Derecho a no ayunar en Ramadan
02.09.2010?por?Akram Belkaid
Jóvenes blogueros marroquíes reclaman la posibilidad de no ayunar durante el ramadán. En nombre del respeto a la libertad de conciencia. Toman posición que ha defendido Akram Belkaid, en su crónica del Quotidien d’Oran
Es un fenómeno interesante que merece que nos paremos un momento incluso si molesta o que juzguemos su impacto mediático exagerado con relación a otros problemas que el mundo musulmán conoce en estos momentos. En Marruecos, un grupo de jóvenes blogueros que pertenecen al Movimiento alternativo para las libertades individuales, más conocidos por su nombre Mali, reclaman abiertamente el derecho a no ayunar durante el ramadán.
Hace un año, estos mismos activistas se dieron a conocer durante el mismo período anunciando la organización de una merienda en pleno día. En aquella época, el asunto tuvo un gran eco en el Reino cherifiano y los testimonios señalan que la policía en uniforme civil, que habían rodeado y ocupado el lugar de reunión, eran bastante más numerosos que los participantes a la merienda o los transeúntes que se paraban por simple curiosidad.
Esta vez, es via internet y la red social Facebook que los miembros del Mali han lanzado el movimiento. Para Nayib Chauki, uno de los blogueros más activos del movimiento, no se trata de llamar a no ayunar sino que “de defender los derechos de los que no quieren observar el ayuno en público durante el ramadán”. Y añadía esta precisión, que estos derechos hacen parte de la libertad de conciencia y de religión. Dicho en claro, cada marroquí debería tener la posibilidad de no ayunar sin estar obligado de esconderse para comer.
Evidentemente, las autoridades marroquíes no piensan lo mismo. Como en Argelia o en la mayor parte de los países musulmanes, no respetar el ayuno en público, puede costar una multa y estancia en prisión de varios meses. A veces, el castigo se limita, sobre todo si son menores, adar una buena corrección en una comisaría, incluso en plena calle.
Esta iniciativa marroquí es un eco a la del colectivo argelino SOS LIBERTÉS que recientemente ha hecho un llamamiento al respeto de las libertades de conciencia y deploran el hecho de que los que no prectican “se arriesgan, una vez más, a ser el blanco de las fuerzas de seguridad, que se han transformado para la circunstancia en el brazo armado de la inquisición”. Como en Marruecos, pero también en Túnez, Argelia ha conocido estos últimos años numerosas arrestaciones de los no-ayunadores, que a veces han sido condenados a penas muy pesadas por haber comido en público o sencillamente haber sido sorprendidos de hacerlo en lugares que pensaban suficientemente discretos. Recordamos aquellos jóvenes de Bizkra acusados de “alterar el orden público » por haber sido sorprendidos por policías en posesión de botellas de agua mineral. También recordamos de dos primos, detenidos y encarcelados durante varias horas por haber “roto” el ayuno en Ben Aknun.
Para justificarse –cuando se les ocurre hacerlo- las autoridades recuerdan que la ley tiene que guardar su fuerza y que existen textos para castigar a los que denigran el dogma o los preceptos del islam. A veces, la explicación toma caminos menos marciales ya que hablan de respeto para los que ayunan y de la necesidad de no indisponerles comiendo en público. En fin, las diversas iniciativas que se apoyan en la libertad de conciencia y de religión para defender a los que no ayunan son calificadas de gestiones aisladas y totalmente fuera de lugar con relación al resto de la sociedad cuando no son asimiladas simplemente a la famosa « mano del extranjero ».
El hecho es que, ninguno de estos tres argumentos se mantiene. La religión es un asunto individual y cada uno es libre de respetar o no los mandamientos divinos. No se puede obligar a la gente a ser “buenos musulmanes” y, además, ¿qué premio se puede conceder a ayunos impuestos por la coercisión? No ayunar, no es insultar al islam o los musulmanes. Es hacer una opción que no importa a nadie más que al individuo mismo. Además, la lógica policial que cree que debería perseguir a los que no ayunan es algo sospechoso. ¿Porqué no encarcelar por ejemplo a los que no rezan cuando es también uno de los cinco pilares del islam ?
Las sociedades magrebíes han aceptado perfectamente e integrado el hecho que un cierto número de hombres y mujeres no recen ni en casa ni en la mezquita. Al contraio, la práctica ostensible del ayuno parece poseer un peso mucho más determinante que le hace más sospechoso. Demasiado a menudo, no se trata más que de una religiosidad formal que esconden el déficit de valores más profundos, que sean espirituales u otros. Por consiguiente, todo esto incita a la exageración y ofrece a las autoridades la posibilidad de erigirse como protectoras del dogma y del orden justo. Es más fácil perseguir y hacer saltar la liebre de los que no ayunan que perseguir y detener a los especuladores que organizan la penuria y el alza de precios en vísperas de ramadan…
En una sociedad musulmana apaciguada y evolucionada, el ramadan, aún siendo un período particular, aunque no sea más que por las manifestaciones religiosas y culturales, no debería significar la puesta entre paréntesis de la vida ordinaria. Las cafeterías, los salones de té y retaurantes deberían seguir abiertos y, sobre todo, los que no ayunan deberían sentirse libres de comer y beber delante de todos, sin tener que esconderse (evidentemente, sin que se pongan a exhibir sus sándwiches tentadores delante de las narices de los que “observan la religión”…). Los que ayunan en tierra no-musulmana pueden testimoniar: estar rodeado de gente que no ayuna no plantea ningún problema.
Para terminar, la cuestión del derecho a no ayunar y las polémicas que le rodean, demuestra una urgencia. Ya es hora que la sociedad argelina se deshaga de una religiosidad obsesiva y que se dé cuenta que la libertad de conciencia no es para nada una amenaza para el islam. Al contrario, esto mostraría que es una religión segura de sí misma, que no está a la defensiva y, sobre todo, que puede acomodarse perfectamente a la existencia de los no-practicantes o no-creyentes, a la luz del día.
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