Creo que en estas crónicas que he ido recogiendo del ambiente que se vive aquí en estos días ha salido ya suficientemente reflejada la idea que las expectativas que se levantan alrededor de una persona pueden ser excesivas, hasta el punto de ahogar a la persona misma porque – siendo un hombre limitado como es – nunca podrá llegar al punto de contentar a todos. Seguro que los que tanto lo jalean y alaban en un mes o dos no serán tantos, porque un líder – sobre todo si quiere que las cosas cambien – tiene que tomar medidas que antes o después serán impopulares para poder llevar a cabo los cambios prometidos.
Una de las reflexiones que se me han ocurrido en estos días quizás pueda sonar absurda, pero la querría compartir con quienes se acerquen por este blog y quieran comprender lo intricado que puede ser África y sus políticas: Barack Obama ha conseguido llegar a uno de los puestos más disputados del planeta, y copa ahora la presidencia del país más poderoso del orbe. Pero si Obama hubiera sido keniano – como su padre – sería absoluta y llanamente imposible que un hombre de 47 años, no importa lo preparado intelectualmente, superdotado políticamente o lo lumbrera que sea, llegara a la presidencia de la república keniana. Niet. Aquí el sistema no lo permitiría, ya que primero tendría que integrarse en alguna de las cerradas familias políticas que con gran posibilidad ya tendrían sus candidatos de más de 60 años esperando eternamente a un puesto así, debería también prestar vasallaje a dirigentes presentes o pasados y debería, cómo no, ganar de alguna manera a grupos de personas que soliviantaran por aquí o influyeran por allá, no siempre con métodos diplomáticos ¿me entienden?
Es cierto que Obama ha llegado aupado por un Partido Demócrata, pero hay que reconocerle que dentro de él ha subido por su propio mérito. Ni formaba parte de una dinastía política ni mucho menos venía de una superfamilia llena de influencia y de pecunia que le fuera abriendo camino. Ahí creo que reside la esencia de ese llamado «sueño americano» que sonaba a música celestial inventada por la propaganda yanqui pero que al final hemos visto fehacientemente que es verdad.
No tengo duda que Obama vendrá en los próximos meses ya investido como presidente a visitar su cuna ancestral. Quizás ahí más de uno de los que lo aclaman casi como un mesías tendrá que hacer examen de conciencia porque, tal como ha anunciado en su discurso inaugural «a aquellos que se aferran al poder a través de la corrupción y el engaño y el silencio de los disidentes, que sepáis que estáis en el lado equivocado de la historia, pero extenderemos una mano si sois capaces de abrir vuestro puño». Sin duda, un mensaje que le habrá sentado bien a la gente, pero que habrá hecho rechinar los dientes de más de uno que está ahora en la poltrona del poder y esperaba que el benévolo «pariente africano» fuera una condescendiente perita en dulce.
Desgraciadamente para muchos, Obama no va a ser el presidente de los Estados Unidos de África (ni le iría bien en ese papel, creo yo, dado el tono radical de su discurso inaugural) sino de América. Podría ser que en su puesto actual pudiera ayudar o ser un catalizador para que África salga de su letargo, pero yo me conformaría con dos cosas: que ayude a que África pueda salir adelante no con proyectos de cooperación o de intervención militar tipo AFRICOM sino con un acceso justo y equitativo al mercado internacional y que luche con convincentes armas diplomáticas contra la corrupción – obviamente líderes corruptos incluídos, de los cuales Estados Unidos tiene un vergonzoso historial de apoyo – y contra los factores que impiden la libertad en África y perpetúan el subdesarrollo.
Pero para alcanzar esto, la gran potencia tendría que dejar un poco sus intereses geoestratégicos y entrar en una dinámica completamente diferente ¿Lo harán? Yo a Obama lo aprecio mucho, pero creo que al final el sistema es el sistema y por mucho que él quiera no va a correr el riesgo de nadar contra corriente simplemente para ayudar a África. Como dijo en su día el viejo zorro Kissinger «Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses.» Más claro, el agua.
Original en : http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php