Costa de Marfil, el retorno de los exiliados.

17/02/2014 | Noticias

Jugar a doble o nada.

Tras de la caída de su mentor, Laurent Gbagbo, muchos de sus seguidores se refugiaron en el país vecino para salvar el pellejo.

Sin embargo, si en un primer momento se llevaron a cabo numerosas detenciones entre los acólitos del ex presidente, desde hace algún tiempo, muchos destacados dirigentes de la esfera de Gbagbo, uno de ellos el primer ministro Aké N´Gbo y el presidente del FPI(1) , Pascal Affi Ngessan, se beneficiaron de una libertad, teóricamente provisional, pero definitiva en la práctica.

El presidente Alassane Ouattara, aprovechando la corriente de distensión, hizo un llamamiento a todos los exiliados para que volvieran al redil para que pudieran de esto modo, contribuir a la reconstrucción del país, expresando el compromiso por parte del gobierno de garantizar a los exiliados que regresen, un “retorno pacífico”. Su ministro del Interior y de Seguridad, Hamed Bakayoko, prometió que no sólo no serán molestados, sino que tampoco “ningún exiliado será detenido en el aeropuerto”.

Los antiguos exiliados no tienen elección, decidiendo fiarse de las autoridades marfileñas.

Así, además del ex director general del Puerto autónomo de Abiyán, Marcel Gossio, uno de los pilares del régimen de Gbagdo, que volvió de su exilio marroquí a mediados de enero, después de casi tres años, más de un millar de exiliados, en su mayoría militares, también han vuelto al redil. ¿Acaso las duras condiciones del exilio son las que les han obligado a regresar? ¿Dónde está el mensaje de reconciliación que les ha convencido? Sea cual fuere, los antiguos exiliados no tienen elección, al decidir fiarse de las autoridades marfileñas. No les queda otro remedio, más aún cuando el poder está obligado a respetar su palabra si no quiere deteriorar su imagen y su credibilidad, no sólo ante sus compatriotas, sino también ante la comunidad internacional.

Entendemos que el presidente Ouattara quiera mostrar signos de apaciguamiento, puesto que necesita tranquilizar a los inversores, devolviendo al país a la normalidad para seguir contando con su confianza. Pero, él y su gobierno tendrían más credibilidad si clarificaran aún más su posición. En efecto, mientras que afirman que las detenciones son “una cuestión de justicia”, al mismo tiempo dicen que no hostigarán a nadie. ¿Qué podemos deducir de estas palabras si algunos oligarcas destronados, como Blé Goudé, fueron perseguidos en el exterior y traídos a la fuerza al país en que fueron detenidos, y otros como Séka Séka fueron capturados por la policía y encarcelados a la espera de ser juzgados? Si todo el mundo puede regresar sin ser importunado, mejor sería ordenar la liberación de todos los detenidos, incluido Laurent Gbagbo, para cerrar el círculo.

Hoy, más que nadie, los marfileños valoran, en su justa medida, el alcance de la palabra paz.

La paz se convierte en una necesidad en Costa de Marfil. Al volver al país, ningún marfileño estaría preparado para vivir la angustia que supone esta absurda guerra fraticida. Puesto que hoy, más que cualesquiera otros, los marfileños valoran en su justa medida el alcance de la palabra paz, que tanto glorificó el difunto presidente Félix Houphouët Boigny durante su mandato.

Por otro lado, con este análisis, se tiene la impresión de que las autoridades marfileñas están sacrificando la justicia en aras de la reconciliación. Si con ello pudieran resolverse todos los problemas de manera definitiva, sólo cabría acoger de buen grado esta iniciativa, sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos por las eventuales consecuencias de semejante coyuntura.

¿Cuál puede ser la reacción de los padres de las víctimas que esperan justicia? ¿Acaso la Comisión de Diálogo, Verdad y Reconciliación ha preparado las conciencias para estos menesteres? Además, ¿cómo perdonar en nombre de la reconciliación, todos los crímenes de sangre, todos los delitos económicos, habiendo amasado colosales fortunas, atesoradas en cuentas en el exterior que están siendo desbloqueadas, sin bendecir la impunidad? A este respecto, los temores del Movimiento Marfileño de los Derechos Humanos (MIDH) están de sobra justificados.

¿Debe entenderse, a sensu contrario que, no obstante, algunos exiliados podrían ser perseguidos? Y si es así, ¿en qué condiciones? Son tantos los interrogantes que merecen una aclaración que da la sensación de que el presidente ADO(2) está sojuzgado entre el martillo de la justicia y el yunque de la reconciliación. Parece que está apostando a doble o nada, ya sea sacando beneficio o siendo, de forma aciaga, ratificado en la presidencia, en las elecciones generales de 2015 que ya se perfilan en el horizonte y para las que unos y otros ya se han colocado en la parrilla de salida. Sólo hay que desear que con ello, no acabe por perder su alma.

Outéle Keita.

Le Pays – Burkina Faso

(1) Acrónimo en francés del Front Populaire Ivoirien. Frente Popular Marfileño, en castellano.

(2) Acrónimo de Alassane Dramane Ouattara.

Traducción y notas de Antonio Vázquez

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