Los árabes invadieron España en el 711 DC y fueron estos musulmanes africanos quienes civilizaron a las salvajes tribus blancas.
Hace 408 años, el rey Felipe III de España firmó un decreto condenado a convertirse en uno de los ejemplos históricos más tempranos de limpieza racial. En la época de mayor influencia de la Inquisición Española, el rey Felipe III ordenó la expulsión de 300.000 moriscos musulmanes que fueron obligados a abandonar España, comenzando así uno de los episodios más trágicos y brutales de la historia del país.
En contra de la sabiduría popular, fueron los antiguos africanos quienes llevaron la civilización a España y muchos otros rincones de Europa y no al revés.
La primera gran civilización europea floreció en la isla griega de Creta en el 1.700 AC y, en un primer momento, fueron los africanos anteriormente asentados en el Delta del Nilo quienes civilizaron a los griegos. Posteriormente, Grecia llevaría esta cultura hasta Roma, con cuyo declive empezaría la Edad Oscura, que duraría 5 siglos. La Civilización regresó a Europa de mano, una vez más, de otro grupo de negros africanos, los moros.
Cuando se enseña historia en occidente, se llama a esta etapa “La Edad Media”, o “Edad Oscura”, nombre este que hace referencia a un tiempo en el que la civilización en general, incluyendo las artes y las ciencias, se estancó por completo. Esto podía ser cierto para los europeos, pero desde luego no para los africanos. El historiador Cheikh Anta Diop explica que, durante la Edad Media, los grandes imperios del mundo eran imperios negros y como los centros culturales y educativos mundiales eran en su mayoría africanos. Es más, durante esta etapa, los europeos eran los bárbaros sin ley.
Tras el colapso del imperio romano muchas tribus guerreras blancas del Cáucaso se desplazaron hasta Europa Occidental para escapar de la invasión de los hunos. Los moros llegaron a las costas españolas en el 711 DC y fueron estos musulmanes africanos quienes civilizaron a las salvajes tribus blancas del Cáucaso. Eventualmente, los moros extenderían su dominio por toda España, Portugal, el norte de África y el sur de Francia y lo mantendrían durante más de 700 años.
A pesar de que muchos gobernantes españoles han intentado ocultar esta parte de su historia la arqueología y la propia historia arrojan luz sobre cómo los avances en matemáticas, astronomía, arte y filosofía introducidos por los moros en el país, ayudaron a sacar a Europa de la Edad Media y al comienzo del Renacimiento.
Basil Davidson, famoso historiador británico, señala que durante el siglo VIII no existía ninguna tierra “más admirada por sus vecinos ni en la que se viviera mejor que en aquella rica civilización africana que se había creado en España”.
Estos moros eran, incuestionablemente, negros. William Sakespeare llegó a utilizar la palabra “moro” como sinónimo de “africano”.
En la España musulmana, la educación era universal mientras que en la Europa blanca y cristiana el 99% de la población era analfabeta, incluso algunos reyes no sabían leer ni escribir.
Los moros alcanzaron unas tasas de alfabetización impresionantes para una sociedad premoderna. En una época en la que Europa tenía tan sólo dos universidades, los moros tenían 17. Los padres fundadores de la universidad de Oxford decidieron crear la renombrada institución después de visitar varias universidades españolas. Según las Naciones Unidas, la universidad más antigua del mundo es la universidad Al-Karaouine de Marruecos, fundada durante el periodo de mayor esplendor del imperio árabe en el 859 AD por una mujer negra llamada Fatima al-Fihri.
En el terreno de las matemáticas, los musulmanes introdujeron en Europa el número cero, los números árabes (que siguen usándose a día de hoy) y el sistema decimal. Todo esto ayudo a resolver problemas de una manera mucho más rápida y precisa y asentó las bases de lo que posteriormente se conocería como la revolución científica.
La curiosidad científica de los moros llegó hasta la aviación y la polimatía. Ibn FIrnas hizo el primer intento puramente científico de la historia de conseguir el vuelo controlado en el 875 DC. Los documentos históricos sugieren que este intento de hecho funcionó, por desgracia, el aterrizaje no fue igual de exitoso. Los africanos, pues, tomaron los cielos unos seis siglos antes de que el italiano Leonardo da Vinci desarrollara el ala delta.
Claramente, los moros ayudaron a la población europea a dejar atrás la Edad Oscura y allanaron el camino que conduciría al Renacimiento. De hecho, un buen número de las características de las que se enorgullece la Europa moderna provienen de la España musulmana. Por ejemplo, el libre comercio, la diplomacia, las fronteras abiertas, la etiqueta, la navegación avanzada, los métodos de investigación y muchos remarcables avances en las ciencias químicas.
En el siglo X, Córdoba no era sólo la capital de la España musulmana, también la ciudad más importante y moderna de Europa. La población de la ciudad llegó al medio millón. Tenía alumbrado público cincuenta hospitales con agua corriente, quinientas mezquitas y setenta bibliotecas, una de la cuales tenía más de 500.000 libros.
Todos estos logros se alcanzaron en un momentos en el Londres tenía una población, predominantemente analfabeta, de unas 20.000 personas que había olvidado buena parte de los avances técnicos que utilizaban los romanos unos seiscientos años antes. Las farolas y las calles pavimentadas no se introdujeron en Londres o París hasta cientos de años más tarde.
La Iglesia Católica de la época terminaría prohibiendo los préstamos financieros, decisión que obstaculizó gravemente cualquier intento de progreso económico. La Europa cristiana medieval era una tierra miserable que todavía tendría que cargar durante muchos años con la lacra de la barbarie, el analfabetismo y el misticismo.
En la era de las grandes exploraciones europeas, España y Portugal fueron líderes mundiales en navegación. Fueron los avances introducidos por los moriscos en tecnología naval, como el astrolabio o el sextante, así como sus mejoras en cartografía y construcción naval, permitieron la existencia de la Era de las Exploraciones. Así, el domino occidental del pasado medio milenio, se alimentó de los conocimientos de los marineros árabes africanos de la Península Ibérica durante el siglo XIII.
Mucho antes de que los Reyes Católicos comisionaran la búsqueda de nuevas tierras a Cristóbal Colón, los musulmanes africanos, entre otros, habían establecido un contacto significativo con América, donde dejaron una durare impronta en las poblaciones nativas.
Uno a veces se pregunta cómo pudo Colón “descubrir” América cuando unos pueblos altamente civilizados y sofisticados le estaban viendo llegar desde la orilla.
Está surgiendo un corpus abrumador de nuevas pruebas que demostrarían que los africanos navegaron a través del Atlántico y hasta las Américas mucho antes que Colón e, incluso, antes de Cristo. El Dr. Barry Fell, de la Universidad de Hardvard, señala una serie de evidencias que probarían la existencia de musulmanes en América mucho antes de que Colón llegara allí, como esculturas, un tradición oral similar, monedas, informes de testigos oculares y documentos y escritos árabes.
La evidencia más fuerte de que los africanos llegaron a América antes que Colón, nace de la pluma del propio Colón. En 1920, un renombrado historiador y lingüista estadounidense, Leo Weiner, de la Universidad de Harvard, expuso en su libro “Africa and the Discovery of America” cómo Colón anotó en sus diarios que los nativos americanos habrían confirmado que “personas de piel negra habían llegado desde el sureste en barcos, comerciando con lanzas de punta dorada”.
La España musulmana no sólo recogió y conservó los avances intelectuales de las antiguas civilizaciones de Egipto, Grecia y Roma. También amplió el legado de esas civilizaciones y realizó sus propias contribuciones vitales en campos tan dispares como la astronomía, la farmacología, la navegación marítima, la arquitectura y el derecho.
La sensación transmitida durante siglos por algunos estudiosos occidentales hace pensar que el continente africano hizo pocas o ninguna contribución a la civilización y que sus pueblos son primitivos por naturaleza. Por desgracia, esta actitud ha sido el caldo de cultivo de muchos prejuicios raciales, se utilizó para justificar la esclavitud, el colonialismo y la opresión económica de África. Si los africanos reescriben su historia, su verdadera historia, descubrirán una gloria que inevitablemente tratarán de recuperar. Después de todo, el mayor obstáculo para que África consiga ese futuro glorioso, es el desconocimiento de su propio pueblo sobre la gloria que ya tuvieron una vez.
Garikai Chengu
Fuente: Pambazuka News
[Traducción y edición, Sarai de la Mata]
[Fundación Sur]
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