Entrevista con Liepollo Lebohang Pheko, de Suráfrica
La surafricana Liepollo Lebohang Pheko es la portavoz de ‘Gender and Trade Network Africa’, de Suráfrica. Habló en el Foro sobre las sociedades de origen y las alternativas de desarrollo. Las fuerzas de la migración subsahariana, dentro de la misma región, es un grifo que se ha abierto y ya no se puede cerrar, por factores políticos, económicos, sociales, luchas religiosas, factores medioambientales… Para esta activista las migraciones subsaharianas son algo impuesto desde los primeros tiempos de la colonización. Los misioneros de antes son ahora los agentes económicos y las ceremonias de antes han pasado a ser el mercado mundial. Este clima de explotación introduce a África en el mercado global, para luego marginalizarla.
De manera general, la visión de la migración es simplista. Por ejemplo, no se tiene en cuenta que las causas de la migración pueden ser voluntarias, haciendo referencia a la libertad de elección de los individuos y a sus inquietudes personales, o involuntarias, cuando un país o región se vuelve inhabitable y la gente tiene que huir en busca de una vida mejor, aunque la mayoría de las veces no encuentran esa vida mejor sino hambre, rechazo y dolor. Esta actitud simplista contra los inmigrantes suele considerar a estas personas inútiles, sin preparación, que traen enfermedades, sin tener en cuenta que son mucho más influyentes las políticas económicas y sociales del país de acogida, que la falta de preparación, por ejemplo. Los estados del sur de África, están muy dispuestos hoy en día a ejercer de «obispos» de esta nueva religión que es la economía y permiten que el dinero se vaya del país con su consentimiento.
La situación de África es muy complicada, está más vinculada a la demanda externa de los recursos que a la relación del Estado con sus propios ciudadanos, incapaz de crear oportunidades para que su pueblo no emigre. Esto da lugar a una situación tan frágil, en la que se carece de todas las necesidades más básicas, que a su vez genera desconfianza ante los inmigrantes, y se producen episodios de violencia contra los inmigrantes, como ha ocurrido recientemente en Suráfrica, con la complicidad de la policía. Además, los estados son incapaces de contener el nivel de conflictos, lo que genera más y más refugiados. Por otra parte, en estas «democracias sólo de proceso», no hay espacio para el pensamiento alternativo, ni la crítica. Los ciudadanos podrían poner su esperanza en las elecciones, pero la experiencia muestra que éstas no hacen sino aumentar la tensión y la violencia.
La ineficacia de los Estados a la hora de relacionarse con sus propios ciudadanos ha dado lugar a otro tipo de emigración que está muy vigente por toda el África del Sur, es la emigración que depende de las estaciones. La gente acude a trabajar a otros países en los momentos en los que hace falta más mano de obra. También se produce a nivel comercial, las mujeres del Sur de África, se desplazan a Dubai, por ejemplo, a comprar bienes de consumo más baratos, para después venderlos en su país. Para solucionar las cosas que hay que solucionar, como los ataques xenófobos que ocurrieron en Suráfrica, no se puede desvincular la economía, de la política, ni de lo social. En Zambia tuvieron que cerrar una Universidad porque en cuestión de meses se habían marchado más de 200 profesores. Se sabe que los ingresos de los Gobiernos por el intercambio de mano de obra son enormes. Hay menores que mantienen a una media de 15 personas en algunas regiones del sur de África.
Estos problemas no se encierran en un solo ámbito, sino que alcanzan a la economía, a la política social y a las demás políticas de los Gobiernos. No hay que olvidar, recuerda Liepollo L. Pheko, que todos los seres humanos tenemos derecho a recibir protección en cualquier país y bajo cualquier Gobierno, aunque sea el lugar donde nacemos el que determine de dónde somos.
Las alternativas que promueven en la organización en la que ella trabaja se basan en el principio de que hay que olvidar la agenda neoliberal y hay que proteger y ayudar a los productores y comerciantes locales. Hay que formular estrategias y tácticas comunes, vinculadas a un ideal y una inspiración africana, no de Bruselas o de Westminster. Es muy importante crear una identidad africana.
Debate de ideas
El debate que se generó tras las conferencias que junto con la surafricana habían impartido una activista de Nepal, uno de Méjico y uno de Ecuador, reiteró que al Foro Social Mundial de las Migraciones acuden miles de personas con miles de mensajes que transmitir. Pero, casi todos estos mensajes son uno mismo. Unos podríamos haber terminado las frases de los otros y viceversa. Las migraciones se enfrentan a los mismos problemas en todos los confines del mundo.
Una mujer ecuatoriana del público recordó que no deberían aceptar, sus paisanos, o sea ningún país emisor de migrantes, que [los países ricos] utilicen la disculpa de los inmigrantes para justificar sus multimillonarios fondos de codesarrollo, que sólo les enriquecen a ellos mismos, con toda la actividad económica que ello genera en beneficio propio, enviando expertos y dando lugar a contratos millonarios para las compañías propias, etc. En Ecuador, sentenció la mujer, hay gente de sobra y sobradamente preparada para desarrollar el país, pero no se nos deja hacerlo.
Las personas que acuden a un foro mundial sobre migraciones sienten las mismas inquietudes. Son muchas las ideas que se pueden recopilar, pero se le olvida a uno si quien lo pronunció era de Bolivia o de Angola, del Sáhara o de Nepal, de Brasil o de Suráfrica, de Ecuador o de España. Todos eran elocuentes y tenían el incansable poder de la razón.
La propia Liepollo Lebohang Pheko, muy amable y paciente, repetía su mensaje a unos y otros, después del debate.
Estas son las preguntas que le hicimos desde la Fundación Sur:
Fundación Sur: ¿Qué piensa sobre la labor de la Fundación Sur de informar sobre África en España?
Liepollo Lebohang Pheko: Todo tiene que ver con las percepciones, con la manera en que nos imaginamos que es la gente, muchas veces, diferente a la manera en que es la gente en realidad, diferentes a lo que quieren ser. Creo que la sociedad española y el Gobierno y los movimientos populares tienen la responsabilidad de educarse unos a otros y de ser abiertos para entender mejor que no todos los que vienen aquí, ni cada africano que llega es un inmigrante ilegal, o un traficante.
Además, hay que darse cuenta de que hay algunas circunstancias que nos sacan de nuestros países, a menudo sin querer, económicas, políticas, un conflicto, una guerra, por el medioambiente o por lo que sea y existe una necesidad de entender esto, es necesario que haya alguien que quiera decir que hay que amar a nuestros vecinos. Sinceramente, con todo lo que Europa se está llevando de África, es lo menos que pueden hacer cuando llegan tiempos de escasez.
Fundación Sur: Comparando Europa con Suráfrica, como países receptores de inmigración ¿Cree que es lo mismo?
L.L.P. No es exactamente lo mismo. Es muy duro generalizar. Creo que la diferencia entre intramigración en África y la migración hacia el exterior son las cosas que tienen que ver con la cultura. Los idiomas de los países… Las diferencias dentro de África, entre un país y otro, a veces son muy profundos, pero no tan profundas como lo son para la gente que viene a Europa, en el sentido de esa plataforma de entendimiento común, tenemos una cultura con bastantes cosas en común, creo que somos más similares que diferentes, sobre todo en algunas regiones, donde incluso tenemos el mismo idioma, pero me he dado cuenta de que en todas partes, allá donde vayas hay diferencia de clases.
El primer objeto de rabia, sospecha u hostilidad, será la persona de la comunidad que crees que te va a quitar lo poco que tienes. Esto es lo que hemos visto recientemente en Sudáfrica, la percepción, sobre todo entre la clase trabajadora, o en comunidades con muy bajos ingresos, de que los migrantes les estaban quitando sus recursos, la gente pensaba: nos están quitando nuestros trabajos, nuestras casas… el mismo lenguaje que he escuchado también por toda Europa. Sin embargo, creo que las diferencias no son tan grandes para la gente africana que viene a Suráfrica, como para los que vienen a Europa.
Fundación Sur: ¿Qué hace exactamente su organización en Suráfrica?
L.L.P. La organización con la que colaboro, ‘Trade Colective’, es un movimiento sin ánimo de lucro, una ONG. Trabajamos con movimientos populares que se ocupan de asuntos relacionados con la justicia económica. Estos movimientos populares o entidades incluyen activistas de muchos campos, incluyen campesinos, pescadores, activistas de género, estudiantes y comerciantes ilegales y también legales, gente que vende en la calle… porque todos estos grupos tienen sus propios intereses para que se implanten políticas de comercio y económicas determinadas.
Fundación Sur: ¿Reciben parte de los fondos que Europa envía a África, para impulsar el desarrollo en el continente y evitar la inmigración?
L.L.P. Creo que eso es una responsabilidad mutua, pero en realidad la gente de cada lugar debe tomar la iniciativa, crear la agenda y establecer las prioridades. Los donantes externos parecen creer que porque ellos den este dinero, están creando un espacio extraordinario para crear la agenda y para generar discusión. Eso no es correcto, eso es una forma bastante… antigua de considerar el compromiso con el desarrollo.
Fundación Sur
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