Costa de Marfil : Una locomotora en el taller de reparación, por Antonio Molina

9/05/2012 | Bitácora africana

Cuando hace poco hablábamos de la esposa del ex presidente de Túnez, Leila Ben Alí, decíamos que era una locomotora accidentada, que había causado grandes desastres en su país. Entonces alguien nos preguntaba por la esposa del ex presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, la famosa Madame Simone.

LA IMAGEN DE DOÑA SIMONE

Durante los años en que su marido fue presidente de la Costa de Marfil, Simone no se contentó con representar el papel de Primera Dama del país. En especial desde septiembre de 2002, se dedicó activamente a apoyar a su marido, siendo el motor de las llamadas “Juventudes Patrióticas”, una organización política que enrolaba a los jóvenes sin trabajo, que estaba bajo sus órdenes y que con frecuencia protagonizaba desórdenes en Abiyán y salía en defensa del presidente frente a los desafíos de las Fuerzas Nuevas de Soro. Madame Simone se identificaba tano con su marido, que a veces parecía que era ella la presidenta.

LA CAIDA DE SIMONE

El día de la detención y derrota de Gbagbo, Simone apareció en la TV de Costa de Marfil, asustada y mal vestida. Algunas de sus trenzas habían sido arrancadas. Era el 11 de abril de 2011, pocos minutos después de su arresto por las Fuerzas Nuevas conjuntamente con los Cascos azules de la ONU y los militares franceses de la base cercana al puerto de Abiyán.

Las consignas de Ouattara con relación a ella fueron muy claras: La esposa del ex presidente debía ser trasladada a la zona norte, viviría en residencia vigilada y con un trato digno y decoroso.
De hecho, doña Simone, de 64 años, nunca fue encarcelada. Reside en la ciudad de Odienné, de donde es natural la madre de Alassane Outtara. Sus abogados reconocen que ella goza de unas condiciones de vida más humanas, que las que conoció su marido, cuando estuvo detenido en Korhogo, en el país senufo, cerca de la frontera de Malí, antes de ser transferido a La Haya.

En una foto publicada en el semanario “Jeune Afrique” en marzo pasado, madame Simone aparece al lado de su médico, el Dr. Eugenio Djédjé (Yéyé), liberado a finales de febrero. Simone está sonriente y con los cabellos cortados casi al rape.

LA VIDA COTIDIANA EN ODIENNÉ

El chalet que ocupa en el barrio de Heremankoro, es considerado como una vivienda confortable. Su propietario es Isufu Koné, antiguo gran canciller de Gbagbo, pasado al bando de Ouattara. El jefe del Estado y el Primer Ministro Soro fueron muy precisos al confiar Madame Simone al comandante Lanciné Konaté, jefe de la Seguridad de la ciudad: “Mme. Simone debe ser tratada dignamente.”

Una de las responsabilidades del comandante L. Konaté es la de filtrar las visitas. Tienen vía libre sus abogados, los representantes de la ONU y un pequeño grupo de personas locales, que pueblan su soledad. Entre ellas se cuentan : el prefecto de la ciudad, Jerónimo Kayaha Soro, el obispo mons. Antonio Koné y el adjunto del alcalde, Adama Cissé.
También viene con cierta frecuencia desde Abiyán, a 800 kms de distancia, dos de sus hermanas: las Sras. Victoria Ehivet Mady y Claudine Ehivet Ouattara. Ellas le traen ropa, algunos víveres típicos del sur, que no se encuentran en Odienné y medicamentos, pues Simone es diabética y también sufre de dolores de espalda, recuerdo de una paliza que recibió en 1992 al ser arrestada durante unos disturbios que se produjeron entonces.

Suleymane Bakayogo, secretario del ayuntamiento, hace de mayordomo y procura atender a las necesidades de su “huesped”.

LIMITACIONES

Mme. Simone no tiene acceso libre al teléfono. Aunque alguno de sus guardianes se lo ha prestado en alguna ocasión para comunicarse con Miaka Ouretto, presidente interino del FPI (Frente Popular Marfileño).
Simone dispone de una Biblia y de una TV por la que recibe los programas de las cadenas cristianas, pues Simone se manifiesta ahora muy piadosa y está convencida de que el Señor hará que pronto sea puesta en libertad.

En todo este tiempo no le han permitido que hable con su marido, preso en el centro penitenciario de Scheveningen, cerca de La Haya. Tampoco ha vuelto a ver a sus cuatro hijas, las dos menores, que nacieron de su matrimonio con Gbagbo, viven exiladas en Gana. Hasta ahora no pudo comunicarse con su hermana mayor, Antoinette Singleton, que reside en los Estados Unidos.

¿CÓMO OCUPA SUS JORNADAS?

Para luchar contra el aburrimiento, se dedica a enseñar a leer y a escribir a algunos de sus carceleros y a sus hijos. Otras veces se la ve afanarse en la cocina, preparando platos del sur, tan diferentes de la cocina norteña.

También se preocupa del futuro del FPI, ese partido que en el pasado fue uno de los pilares del régimen de su esposo. Podemos preguntarnos: ¿Corre el riesgo de ser trasladada a La Haya? El presidente Ouattara afirma que no, pero los jueces del Tribunal Penal Internacional no han renunciado a interesarse por su caso, pues el 18 de agosto 2011, la justicia marfileña la ha inculpado por “crímenes económicos” y sus jóvenes patriotas no eran monaguillos al servicio de las parroquias.

CONCLUSIÓN

Mientras tanto Laurent Gbagbo pasa sus días en Scheveningen, centro de detención de “5 estrellas” como conviene a los ilustres criminales de guerra y contra la humanidad. Gbagbo tiene como compañeros a Jean-PierreBemba. Ex vicepresidente del Congo RD, a Charles Taylor, ex presidente de Liberia y otros menos conocidos como el katangueño Gervasio y los congoleños Tomas Lubanza y Mateo Nguyolo. Sin olvidar a los dos serbios: Radovan Karadzic y Ratko Mladic.

Todos están instalados en celdas individuales, pueden cocinar o comer en bandejas en el refectorio común. Tienen baño individual, mesa de despacho, estanterías, una TV y un ordenador. En los tiempos libres pueden pasear por el patio de la prisión, hacer gimnasia o jugar al tenis. También pueden participar en los trabajos manuales, como la limpieza. ¡Hasta en el presidio hay clases!

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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