a verdad es que nuestro mundo es harto curioso. Quizás alguien que lea el título de esta entrada se haya predispuesto ya a recibir una estadística o una información más bien negativa, trágica o truculenta: posiblemente África se lleve de nuevo la palma en mortalidad infantil, en afectados por malaria, SIDA, dengue u otra enfermedad tropical, en el número de fortunas de dirigentes guardadas en paraísos fiscales… o en alguna cosa por el estilo ¿me equivoco?
Pues hoy no es el caso, y me enorgullezco que sea así. El otro día me encuentro una noticia que, en el contexto del Mobile World Congress, habla entre otras cosas de la introducción del pago con móvil, gracias a la colaboración de varias administraciones y compañías telefónicas.
Lo que es curioso es que este método – quizás de manera más rudimentaria – no tiene nada de nuevo ni es pionero en su género: sus orígenes se remontan a un mecanismo que la compañía de telefonía móvil keniana Safaricom introdujo en el año 2005 llamado sambaza (compartir) el cual permitía a sus usuarios regalar parte del saldo de sus teléfonos a otro usuario. Una vez que se extendió esta práctica, en el año 2007 la misma compañía telefónica irrumpió en el mercado lanzando su servicio M-Pesa (pesa significa dinero en suajili) para que los usuarios (debidamente registrados e identificados) pudieran enviar dinero a otros usuarios. De manera masiva y en un tiempo récord, los usuarios urbanos se encargaron de extender la práctica a todo el país ya que, al enviar regularmente dinero a sus parientes que vivían en el campo, les ahorraban el engorro de tener que desplazarse hasta la sucursal de banco más próxima. No sólo se limitaron a transacciones de dinero en metálico, sino que poco a poco diferentes compañías de servicios aceptaron los pagos por móvil y en unos cuantos meses se podía pagar la factura del agua, de la electricidad, se podían hacer transferencias internacionales e incluso las matrículas de algunos colegios a través de ese mecanismo, el primero de África en su género y uno de los primeros del mundo (hay referencias de un sistema parecido en Filipinas algunos meses antes).
La operadora telefónica se arriesgó mucho porque se adentraba en un campo donde había un evidente vacío legal: ¿una compañía telefónica que funcionaba como un banco? Para cuando los legisladores se pusieron manos a la obra para cortar las alas al sistema, éste se había extendido tanto que no había ya manera de pararlo. En el año 2012 los usuarios de M-Pesa solamente en Kenia eran ya 17 millones (el 40’8 % de la población). Después del éxito inicial, el sistema se extendió rápidamente a los países limítrofes del África Oriental, a Sudáfrica, a India e incluso a Afganistán. Ahora, cada operadora telefónica cuenta con su sistema de pago por móvil, el cual pertenece ya a la rutina diaria del cliente de estos países que puede efectuar pagos en cuestión de segundos, sin aparecer por banco alguno, de manera segura e incluso utilizando los modelos de teléfono más básicos (puesto que se basa no en una aplicación particular, sino en el sistema de mensajería móvil).
Por esto, me sorprende que estas «presuntas» nuevas utilidades sean anunciadas en los portales de tecnología europeos con tanto bombo y platillo. Aquí son ya historia pasada, los usuarios locales – callada y discretamente – llevan años siendo capaces de hacer transacciones y efectuar pagos que los flamantes aparatitos y sus correspondientes apps eran hasta ahora incapaces de ejecutar. Los africanos han suplido con ingenio la falta de tecnología puntera y son hoy una muestra de un sector que cumple perfectamente las expectativas de sus clientes y dentro de un mercado vibrante y en continua expansión. Para que luego digan que África va para atrás.
Original en : En Clave de África