De Burundi a Burkina, el contagio de la injusticia

21/09/2015 | Opinión

Represión política, golpe de Estado: ¿la pasividad de la comunidad internacional deja el campo libre a los futuros Bokassa y Mobutu?

¿La restauración dictatorial que está en marcha en Burkina Faso es una consecuencia directa, en cierta medida, de las vacilaciones de la comunidad internacional con Burundi?

Ni en Uagadugú, ni Bujumbura, ni en ninguna otra parte hay un pueblo predestinado a la dictadura y a la tiranía. La democracia es una aspiración humana global, una norma sin fronteras, un proyecto global fundado en el rechazo de lo injusto.

Lo injusto es, en su manifestación más grotesca, un Nkurunziza en Burundi tomando la decisión de presentarse a un tercer mandato conculcando la Constitución, que limita a dos el número de mandatos presidenciales. Y ya conocemos el trágico resultado: los burundeses salieron a las calles para impugnar la decisión son reprimidos ferozmente (asesinatos de líderes de la oposición, munición real contra los manifestantes, arrestos, radios independientes y TV saqueadas y quemadas, tortura establecida como una técnica de gobierno…)

En mayo, ya di la voz de alarma sobre las posibles consecuencias continentales de esta terrible represión en una entrevista a l’Humanité «El impulso democrático ciudadano en Bujumbura se quiebra con impunidad por medios violentos y todos los aspirantes al poder sin límites, todos los tiranos de otras épocas, todos se creerán autorizados. Resurgirán entonces con gran pompa sobre el escenario de la historia política africana todos los Bokassa, todos los Idi Amin, todos los Mobutu todos con sus delirios de grandeza sin límites. La actual lucha de los demócratas burundeses nos concierne a todos».

Nos encontramos en «Bolibana», como dicen en Burkina, es decir, en un punto de inflexión en la evolución de los procesos democráticos en África. Tuvimos La Baule, las conferencias nacionales, la introducción de la política multipartidista, la apertura del espacio político y social. Luego, más tarde, la caída de Gbagbo y este mensaje: no importan las razones y las cuestiones políticas, no se puede disparar a ciudadanos desarmados sin atenerse a las consecuencias. Inmediatamente después, el presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, fue obligado a salir del poder: más valía el exilio en un país vecino que una aventura sangrienta con La Haya como término. Hoy, por desgracia, con la dictadura Nkurunziza asumida sin complejos, el mensaje es el contrario: se puede reprimir suprimir tranquilamente con sangre los impulsos democráticos de los ciudadanos. Existe un mayor riesgo de contagio de los regímenes dictatoriales y un terrible retroceso histórico de la democracia en África. ¿Regresamos a los días de antes de La Baule?

Por David Gakunzi *

@rib

* Escritor, profesor, presidente del Foro Mundial de París y exfuncionario internacional.

[Fundación Sur]

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