África ha conocido reacciones colectivas desde siempre. La colonización encontró por todas partes un rechazo más o menos organizado. Las poblaciones africanas se resistieron a dejarse dominar por potencias extranjeras y, más tarde, lucharon por sus independencias. En un caso como en el otro, desafiaron a las fuerzas coloniales a pesar de la represión, con frecuencia brutal, que éstas ejercieron sobre ellas. La resistencia de las poblaciones locales conlleva una fuerte dinámica: a la invasión colonial se oponía tanto a la sumisión como a los cambios estructurales y culturales que anunciaban y que se les iban imponiendo; era una resistencia al cambio. En la lucha por las independencias, por el contrario, se trataba más bien de una dinámica de cambio contra las imposiciones aguantadas durante un siglo.
Sin duda, hubo también resistencia a la colonización árabe, más antigua, desde finales del siglo VII, teniendo en cuenta que fue acompañada de la trata de esclavos con destino al mundo árabe. Los tratantes occidentales se unieron al negocio, más tarde, con la trata transatlántica, seguida por la colonización. Los africanos ofrecieron resistencia a todos estos atropellos, aunque no siempre tengamos constancia histórica. La implantación árabe en las costas africanas y en el Sahel consiguió una estabilidad que no consiguió la colonización occidental, aunque ésta siga presente en el llamado neocolonialismo.
Los movimientos de resistencia africanos datan, pues, de muy antiguo. El carácter reivindicativo, que observamos en los movimientos antiguos, permanece en la mayoría, si no en todos, de los movimientos sociales africanos más recientes; sigue presente en el rechazo al sistema global capitalista y a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que, aunque hayan corregido deficiencias estructurales de las economías africanas, también han originado mayor pobreza y han exacerbado la pobreza de los ya pobres.
Para que tengamos un movimiento social propiamente dicho se requiere un colectivo mínimamente organizado de individuos o de agrupaciones que intenta llevar a cabo cambios sociales o políticos o les ofrece resistencia. El grupo organiza actividades eficaces conducentes a la obtención de dichos fines. No todos los movimientos sociales insisten en el aspecto reivindicativo, pero todos intentan remediar alguna carencia, por ejemplo, mujeres que se asocian para mejorar sus condiciones de vida o las condiciones de vida de sus familias. Los movimientos sociales africanos han sido pacíficos o violentos, planeados o espontáneos, pero persistentes y con poder de influenciar las estrategias gubernamentales.
Bartolomé Burgos Martínez
Investigador de África Fundación Sur
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