Descubriendo el Ubuntu en las regiones somalíes de África

28/03/2012 | Crónicas y reportajes

En un viaje reciente al Cuerno de África, pasé una considerable cantidad de tiempo en las regiones habitadas por somalíes. La mayor parte de este tiempo lo pasé en el estado regional somalí de Etiopía, con una breve visita a la región autónoma del norte de Somalia, Somaliland.

Me sentí obligada a escribir este artículo en el contexto del comportamiento xenófobo con el que se encuentran a menudo otros africanos en Suráfrica, pero en particular con la a veces repulsiva actitud hacia la comunidad somalí.

Me encontraba en esta fascinante parte de África con el propósito de recopilar datos para mi investigación del doctorado. Mi investigación no tiene nada que ver con los somalíes y la xenofobia en Suráfrica. Sin embargo, este es un asunto que considero muy relevante para el actual proceso de formación de estado en Suráfrica. Que la xenofobia es un asunto que la mayoría de los surafricanos encuentra aberrante va más allá de dudas. Lo que queda es hacer algo al respecto, en lugar de hacer retórica vacía en público de condenas cada vez que otro migrante africano es asaltado. Podríamos empezar por lograr y mostrar un interés sincero en la gente a la que llamamos con nombre derogatorios, averiguar de dónde son, cómo viven allí y qué les ha traído a nuestro país.

Al ir a aquella región, yo no estaba particularmente preocupada por mi nacionalidad. Mi principal preocupación era cumplir los objetivos de mi investigación. Sin embargo, en mitad de mi investigación el tema de la xenofobia en Suráfrica descubrió su cara más fea de la forma más inesperada. Estaba en el este de Etiopía, todavía no en el estado regional somalí, tal y como establece el marco del sistema federal. Este día en particular, estaba visitando un mercado de camellos en una ciudad rural. Estaba con un guía y todo iba bien, nos estábamos mezclando con los mercaderes e intermediarios. En la mayoría de los casos la gente necesitaba un tiempo para darse cuenta de que yo no era de allí, y una vez que se averiguaba mi nacionalidad, muchas de las respuestas eran bastante positivas, con la habitual pregunta sobre la salud de Madiba. Sin embargo, en esta ocasión, un hombre se puso como una fiera y comenzó a maldecir al darse cuenta de que yo era de Suráfrica. No estaba contento y dejó las cosas claras. Una multitud se reunió alrededor y la situación parecía deteriorarse rápidamente.

Logré escapar ilesa, y la gente estaba dividida, otra multitud me aseguraba que no debía preocuparme y que “todos somos africanos”. Decididamente, el incidente me sacudió y me hizo pensar seriamente sobre el hecho de que mi próximo movimiento iba a ser entrar en el estado regional somalí de Etiopía. Al final pensé que nada iba a detenerme, definitivamente no iba a ser el hombre del mercado de camellos. Fue en este tiempo cuando coincidí con un hombre que se convertiría en un amigo de toda confianza, Mohamed Jami, un somalí etíope. Mohamed me llevó a la región somalí y más allá, hasta Somaliland, me dijo que no tenía nada que temer. También me aseguró que así como la venganza es un asunto central para la justicia indígena somalí, nunca se aplica a las mujeres. Bueno, ¡eso era un alivio! Aunque, no realmente, porque siempre me he sentido increíblemente segura en todos mis viajes.

En un extraño giro, en la capital de la región somalí, y más allá de la frontera, muchos creían que yo era del lugar. No ayudó mucho que yo fuese ataviada con ropas del lugar. En varias ocasiones mucha gente no podía creer que yo no fuera somalí. Una vez averiguaron que en realidad yo era de Suráfrica, muchos simplemente replicaban “Mashallah”.

Podría haber tenido muchas conversaciones significativas con la gente, si no hubiera sido por la barrera del lenguaje. Sin embargo, todavía estoy bastante satisfecha con la calidad de las interacciones que tuve. Fue increíblemente humillante ver que a pesar de las feas historias que llegan desde Suráfrica, la gente todavía tiene fe en el país. Fue incluso más extraordinario descubrir que muchos todavía quieren hacer el camino hacia el sur, en busca de oportunidades en educación o empresariales. También me encontré a muchos que tenían buenas historias para contarme sobre sus experiencias o de miembros de su familia que actualmente viven en Suráfrica.

Cuanto antes se den cuenta los surafricanos de que no están en una posición superior al resto de los africanos, mejor para todos. En Somaliland me contaron historias sobre cómo algunos luchadores por la libertad de Suráfrica recibieron un pasaporte somalí antes de salir del continente. Es triste que nuestro pueblo parezca haber olvidado esto tan rápido. La actual oleada de migración masiva intra-africana tiene consecuencias a largo plazo. Sin duda, esto contribuirá a que Suráfrica sea todavía más diversa culturalmente hablando, en los años venideros. Esto es una experiencia profundamente importante que hay que alimentar apropiadamente. Mi experiencia en esta región de África me ha conmovido de las formas más inimaginables, y espero que esto motive a otros para aventurarse a salir y descubrir simplemente cómo todos tenemos más cosas en común que diferencias.

Por Namhla Thando Matshanda

Namhla Thando Matshanda es surafricana que actualmente vive en Reino Unido, donde está cursando un doctorado en estudios africanos.

Publicado en el blog del lector de Thought Leader, de Mail & Guardian, Suráfrica, el 16 de marzo de 2012.

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