Vivimos en tiempos de comunicación digital y de inteligencia artificial (IA). Caminamos hacia un futuro impulsado por la tecnología (infotecnología+biotecnologia). Una diferencia fundamental consiste en que la IA resuelve problemas, mientras que la conciencia personal humana, goza además de sentimientos: alegría, dolor, amor. Los ordenadores pueden ser superinteligentes, pero no tienen conciencia. El control de datos no aporta sentido ni significado para una mejor calidad de vida.
Estamos ante una nueva situación: quienes poseen los datos poseen el futuro. Los datos son como el nuevo petróleo. La globalización podría aumentar, más todavía, la desigualdad, ya alarmante, entre las élites y los supervivientes. La carrera por controlar los datos ya ha comenzado: Google, Facebook, Amazon… Pero esta dictadura digital existirá en la medida que lo permitamos.
La fusión de la infotecnología y de la biotecnología es una amenaza para los valores fundamentales de: libertad, ética, responsabilidad y solidaridad. Cualquier solución al reto tecnológico tiene que pasar por la cooperación global. Aunque el nacionalismo, la política partidista, la religión y la cultura dividen a veces a la humanidad.
La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado y con más medios. Las personas mayores viven con frecuencia una dura soledad. La IA de Facebook puede trabajar para fortalecer nuestro tejido social y hacer que el mundo esté más unido, además de producir coches autónomos y cura de enfermedades. Facebook mantiene conectados a más de 2.000 millones de usuarios activos y pretende unir al mundo. Los mismo hacen Amazon, Google, Apple, Twitter, con una presencia meramente tecnológica, y además siguen evitando los impuestos, en paraísos fiscales.
Según el historiador y filósofo israelí Harari, solo la cooperación global puede resolver los tres grandes retos: el nuclear, el ecológico y el tecnológico. Pero toda cooperación exige ética y solidaridad. Mientras que el terrorismo actual es real, el futuro terrorismo nuclear, el ciberterrorismo o el bioterrorismo plantearían una amenaza mucho más seria y exigiría una respuesta coordinada y global.
Pero los retos más urgentes de la humanidad son: gobernanza responsable, gestión de recursos para el bien común, economía ecológica, fuentes de energía renovables, y colaboración global para la integración de migrantes, y por la paz y armonía social.
El mejor remedio para la estupidez humana sería un sano realismo y humildad, pues no somos el centro ni los dueños del mundo, aunque lo creemos. La especie humana comenzó en África, en la edad de piedra, hace 100.000 años, y lo más relevante es que las nuevas tecnologías nos sirvan para ser cada día más humanos y más solidarios.
Existe la regla de oro que, es una norma humana universal. Ser compasivo y solidario es bueno para nosotros mismos y para los demás. El empoderamiento de comunidades y sus líderes, con valores universales, es el mejor servicio a la humanidad. La vida es más que relatos y control de datos, es encontrar su significado profundo. La sabiduría de nuestros mayores, nos debe iluminar en esta búsqueda.
Conscientes de los retos y de las maravillas de la vida, y animados por las experiencias más profundas de fe, esperanza y amor, que nos hacen felices, seremos capaces de tratar a los demás como hermanos-as, y a la tierra como nuestra casa común.