Día mundial de la justicia social.

20/02/2017 | Editorial

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Podría resultar una broma de mal gusto, si no fuera trágico, el que tengamos un día para todo, lo que más pisoteamos: los derechos humanos, la trata de personas, la dignidad humana, la democracia, alimentación, salud, medio ambiente, empleo y la justicia social.

Los políticos prometen lo que ni pueden, ni a veces quieren dar a los ciudadanos. El drama del sistema político-económico actual y de gran parte de los líderes sociales consiste en que la dignidad de las personas y el bien común no les importa. Solo les interesa el negocio y el poder. Esto es patente en África, como en el resto del mundo.

El papa Francisco dice: “Necesitamos crecer en una solidaridad que debe permitir a todos los pueblos llegar a ser por si mismos artífices de su destino. (A.E- nº 190).

“La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen solo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral”. (A.E. nº 203)

“Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo”. (A.E. nº 205)

Muchos políticos tienden a politizar todo, mientras los poderes financieros negocian con todo: la salud, educación, alimentos, viviendas, empleo, la tierra y sus recursos, el deporte, la música y hasta con los servicios sociales.

Algunos magnates presumen de poseer montes, lagos e islas enteras, como Richard Branson que posee la isla de Mosquito, (Islas Vírgenes británicas), y 360 empresas.

Por eso resulta vergonzoso y aparecen hipócritas los líderes políticos y financieros, cuando se atreven a hablar del bienestar y justicia social, al mismo tiempo que reservan gran parte de su capital en paraísos fiscales.

La actuación de políticos y financieros, dentro de “este sistema capitalista, injusto en su raíz” (A.E. nº 59), no puede ser una actividad noble. Para que un servicio público o privado sea noble y beneficioso, debe cambiar este sistema y estas reglas del juego.

Es imperativo y urgente, cambiar a los políticos y financieros que operen irresponsablemente en este sistema esclavizador y cruel para la mayoría.

Es necesario aislar a las empresas, comercios e instituciones bancarias corruptas y depredadoras, con nuestras cuentas y compras diarias, eligiendo otras instituciones que promuevan el comercio justo, la banca ética y una economía más colaborativa, orientada al bien común. Tales Instituciones éticas siguen creciendo en todo el mundo.

Una sociedad concientizada, motivada, organizada y en colaboración con otras instituciones afines, tiene todo el poder y los recursos para realizar profundos cambios sociales en la gestión de todos los recursos y servicios, con responsabilidad y promoviendo el bien común. Estos cambios están llegando en África y en el mundo.

Es importante crear también medios de comunicación y redes sociales, que promuevan la dignidad humana, la educación integral, la inclusión y la justicia social, por encima de sus intereses comerciales.

El medio más relevante para una transformación social profunda y sostenible, será siempre una educación más integral y holística, que incluya todas las dimensiones del ser humano: física, emocional, intelectual, académica, profesional, espiritual y social.

Si la desigualdad social sigue aumentando cada día, si seguimos saqueando las tierras y recursos de los pueblos africanos, si seguimos traficando con personas, con armas y drogas, si continuamos acaparando más riqueza en unas pocas manos a costa de rapiña y despojos, provocando millones de refugiados, si un 20% y hasta un 85% (Uganda) de los jóvenes siguen en paro, si sacamos los millones acumulados a paraísos fiscales, ¿cómo nos atrevemos todavía a hablar de justicia social y de derechos humanos?

Lo sabemos muy bien. Los cambios y transformaciones sociales nunca llegan de los poderosos, y siempre brotan de las sociedades oprimidas pero conscientes de su dignidad, de su poder y de su responsabilidad.

¿A quién o a qué esperamos?. Los partidos políticos actuales, incluso sus sindicatos, son parte del problema, pues todos operan dentro de mismo sistema capitalista. Todos buscan el poder y el control de los recursos. Todos conocen la corrupción.

Esta nueva visión del ser humano con su dignidad, la promoción del bien común y la participación ciudadana, necesitan un nuevo marco de estructuras más colaborativas, éticas y transparentes, y sobre todo exigen líderes responsables y capaces de una gestión de acuerdo con los valores y derechos humanos universales.

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