Declaración de los Movimientos Sociales/ONG/OSC Foro Paralelo a la Cumbre Mundial de la Seguridad Alimentaria Roma, noviembre 13-17 de 2009, por José Antonio Osaba

20/11/2009 | Bitácora africana

Uno no vende la tierra por la cual camina su pueblo
Tashunka Witko – 1840 – 1877

Nosotros y nosotras, 642 personas de 93 países representando 450 organizaciones de campesinos y campesinas, pequeños agricultores, pescadores a pequeña escala, pastores, pueblos indígenas, jóvenes, mujeres, movimientos urbanos, trabajadores agrícolas, ONG locales e internacionales y otros actores sociales nos encontramos en Roma del 13 al 17 de noviembre del 2009, unidos por nuestra determinación de trabajar por y exigir la soberanía alimentaria en este momento en que el número de las personas que sufren hambre ha traspasado los mil millones.

La Soberanía Alimentaria es la solución real a la tragedia del hambre en nuestro mundo. La Soberanía Alimentaria implica transformar el sistema alimentario actual para asegurar que aquellos y aquellas que producen los alimentos tengan un acceso equitativo a, y el control sobre, la tierra, el agua, las semillas, la pesca y la biodiversidad agrícola. Toda persona tiene el derecho y la responsabilidad de participar en la decisión de cómo se producen y distribuyen los alimentos. Los gobiernos deben respetar, proteger y garantizar el derecho a la alimentación,
definido como el derecho a alimentos adecuados, disponibles, asequibles, culturalmente aceptables y nutritivos.

Los gobiernos tienen la obligación de proporcionar ayuda de emergencia. Pero no deben socavar la soberanía alimentaria y los derechos humanos. La ayuda de emergencia debe obtenerse lo más localmente posible y no debe ser utilizada para presionar a los países a aceptar los organismos genéticamente modificados (OGM). Los alimentos no deben ser usados jamás como un arma política.

Hacemos hincapié en la violación de los derechos de las personas y comunidades, tanto urbanas como rurales, que viven en zonas de conflicto armado u ocupación y en situaciones de emergencia. La comunidad internacional tiene que abordar, de manera urgente, las violaciones a derechos humanos relacionadas con los desplazamientos forzados, la confiscación y explotación ajena de la propiedad, la tierra y otros recursos productivos, la manipulación demográfica y las transferencias de población.

¿Quién decide?

Declaramos nuestro apoyo al renovado Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSAM) y resaltamos el compromiso hacia este importante órgano que han mostrado los Jefes de Estado presentes en la Cumbre de la FAO en su Declaración. Enfatizamos la importancia fundamental del renovado Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, como el principal órgano inclusivo para la formulación de políticas internacionales de la alimentación y la agricultura, dentro del sistema de la ONU y como un órgano fundamental donde el conocimiento y las perspectivas de
aquellos y aquellas que, con su trabajo diario, han alimentado a la humanidad por
generaciones, no sólo son escuchado sino también aplicados. Insistimos en el papel central del Derecho Humano a la Alimentación como principio para guiar todos los aspectos del trabajo del Comité Mundial de la Seguridad Alimentaria.

Expresamos preocupación porque el CSAM no está recibiendo el apoyo financiero apropiado, para la pretensión de su programa de trabajo. Urgimos a los Estados miembros de la FAO para que su compromiso político sea respaldado con recursos financieros. Manifestamos que aún queda mucho trabajo por hacer en el CSAM para asegurar que habrá coherencia entre los diferentes órganos de la arquitectura global institucional de la alimentación y la agricultura. En este sentido, estamos muy preocupados por el programa global sobre agricultura y seguridad alimentaria que ha sido propuesto en el seno del Banco Mundial pues su mecanismo de
gobierno parece ser no democrático ni trasparente y condenado en esa medida a repetir los errores del pasado. Mientras instituciones como la Organización Mundial del Comercio sigan privilegiando intereses comerciales por encima de las personas marginadas y malnutridas, el hambre continuará lacerando el mundo.

La sociedad civil ha jugado un papel fundamental en el proceso de la reforma del CSAM, abriendo un espacio crítico, que tenemos la intención de ocupar plenamente y de forma responsable y efectiva. En hacer esto, aseguraremos que las voces de los excluidos continúen siendo escuchadas en el corazón de la construcción de políticas alimentarias y agrícolas y la gobernanza a todos los niveles. Aunque valoramos el trabajo realizado, y tenemos grandes expectativas respecto a los futuros logros del CSAM, vamos a mantener un seguimiento atento del trabajo para asegurar que los Estados miembros cumplen con sus compromisos para crear
un mecanismo efectivo, con fuerte capacidad de coordinación a todos los niveles, capaz de hacer rendir cuentas a sus miembros, y de realizar sus compromisos para desarrollar un Marco Estratégico Global para la seguridad alimentaria y la nutrición.
El suministro ecológico de alimentos Reafirmamos que nuestro suministro de alimento ecológico actual alimenta la gran mayoría de las personas del mundo, tanto en las zonas rurales como en las urbanas (más del 75%).

Nuestras prácticas se centran en alimentar a las personas y no en el beneficio de las corporaciones. Es un suministro sano, diverso, local que enfría el planeta.
Nos comprometemos a fortalecer y promover nuestro modelo ecológico de suministro de alimentos en el marco de la soberanía alimentaria para abastecer a todas las poblaciones incluyendo aquéllas en zonas marginadas como las pequeñas islas y las zonas costeras.

Nuestras prácticas, puesto que priorizan alimentar localmente a las personas, minimizan el desperdicio y las pérdidas de alimentos, y no crean los daños causados por los sistemas de producción industrial. La agricultura campesina es resistente y puede adaptarse a y mitigar el cambio climático. De todas formas, insistimos en que la alimentación y la agricultura deben mantenerse fuera del mercado del carbono. Vamos a defender y desarrollar nuestra biodiversidad agrícola, pesquera y animal de la agresiva mercantilización de la naturaleza, los
alimentos y el conocimiento, que ha sido facilitado por las «nuevas revoluciones verdes».

Llamamos a una moratoria global de los OGM. Los Estados tienen que proteger y regular adecuadamente los mercados nacionales de alimentos. Nuestras prácticas requieren políticas de gestión del suministro con el fin de asegurar la disponibilidad de alimento y garantizar sueldos dignos y precios justos. Estamos preparados para discutir nuevos marcos legales para apoyar nuestras prácticas.

Llamamos al replanteamiento de la investigación, usando métodos participativos, que apoyen nuestro modelo ecológico de suministro de alimentos. Somos los innovadores que construimos nuestro conocimiento y nuestras habilidades. Rehabilitamos las semillas locales y las variedades del ganado, pescados y especies acuáticas para un clima en cambio. Nos comprometemos a promover los descubrimientos de la Evaluación Internacional sobre el Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología Agrícola para el Desarrollo (IAASTD por sus siglas en inglés).

Llamamos a la rendición de cuentas por parte de los investigadores. Rechazamos el control de la investigación por parte de las corporaciones y no vamos a implicarnos en foros que sean dominados por ellos. Vamos a promover nuestras innovaciones a través de nuestros medios y mediante programas de formación, educación y difusión de la información.

Vamos a fortalecer nuestras redes alimentarias rural-urbanas. Vamos a construir alianzas dentro de un Complex Alimentarius – vinculando pequeños productores, proveedores, procesadores, científicos, instituciones y consumidores – para reemplazar el enfoque reduccionista del Codex Alimentarius. Nos comprometemos a achicar las distancias entre los proveedores de alimentos y los consumidores.

Vamos a fortalecer los movimientos urbanos por la alimentación y a promover la agricultura urbana y peri-urbana. Vamos a reclamar el lenguaje de la alimentación poniendo énfasis en la nutrición y la diversidad de las dietas que excluyen la carne que proviene de sistemas industriales.

Control sobre los recursos para producir alimentos Hay que poner fin al acaparamiento de la tierra causado por el capital transnacional. El acaparamiento de la tierra y el problema de los sin tierra se han intensificado, tras la crisis alimentaria global, la deforestación, y el secuestro de los órganos gestores del agua, tanto en las zonas continentales y en las costas.

Actos de confiscación de tierras y aguas y aislamiento hechos por fuerzas de ocupación deben cesar. Los países y las compañías están colaborando en
prácticas alarmantes de acaparamiento de tierras. En menos de un año, más de 40 millones de hectáreas de tierra fértil en África, Asia, América Latina y Europa del Este, han sido usurpadas mediante estos acuerdos, desplazando la producción local de alimentos por intereses de exportación.

En vez de promover las inversiones en industria agrícola a grande escala, urgimos a nuestros gobiernos y a la FAO a implementar los cambios estructurales implícitos en la declaración de la Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) y en la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU. Aquí, el Comité Internacional de Planeación por la Soberanía Alimentaria (CIP) debe jugar un papel fundamental para asegurar la participación efectiva de los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil.
Exigimos reformas agrarias integrales que aseguren los derechos individuales y
colectivos/comunales al acceso y el control de los territorios. Todos los Estados deben implementar políticas públicas efectivas que garanticen el control comunal sobre todos los territorios.

Hay que implementar fuertes mecanismos de rendición de cuentas para indemnizar
las violaciones de esos derechos. La igualdad de género y los intereses de la juventud tienen que estar en el centro de las reformas agrarias y acuáticas genuinas.

Las reformas deberán garantizar a las mujeres y a la juventud plena igualdad de oportunidades y derechos a la tierra y a los bienes naturales, y deberán compensar la discriminación histórica y actual.

El acceso al agua es un derecho humano fundamental. El agua debe seguir perteneciendo al acervo común y no verse sujeta a mecanismos de mercado en su uso y gobernanza. Las reformas en este ámbito deben dar reconocimiento legal, protección y refuerzo de los derechos colectivos de las comunidades de pescadores de pequeña escala a acceder y utilizar los caladeros y recursos marinos.

Debe acabarse con la supresión de rutas de pastoreo y con la expropiación de tierras, riquezas naturales y territorios a las comunidades locales a través de concesiones económicas, grandes plantaciones, agricultura industrial y acuicultura, turismo, grandes infraestructuras y otros proyectos. La recolección también constituye una fuente importante de alimento para nuestras comunidades y merece por ello protección específica.
El derecho al territorio de los pueblos indígenas comprende una visión de la naturaleza como un ser vivo esencial para la identidad y cultura de las comunidades o pueblos. Tal y como lo establecen los artículos 41 y 42 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, hacemos un llamado a la FAO a que adopte una política para los pueblos indígenas, a que reconozcan los derechos territoriales de los pueblos indígenas y a que garanticen su participación en la toma de decisiones sobre los recursos. Instamos a la FAO y al FIDA a que creen un grupo de trabajo para los pueblos indígenas en el CSAM.

Rechazamos la propiedad intelectual sobre recursos vivos como semillas, plantas y animales. Deben prohibirse los monopolios biológicos de facto, en que la semilla o el animal se esterilizan. Debemos conservar las semillas en nuestras manos. Seguiremos intercambiando nuestras semillas y nuestros animales. Valoramos nuestro conocimiento tradicional de pescadores, ganaderos y agricultores y vamos a seguir desarrollándolo para poder alimentar a nuestras comunidades de forma sostenible. Nuestras canciones y cuentos expresan nuestra cosmovisión y son de vital importancia para mantener nuestra relación espiritual con la tierra.
Compromisos de la Sociedad Civil.

Nos comprometemos a incrementar nuestro nivel de organización, construir alianzas fuertes y transversales y promover acciones conjuntas, articulaciones, intercambios y solidaridad para hablar con una sola voz fuerte en favor de nuestra soberanía alimentaria.

Estamos convencidos que solo el poder de los pueblos organizados puede conseguir los cambios necesarios, y por ello nuestra principal tarea consiste en informar, concienciar, debatir, organizar y movilizar a la gente.

Las mujeres participantes en el Foro, señalando su opresión sistemática a través de los procesos de globalización y corporativización de la agricultura, opresión ésta que se ve exacerbada por el patriarcado, nos comprometemos a conseguir la igualdad en la representación y la toma de decisiones. Exigimos justicia de género, paz y respeto de los derechos de las mujeres, incluidos los derechos comunes de la propiedad. Deben respetarse, valorarse y protegerse nuestros derechos sobre las semillas, los recursos de producción, nuestro saber y nuestras contribuciones para la mejora de la resistencia de ciertas especies.

Deben garantizarse condiciones laborales seguras y salarios justos a las trabajadoras del campo y sus comunidades.

Los jóvenes participantes en el Foro reiteramos que la juventud es clave para el desarrollo y la puesta en práctica de políticas agrícolas ecológicas y socialmente sostenibles. Todos los órganos de toma de decisiones deben garantizar la participación de los jóvenes. Insistimos en la necesidad de una educación agrícola, pesquera y ganadera (formal e informal) a partir de una edad temprana, incluyendo la capacitación y formación necesarias para satisfacer las aspiraciones de los jóvenes y las mujeres. Nuestro comprmiso con la soberanía alimentaria incluye la petición de que el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial se rebautice y se
transforme en el “Comité de Soberanía Alimentaria Mundial” y que se declare una moratoria a los agrocombustibles.

Nos comprometemos a asumir nuestras responsabilidades de forma colectiva para movilizarnos por la soberanía alimentaria a todos los niveles, desde lo local a lo internacional.

Reclamamos el control y la autonomía de nuestros procesos de organización y alianzas y vamos a seguir mejorando el proceso de rendición de cuentas mutuo valorizando la riqueza de nuestra diversidad y desde el respeto de nuestra respectiva autonomía. Reconocemos el papel esencial del CIP en la facilitación de la creación de alianzas.

¡Queremos la Soberanía Alimentaria YA

Autor

  • José Antonio Osaba, Licenciado en Derecho y en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto, trabaja desde hace más de 30 años en el campo de la Cooperación al Desarrollo, primero en el Comité Católico Francés contra el Hambre y por el Desarrollo, después como técnico en la Cooperación oficial del País Vasco, y actualmente en la ONG Foro Rural Mundial, como asesor y coordinador de la campaña en favor de la declaración por la ONU de un "Año Internacional de la Agricultura Familiar". A través de su trabajo en África, Asia y América Latina ha conocido más de 110 países. Colabora con el CIDAF desde hace más de dos décadas.

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