Cristina Bayo: “La cultura africana se está empezando a entender y valorar” , por Wiriko

4/12/2015 | Bitácora africana

Autor: Pablo Arconada Ledesma

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El museo de arte africano de Valladolid, la Fundación Jiménez-Arellano Alonso, es, tristemente, una rara avis en el panorama artístico español. Fundado en el año 2004, cuenta con tres salas de exposición donde se trata de acercar al público un pedazo de la culturas y las artes de África. Más de 400 obras, la mayoría esculturas, forman parte de los fondos del museo, de las cuales unas 150 están expuestas al público.

Llego con un poco de tiempo a la cita. Allí, en el patio del Palacio de Santa Cruz, espero unos minutos hasta que Cristina Bayo, la conservadora del museo, me recibe con una agradable sonrisa.

La entrevista podía esperar un poco; iba a conocer de primera mano la exposición. Nos dirigimos al Salón de Rectores, la primera sala donde los visitantes comienzan a tener un primer contacto con las artes africanas. No tardamos en entrar en la Sala del Renacimiento, la joya de la corona. Aquí se encuentran las principales esculturas y las más admiradas por todo el que pasa por el museo. Cuenta en sus haberes con quince esculturas de la desaparecida cultura Nok de Nigeria, de la que sólo se han hallado mil piezas o una cabeza del rey de Benín, algo extraordinario ya que actualmente sólo se han localizado diez figuras de este tipo en todo el mundo.

La última de las salas alberga la exposición sobre el Reino de Oku, un reino situado en Camerún cuyo rey, el Fon Sintieh II, cedió las máscaras, fetiches, su propio trono, camas y trajes ceremoniales y su pórtico real para la difusión de la cultura de Oku en Europa. Es aquí donde, sin duda alguna, podemos viajar hasta tierras camerunesas y conocer de cerca el arte y la magia de África.

Volvemos al Salón de Rectores para terminar la visita y lanzar mis preguntas. Esta vez hay algo que llama mucho mi atención. Tanto la primera como la segunda sala están en penumbra. Una oscuridad que choca con la iluminación de las obras expuestas: parece que, por fin, las artes africanas pueden arrojar un poco de luz sobre tanto desconocimiento.

P.A. La fundación cumple ya once años y, como suele decirse, los inicios siempre son complicados. ¿Cómo empezó todo?

C.B. Como dices los primeros años fueron bastante difíciles. Todo comenzó cuando Ana y Alberto, el matrimonio Jiménez-Arellano Alonso, que tenían una colección extraordinaria en su casa (eran coleccionistas de arte) decidieron donar los fondos a la Universidad de Valladolid. La situación no era sencilla ya que había que encontrar unas salas que se adaptaran a la colección. Se eligió el Palacio de Santa Cruz que era y es la sede de la Universidad de Valladolid, lo que suponía un handicap a mayores. Además la colección venía de fuera y el arte africano es un arte desconocido. Lograr que el publico se acerque de primeras resultó muy complicado. Además los cambios rectorales de la universidad y de los directores afectaron muchísimo al funcionamiento y a la estabilidad de la fundación.

¿Y cuándo mejoró todo?

Lo tengo muy claro. No voy a ser pelota con mi directora actual – comenta con una sonrisa- pero es la realidad. Cuando Amelia Aguado entró a formar parte de la fundación empezó el boom. Además su llegada coincidió con la inauguración de la exposición del reino de Oku en el año 2012. Toda la labor que hace ella como gestora cultural es impresionante. Toda la difusión que sabe hacer en redes sociales ha dado un buen empujón a la exposición.

¿A qué se debe la especialización en el arte africano?

Lo cierto es que el museo tiene unos fondos muy variados. Contamos con una buena colección de arte contemporáneo occidental, así como arte asiático, una muestra de arte precolombino y la exposición de arte africano. De todos ellos el más desconocido era el arte africano, era algo especial y sabíamos que tarde o temprano llamaría la atención por su desconocimiento. Además el volumen de la colección de piezas africanas y la calidad de las obras nos convenció para empezar a impulsar este proyecto.

¿Qué es lo que podemos encontrar en el museo?

La colección cuenta con más de 150 obras expuestas. La mayor parte son esculturas, terracotas de diferentes países del África subsahariana: Malí, Níger, Nigeria, Burkina Faso, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania… y representa a muchas culturas actuales como otras que han desaparecido. En el museo están representados muchos pueblos del continente africano: Nok, Dakakari, Sokoto, Katsina, Ife, Bura, Jukun, Paré o los Falasaha, por ejemplo.

¿Cuál es el origen de las obras que exponéis? ¿Cual es su procedencia?

El matrimonio empezó a añadir obras a su colección a través de subastas y galerías de arte. Al comienzo eran subastas internacionales realizadas en países como Bélgica o Francia. Países donde el arte africano tiene un valor mucho mayor que España. En los últimos años, si que es verdad, algo ha cambiado. Las últimas esculturas se han obtenido en galerías de arte africano con sede en España, en Barcelona y en Madrid.
Máscara Oku

Máscara Oku

Las obras expuestas en el museo forman parte del arte tradicional y sobre todo son esculturas. ¿Tenéis pensado abrir la colección al arte contemporáneo africano?

De primeras el problema que tenemos es que los fondos que están expuestos son permanente. El palacio da de si lo que da de si. El arte contemporáneo siempre nos ha parecido interesante y fundamental para entender la realidad africana, pero bien es verdad que no lo podemos incluir dentro de las salas. Sin embargo con el Reino de Oku sí que hay una representación de los siglos XX-XXI y ayudamos a que se incluyan obras contemporáneas. Actualmente estamos incluyendo en nuestros espacios temporales, como “miradas sobre África” o en la galería de San Ambrosio, donde esta el reino de Oku, pinturas de Verónica Alcacer que ha trabajado durante años en África. Es por ahí por donde intentamos ampliar un poco la mirada hacia el arte más contemporáneo.

¿Cuál crees que son los principales obstáculos que impiden que el arte contemporáneo empiece a entrar en nuestro país? ¿por qué nos cuesta tanto valorar el arte africano en general y el contemporáneo en particular?

El principal obstáculo siempre es el desconocimiento y la ignorancia. El arte contemporáneo es el desconocido del gran público. La gente está acostumbrada a visitar exposiciones con obras góticas, renacentistas… pero el arte contemporáneo es más difícil de comprender y es lo que impide a mucha gente dar el paso y conocer lo nuevo. Ya si hablamos del arte contemporáneo africano tenemos un gran problema. Aquí se une el desconocimiento del arte contemporáneo con un arte que, para la mayoría de la gente, es muy distinto, externo y poco o nada conocido.

¿Habéis pensado en colaborar con otras asociaciones y dinamizar la colección relacionándola con el cine, la literatura o las artes visuales, como la pintura u otras disciplinas?

Tenemos la obligación de difundir el arte y la cultura africana. Estamos en contacto constante con varias asociaciones de todo tipo. Por ejemplo todos los años participamos en el ciclo de cine africano que impulsa la organización Umoya. También trabajamos con otras asociaciones que no se encuadran en el ámbito africano, como ASPAYM (Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos) con otros museos, con la propia universidad de Valladolid o con diversos colegios. Creemos que la difusión de África debe hacerse a través de todos los medios y los actores posibles. De hecho una de nuestras propuestas estrella ha sido la de acercar reproducciones del museo a diferentes bodegas de la provincia. Nos hemos dado cuenta que la unión de arte africano y vino es una vía excelente para hacer que la gente descubra África. Cuando hemos llevado las reproducciones a las bodegas la gente se asombra, les entra la curiosidad y se animan a descubrir el museo. Y te aseguro que acaban repitiendo. Se genera un ambiente único y en el fondo la base es la misma. En África también se bebe vino y es una tradición milenaria.

Actualmente en España sólo existe otro museo de arte africano permanente, el Museo Africano Mundo Negro de Madrid. Esto os convierte en un referente nacional, pero también demuestra que en España nos cuesta mucho reconocer las artes africanas. ¿Cómo lográis daros a conocer entre el público?

Para mí ese es el gran logro. Hay dos vías una a nivel nacional e internacional y otra a un nivel más local. La primera se basa en la difusión a través de las redes sociales para que nos conozcan fuera de Valladolid y conseguir que los visitantes se acerquen al museo. A nivel local nuestra idea es no cerrar puertas, salir a la calle y que la gente nos conozca. Eso es imprescindible. Sacar las reproducciones del museo es acercarnos a la gente. Sacar grandes carteles en la plaza de Portugalete es conseguir llamar la atención, hacernos visibles.

Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y, en menor medida, Italia, cuentan con un enorme número de centros especializados en las artes africanas, incluidas las contemporáneas. En nuestro país esto esta cambiando poco a poco gracias a exposiciones temporales como “África. Mito y Realidad” que acogió la Casa del Cordón de Burgos el año pasado o la gran expo “Making Africa” del Guggenheim. ¿Pero qué es lo que nos diferencia de nuestros vecinos?

España está a tan sólo 14 kilómetros de África. Eso debería ser un punto a favor. Desgraciadamente no lo es. Británicos, belgas, franceses… todos ellos impusieron un colonialismo muy duro, que se refleja en la extracción de obras y piezas africanas para llenar los fondos de los museos, hay mucha más tradición allí. Esos países viven de cerca el arte africano y de hecho muchos artistas africanos han tenido relación con las antiguas metrópolis. España no tiene ese contacto y no se dejó influenciar por sus colonias. Esa es la principal diferencia que veo. Eso y quizás que nuestros planteamientos artísticos son diferentes. El valor que los franceses le dan al arte contemporáneo no es comprable al valor que le damos aquí.

¿Cuál ha sido el nivel de acogida entre el público en los últimos años?

Lo cierto es que en 2010 cerramos el museo durante casi un año y medio. Todo lo que teníamos ganado entre el público, que ya nos conocía desde 2004, lo perdimos. Tuvimos que volver a empezar. Pero eso nos ayudó a plantearnos el proyecto y a repensarlo todo de nuevo. El boca a boca ha sido esencial, cada vez hay más visitantes y esos visitantes están trayendo a más gente. Creo que la acogida entre el público ha sido mucho mayor a raíz de la inauguración del Reino de Oku. Además la calidad del visitante está cambiando. Antes sólo se acercaban personas que tenían un desconocimiento total de las artes africanas, sin embargo últimamente los visitantes que llegan ya conocen algo de África. La cultura africana se está empezando a entender y a valorar. Eso lo vemos en el número de colegios que nos visita. En este curso nos han visitado ya doce colegios de Valladolid y Palencia. Los niños se acercan a la cultura africana y así conseguimos construir una base para el futuro.

¿Qué importancia le dais a las redes sociales como medio de difusión del museo y de las artes africanas?

R. Es imprescindible porque estamos difundiendo de forma rápida y sencilla la colección que tenemos. Pero también le damos otra función a las redes sociales: destacar la importancia de la cultura africana y el valor que tiene África. Un fin fundamental es acabar con las barreras físicas y de color entre unas sociedades y otras. Al final todos somos iguales. Comprender al otro, difundir las artes y la cultura africana y la tolerancia se han convertido en el eje del uso de las redes sociales.

Original en : Wiriko

Autor

  • “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org

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