Descartados por el saqueo de recursos y la manipulación digital

7/12/2021 | Editorial

cidaf-ucm_logo_blanco-13.pngLa transformación digital es una gran oportunidad, pero plantea dilemas y rasgos éticos. La tecnología es buena si la utilizamos para generar un desarrollo más sostenible: “ODS”.

Los datos y su gestión emergen como el activo más importante de esta sociedad digital. Muchas plataformas y páginas web se dedican al lucrativo negocio de la comercialización de los datos personales. No viven de la publicidad, como muchos creen. Absorben datos, crean productos y los venden sin que veamos un euro. Es un modelo parasitario y agresivo.

Necesitamos coaliciones de ciudadanos, usuarios e instituciones para frenar los excesos de los gigantes tecnológicos. Necesitamos una tecnología digital basada en valores humanos y éticos. La lógica capitalista del mercado es contraria a la lógica ética y humana del Evangelio.

Buscamos desarrollar una nueva inteligencia colaborativa que nos permita diseñar una nueva gobernanza global digital ética e inclusiva.

Si deseamos humanizar la sociedad y promover un desarrollo sostenible y ecológico, necesitamos promover, no solamente una gobernanza más profesional y responsable, sino también un modelo de política y de economía centradas en el bienestar del ser humano y el bien común, gracias a una participación más activa y colaborativa de la sociedad.

La amistad social y la fraternidad, propuestas por el papa Francisco en su encíclica “Fratelli Tutti”, son las vías indicadas para construir un mundo más justo, desarrollado y pacífico. En este espíritu se firmó el Documento sobre la Fraternidad humana, por Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar en 2019.

Este mismo proyecto de un desarrollo integral y sostenible para la humanidad está promovido por los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), firmados por 193 países en la ONU, en 2015.

Estas propuestas éticas y de desarrollo integral, se quedarán en papel mojado si nos dejamos manipular por la tecnología capitalista digital y por una apropiación injusta de los recursos disponibles, privando a grandes mayorías de lo necesario para vivir dignamente.

Para promover la paz y el desarrollo sostenible a través del trabajo necesitamos una gestión justa y ética de los recursos, así como procesos de reconciliación social para garantizar una convivencia pacífica.

Con la pandemia sigue aumentando el número de personas sin trabajo, techo y tierras. Según la OIT, el número de trabajadores sin contrato laboral, ni derechos laborales, supera hoy los 2.200 millones de trabajadores. El trabajo es un pilar central del edificio social y ejerce una fuerza humanizadora en la familia y en la sociedad en todos los continentes.

Por eso, hoy estamos en un mundo salvaje para el ser humano, y sobre todo para los jóvenes y su salud mental, debido al paro, falta de infraestructuras, drogas, redes sociales sin control, individualismo y una gobernanza irresponsable.

Los países africanos, donde los jóvenes constituyen cerca del 70 % de la población, son los que más sufren esta marginación social, quedando descartados en una vida sin alternativas en sus propios países.

Esta es la razón principal por la que, en muchos países africanos, se multiplican las manifestaciones de estudiantes, trabajadores, mujeres y jóvenes, como lo vemos en Sudán, Burkina Faso, Malí, RDC, Uganda, Kenia, Sudáfrica, etc.

Gran parte de la sociedad global está indignada por una gestión injusta y egoísta de los recursos, basada en una economía capitalista que empobrece y margina a la inmensa mayoría.

Contamos con los recursos y la tecnología necesarios para afrontar los principales retos. Pero, ¿Contamos con el suficiente compromiso, la responsabilidad y la necesaria solidaridad?

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