Cuidado con los hombres blancos con maletín

23/07/2007 | Opinión

Hace años tuve una conversación en Ciudad del Cabo con alguien que estaba ayudando a desarrollar un plan de marketing para el turismo. Esta persona me dijo que el mayor número de turistas que vienen a Suráfrica vienen del continente y que ellos son los que gastan más dinero. Nada de esto era el resultado de un plan, al menos, hasta aquel momento.

Esto tenía sentido para mí. Yo ya me había encontrado y había conocido a muchos keniatas, la mayoría gente de negocios, a menudo mujeres, que venían a Suráfrica para comprar surtido para sus negocios o buscar Universidad para sus hijos. Pasaban algunos días en los almacenes de Johannesburgo o Durban, vendían algo, compraban un montón de cosas, y después puede que pasasen un par de días en Sun City antes de marcharse.

Aunque miles de keniatas hacen esto cada año, nunca he visto un anuncio de alguna oferta.

Kenia es así también. De muchas formas desmedidas, Nairobi sirve a la gente de los negocios, las agencias y los Gobiernos de ocho países: Uganda, Tanzania, Ruanda, Burundi, Sudán, Congo, Somalia y Etiopía. Justo ahora, las únicas rutas nuevas de Kenia Airways está abriendo lucrativas rutas africanas.

Los comerciantes vienen de todas partes, buscando todo tipo de piezas y muestras de recambio, Mercedes Benz nuevos y escarbadientes, fardos de ropa de segunda mano y servicios bancarios, cemento, escuelas privadas rentables, plantas de semillero y diseñadores de páginas web independientes. Las partes más vibrantes de la ciudad son los alrededores de las paradas de autobuses que sirven a este gigantesco mercado.

Por supuesto, en nuestro mundo siendo como es, no hay servicios que hagan la vida de estos pobres viajeros más fácil. A la policía de Kenia le encanta acosar a los extranjeros africanos negros porque ellos tienen más miedo a los representantes de la autoridad que los demás y soltarán cualquier cosa que se les pida. No hay ninguna oficina establecida por el ayuntamiento de la ciudad para apoyar el comercio y a los comerciantes cerca de la calle Tom Mboya, ningún sitio al que acudir a protestar, no hay ningún foro donde discutir sobre cómo hacer que este negocio crezca.

En lugar de eso, soldados con porras. Esos miles de millones de chelines keniatas que entran en la ciudad cada mes necesitan ser gestionados y el plan de gestión es porras y gases lacrimógenos, además de una eficiente colección de multas y cuotas.

Puede que estos países vecinos sean la mayor fuente de ingresos, pero entonces debemos considerar ciertas definiciones. Tomemos “inversor”. Un inversor es un hombre blanco con un maletín, un hombre de piel morena con un maletín está aquí para “sobornar”, un hombre negro con un maletín es un “inmigrante ilegal”.

Estos son señales, aunque esto este pensamiento está cambiado poco a poco. Una compañía senegalesa que hace software innovador para aduanas, acaba de obtener un gran contrato con Kenia. Los donantes – benefactores se quedaron de piedra. ¿Quién iba a pensar que la tecnología podría traerse y venderse desde dentro del continente?

Ahora. La rotunda verdad de todo esto, es que hay muy poca inversión significativa que pueda venir de un hombre blanco con un maletín. Esto es debido a que vivimos en un sistema solar diferente. A lo que él se refiere con una vida de bajo coste para él y su familia, va mucho más allá de los medios que Kenia puede proporcionar.

Hay una bonita historia que circula en Nairobi sobre un proyecto de la cáscara de café, en el que un precioso carbón que no daña al medioambiente, bien financiado, es producido por hombres con maletines para el mercado africano, con lo que se pretendía que la gente dejase de quemar carbón vegetal. El problema era que los costes del proyecto eran muy altos: grandes casas con seguridad habilitada las 24 horas del día, banda ancha de Internet, escolarización privada en las escuelas internacionales y todas esas cosas que habían que incluir en la financiación.

Lo que no dice la historia es que hombres de piel oscura con maletines, están fácilmente disponibles, pueden descender de los aviones llegados de Mumbai con 50.000 dólares y con la capacidad de vivir con un dólar al día, mientras que montan la Compañía de carbón vegetal de cáscara de café de Kenia, que rebajará el precio de los acuerdos de las mafias con el carbón vegetal.

Es por esta razón por la que me ha venido a la mente la idea de que el Gobierno chino ha construido un centro comercial como parte de su misión de mercado en Nairobi. Que ellos hablan de hacer negocios, y eso es exactamente lo que quieren decir. Por que cuando escuchas hablar a nuestros tipos diplomáticos de la Unión Europea, pensarías que todo lo que hacen es donar y proporcionar “apoyo asociativo”, no somos un mercado, somos una especie de guardería que necesita mano dura y colores brillantes y marcados.

Han surgido un montón de artículos de gente preocupada en Occidente que hablan de cómo China e India están explotando África. Pero para mí, parece que sus motivos son muchísimo más sinceros, transparentes y abiertos que el balbuceo condescendiente que dan nuestros socios con maletines que quieren poner en marcha negocios con mecanismos de seguridad basados en la compasión. Recientemente conocí a una mujer que daba formación a africanos sobre “actividades que generen ingresos”.

Ella nunca había dirigido un negocio próspero. Simplemente asistió a un curso sobre desarrollo en alguna parte en Europa. Me la encontré volando en un vuelo business a Ámsterdam.

Es un buen trabajillo, si puedes pillarlo.

Binyavanga Wainaina

El autor, Binyavanga Wainaina, es un periodista keniata. El artículo fue publicado por el diario surafricano ‘Mail & Guardian’, el 16 de julio de 2006.

Traducido por Rosa Moro del Departamento África de la Fundación Sur.

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