; saqueada por todas partes e impotente ante sus 500.000 hijas violadas durante 16 años; 6.000.000 de hijos e hijas muertos durante 16 años sin que haya ninguna perspectiva de solución duradera.

No, no tengo ni el honor ni el privilegio de estar ahí ese día. Mi corazón está pesaroso.

Mi honor, está en acompañar a esas valientes mujeres víctimas de violencia, esas mujeres que resisten, esas mujeres que a pesar de todo permanecen en pie.

Hoy, gracias al informe de los expertos de Naciones Unidas, al mapping-report del Alto Comisionado para los derechos humanos de Naciones Unidas y muchos otros informes creíbles, ya nadie puede ocultarse tras el argumento de la complejidad de la crisis. Consecuentemente, de aquí en adelante conocemos los motivos de esta crisis y sus diferentes protagonistas. Lo que se echa en falta es la voluntad política.

¿Pero hasta cuándo? ¿Hasta cuándo debemos asistir impotentes a otras masacres?

Excelencias, Señores Embajadores: con gran humildad les digo que ya no necesitamos más pruebas, necesitamos acción, una acción urgente para detener a los responsables de estos crímenes contra la humanidad y llevarlos ante la justicia.

La justicia no es negociable, necesitamos vuestra unánime condena de los grupos rebeldes que son responsables de estos actos, necesitamos acciones concretas contra aquellos Estados miembros de Naciones Unidas que apoyan de cerca o desde la distancia esas barbaries. Nos hallamos ante una urgencia humanitaria que ya no da lugar a la tergiversación. Se han reunido todos los ingredientes para poner fin a una guerra injusta que ha utilizado la violencia y la violación de mujeres como una estrategia bélica. Las mujeres congoleñas tienen derecho a una protección como ejemplo de todas las mujeres de este planeta.

Querer guardar todos estos informes creíbles en el cajón del olvido sería asestar un duro golpe a la credibilidad de las diferentes resoluciones de Naciones Unidas que exigen la protección de las mujeres en periodos de conflictos, y por lo tanto desacreditar nuestra querida institución que sin embargo se supone debe garantizar la no-repetición del genocidio.

Los logros de la civilización están retrocediendo. Retroceden por las nuevas barbaries como en Siria y en la RDC, pero también por el silencio ensordecedor y la falta de coraje de la comunidad internacional.

No sabríamos acallar la verdad ya que es testaruda, deberíamos más bien hacerle frente para evitar traicionar nuestros ideales.

Tengo el honor de decir que la valentía de las mujeres víctimas de violencia sexual en el Este de la RDC acabará por vencer al Mal.

¡Ayudadles a volver encontrar la paz!

Les doy las gracias.

DENIS MUKWEGE, Médico, director de Panzi, en Bukavu, RDC.

Publicado en múltiples medios africanos, entre ellos Le Congolais, el 4 de octubre de 2012.

Traducido para la Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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