Declaración de Lluc: Afrontar nuestros miedos y reconectar el mundo

4/11/2024 | Documentos R+JPIC, Opinión

En el Santuario de la Mare de Déu de Lluc, lugar emblemático en el que se une la belleza, el silencio y la contemplación, conscientes de la necesidad de construir un mundo en el que el miedo y la miseria no tengan lugar, nos hemos reunido para las jornadas anuales de la Comisión General de Justicia y Paz, inspiradas por el recientemente celebrado 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A lo largo de dos días de intenso trabajo, cincuenta personas en ejercicio de nuestra responsabilidad ciudadana, social y eclesial hemos reflexionado y debatido acerca de la necesidad de «superar los miedos y reconectar el mundo» y construir esperanza con nuestras acciones y compromisos.

Nos sentimos profundamente Iglesia y como personas creyentes en camino queremos que la Iglesia sea un referente siempre creíble en materia de derechos humanos. Creemos muy necesario dar pasos más significativos en la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres en su seno y en la necesidad de acoger todas las especificidades que se encuentran en ella, sin olvidar la diversidad sexual. Así, ejercemos la sinodalidad y colegialidad a la que nos invita el papa Francisco.

Nos preocupa el desarrollo descontrolado de la inteligencia artificial, fruto de un capitalismo que provoca desigualdad y que oprime y excluye a las personas más vulnerables y aliena a la ciudadanía. Esta tecnología, si olvida la centralidad y dignidad de la persona, vulnera la privacidad, la libertad de expresión y la equidad. Necesitamos una regulación estricta para asegurar que la inteligencia artificial se desarrolle y utilice de manera ética y responsable. Valoramos sus efectos positivos y apostamos por la formación de una ciudadanía crítica e informada, que sepa identificar los riesgos de su mal uso y corregirlos.

Una de las carencias más graves de nuestro Estado social y democrático de Derecho es la gran dificultad que las nuevas generaciones encuentran en el acceso a la vivienda. Nos indigna que este derecho, reconocido en la Constitución, no inspire suficientemente la actuación de responsables políticos, jueces y tribunales. Es necesario que la vivienda deje de ser únicamente considerada un bien de mercado y pase a ser un derecho humano fundamental. Hacemos un llamamiento a las administraciones para su efectivo desarrollo y a la comunidad cristiana, a las congregaciones religiosas y al episcopado para que pongan sus inmuebles al servicio de este derecho.

Europa como espacio de respeto, ciudadanía y dignidad se está desvaneciendo. El sueño de los padres fundadores de la Unión Europea corre hoy más peligro que nunca de desvanecerse como consecuencia de los populismos, la insolidaridad y el fantasma de la guerra. Es imprescindible que Europa vuelva a sus raíces, que apueste de nuevo por la dignidad de su ciudadanía y de las personas que buscan en el territorio europeo un lugar donde reconstruir su proyecto de vida. No podemos olvidar nuestros errores pasados. Europa sólo puede ser viable si apuesta por la paz, la justicia y los derechos humanos; y los pasos que se están dando no van en ese sentido. Particularmente preocupante es la deriva que se está tomando en materia de política migratoria.

Desde Justicia y Paz denunciamos las diferentes guerras que de manera cruel e inhumana asolan nuestro mundo hoy, la escalada de la industria de las armas y el consecuente deterioro de las políticas públicas y sociales, así como del entorno natural y cultural. Exigimos el cese de todas las guerras y genocidios y apostamos de forma decisiva por la paz, basada en la justicia.

En este momento en el que se opta por resolver los conflictos mediante el enfrentamiento y la polarización, en lugar del diálogo y el respeto mutuo, hemos concretado en Mallorca el anhelo de afrontar los miedos frente al inadecuado desarrollo de la tecnología, la falta de garantías de derechos fundamentales como la vivienda, las políticas migratorias de Europa y la instrumentalización de la guerra. Queremos reconectar el mundo con una Iglesia más solidaria, sinodal y comprometida con los Derechos Humanos.

Comisión General Justicia y Paz

[CIDAF-UCM]

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