Se dan bastantes casos de dirigentes africanos que legan su poder a descendientes o hermanos. Esta práctica está favorecida por regímenes autocráticos que se mantienen en el poder durante décadas. A menudo, dichos regímenes terminan siendo percibidos como dinastías por derecho de nacimiento. Algunos países africanos no fijan límite alguno a la permanencia de sus presidentes en el poder; pueden presentarse a nuevas elecciones cuantas veces lo deseen. Sin embargo, la mayoría fija un límite de dos o tres periodos en la permanencia de sus líderes. Uno de los instrumentos más frecuentemente utilizado para conseguir prolongar la permanencia en el poder es el cambio o la interpretación abusiva de las constituciones que rigen los países. Estas manipulaciones no siempre tienen éxito, aunque con frecuencia prosperan.
Numerosos son los gobernantes africanos que se mantienen en el poder durante muchos años o, al menos, intentan hacerlo. La permanencia continuada en el poder puede tener consecuencias nefastas para los países así gobernados, aunque también pudieran conllevar algunas ventajas. De toda evidencia, esto no es un fenómeno exclusivamente africano.
Bartolomé Burgos
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