Cuando la generosidad y la tecnología no bastan

18/11/2019 | Editorial

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El 17 de noviembre es el día mundial de los pobres. Aunque la intención sea buena, ¡semejante idea resulta para muchos ofensiva y hasta denigrante! Con recordar a las personas empobrecidas y marginadas de vez en cuando, nos podemos quedar hasta satisfechos de algún modo.

Ante los campos de millones de refugiados en Uganda, Sudan, Kenia, Tanzania, etc., ante los miles de refugiados desesperados en el Mediterráneo, ante los millones de jóvenes sin trabajo ni oportunidades en África y en el mundo, ante la deforestación y calentamiento global, y ante el despilfarro de billones de euros en armamentos, ante el saqueo sistemático de África por los poderoso estados y empresas,,,,,,NO basta, con algunos gestos de generosidad!!!

Tales gestos de ayuda humanitaria son ciertamente necesarios en situaciones de emergencias, y son signos de solidaridad.

Al mismo tiempo, debemos analizar: ¿ porqué nuestros gestos generosos y nuestra tecnología son insuficientes e ineficaces para sanar las raíces de la injusticia y de la marginación, y de promover un mundo más justo y solidario?

Buscar la mejor forma de ser justo y solidario, no es una opción, sino una obligación ética, y también de fe. Todos apreciamos y valoramos un corazón generoso, cuando es al mismo tiempo justo e íntegro.

Evitando entrar en juicios personales, pues desconocemos el corazón de las personas, es conveniente analizar ciertos gestos generosos de algunas compañías, sobre todo cuando está probado, (como en los casos de: Shell, Total, Nestlé, etc), que han sido imputadas por cometer serias injusticias con sus trabajadores y graves abusos de derechos humanos y medio ambientales.

Cuando algunos “buenos samaritanos” han sido preguntados sobre la inclusión de la dimensión de JPIC, en sus ayudas humanitarias, muchos responden: “ese trabajo de JPIC es cosa vuestra, nosotros nos dedicaremos a cuidar los heridos”.

La enseñanza social del Evangelio nos exige más que el quedarnos satisfechos por actuar como buenos samaritanos. Debemos incluir siempre, en todos nuestros compromisos, el llegar a sanar las mismas raíces del sufrimiento y de la injusticia.

Es vital preguntarnos: ¿por qué hay tantos heridos, desempleados y marginados, cuando disponemos de tantos recursos, tecnología y poder en nuestro mundo?

Sería un servicio de ciegos, el cuidar a los heridos que bajan por el río, sin llegar a preguntarnos: ¿por qué bajan tantos heridos por el río?

La responsabilidad de todos es subir “río arriba” y sanar las mismas raíces de las injusticias y del mal, para que no caigan más personas heridas al río. Tenemos los medios, la ciencia y la medicina a nuestra disposición.


El día que queramos superar el hambre y la pobreza, lo conseguiremos.

El día que elijamos compartir mejor los bienes y cuidar el Planeta, lo alcanzaremos.

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