Según algunos informes, los cardenales y obispos africanos, que participaron en el Sínodo sobre la familia en el Vaticano, se han quejado de su Eurocentrismo, con poca atención para los asuntos, que más conciernen a las iglesias africanas.
El arzobispo de Accra (Ghana), Charles Palmer-Buckle dijo, en un comunicado de prensa el día 15 de octubre, que el documento de trabajo, que los obispos y los cardenales estaban estudiando “parece haber sido escrito por alguien que desconoce el punto de vista africano”.
Esta fue una queja frecuente de los prelados africanos que participaron en las tres semanas del Sínodo: se habla muy poco de la “familia extendida”, por ejemplo, mientras se dicen muchas cosas sobre el modelo de familia Occidental, compuesta por: padre, madre e hijos. El tiempo gastado en las discusiones sobre la soledad o el abandono de personas mayores tiene poco que ver con la realidad africana, dicen. Y las tentativas para abrir las puertas de la iglesia a los homosexuales son seguramente el punto que encuentra mayores resistencias.
Los líderes de la iglesia africana declararon no tener ninguna intención de “bloquear el trabajo”, que se está realizando en el Sínodo, dijo Palmer-Buckle, pero añadió: “parece que lo que es bueno en África no es visto como suficientemente bueno en otras partes”
La frase del Papa Francisco en 2013 “¿Quién soy yo para juzgar?”, en relación con los homosexuales, tuvo un gran impacto en África, dijo Palmer-Buckle, pero añadió que la cuestión es “culturalmente difícil”, porque las actitudes no pueden cambiar “de la noche a la mañana… se necesita tiempo”
Desde su amplio apartamento, con una bonita vista sobre la plaza de San Pedro, el cardenal nigeriano Francis Arinze tenía una visión un tanto privilegiada de los acontecimientos, a puerta cerrada, en el Vaticano, mientras obispos de todo el mundo daban los últimos retoques al encuentro de tres semanas sobre cómo guiar, de la mejor manera posible, a las familias católicas.
Considerado hace algunos años como candidato favorito para un Papa africano, el retirado Cardenal Arinze, con sus 82 años, es todavía algo así como una “eminencia” entre los prelados africanos, que se han distinguido en este Sínodo por su firme adhesión a la doctrina católica, y por su rechazo de las tentativas de los prelados progresistas para abrir nuevos espacios en el ministerio católico a los homosexuales y divorciados.
No está claro hasta qué punto han tenido éxito en sus intentos. El día 24 de octubre los 270 obispos de todo el mundo votaron las 94 proposiciones del documento final, que fue entregado al Papa Francisco. El documento habla de una gran variedad de asuntos relacionados con la familia, desde una mejor preparación para el matrimonio y la educación sexual de los niños, hasta si los católicos divorciados y casados de nuevo pueden recibir la comunión.
Algunos de estos asuntos, que pueden ocupar las primeras páginas en la prensa europea, tienen poca relevancia para las familias africanas en su intento para conciliar el matrimonio católico con la práctica de la poligamia, y en su esfuerzo por sobrevivir en medio de una pobreza agobiante, guerras, violencia y fanatismo religioso.
Arinze expuso en una entrevista que “La mayoría de la gente en la Europa continental e incluso en Norte América, cuando oyen hablar de un Sínodo piensan inmediatamente en el divorcio y nuevo matrimonio, y en la posibilidad de comulgar en este caso. Incluso hablan de uniones homosexuales”. Al oír eso, “los africanos dicen ‘¡Señor ayúdanos! ¿Es eso lo que entendéis por familia? Este Sínodo es sobre la familia”.
En la conclusión de este controvertido Sínodo, se tuvo la impresión de que los prelados africanos y sus colegas conservadores de Europa del Este y de América habían conseguido por lo menos parte de sus objetivos. Uno de los cardenales, que participó en la redacción del documento final, el cardenal indio Oswald Gracias, dijo que el Sínodo seguramente dejaría la puerta abierta para estudios ulteriores sobre la cuestión de la comunión para católicos divorciados y casados de nuevo. Y otro, el cardenal canadiense Gerald Lacroix, dijo que no sabía si la cuestión del ministerio para los homosexuales formaría parte del documento final.
San Juan Pablo II llevó a Arinze, entonces arzobispo de Onitsa, en Nigeria, al Vaticano en 1985 como responsable del dicasterio para las relaciones con otras religiones. En 2002, Juan Pablo II lo puso al frente de una de las congregaciones más importantes en el Vaticano, como supervisor de la liturgia y de los sacramentos. Arinze se convirtió así en uno de los africanos más prominentes en la Santa Sede.
Arinze se retiró en 2008, con 82 años, y ya no participó en el Sínodo, pero sigue siendo un punto de referencia para los 44 obispos representantes de África en el Sínodo. Arinze escribió el prefacio de un libro publicado en vísperas del sínodo “África, la nueva patria de Cristo” (Christ’s New Homeland – Africa) en el que una docena de prelados africanos defienden la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre la familia y sobre el matrimonio.
Según la enseñanza de la Iglesia el matrimonio es una unión indisoluble entre hombre y mujer. Los católicos que se divorcian y se casan civilmente, sin que se haya dado la anulación del matrimonio anterior, son considerados como adúlteros, y se les prohíbe recibir los sacramentos de Penitencia y Comunión
Prelados progresistas, encabezados por obispos de lengua germánica, se han esforzado por equilibrar la doctrina con la Misericordia, y proponen que se considere cada matrimonio caso por caso, acompañándolos por el camino de la reconciliación, que, tal vez, los pueda conducir a recibir eventualmente los sacramentos.
Hablando desde su confortable apartamento, mientras que el sol se ponía sobre la cúpula de San Pedro, Arinze tenía una clara respuesta sobre el asunto. Dijo que el mismo Cristo expresó claramente lo que pensaba sobre alguien que se unía a otro/a “pareja” después de haber vivido en unión con la primera en un matrimonio valido. “Cristo tiene una única palabra para ese acto: lo llama ‘adulterio’”, dijo Arinze. “Y Cristo es manso y humilde de corazón. ¿Vamos a pretender ser más sabios o más misericordiosos que Cristo?”
Arinze dejó también claro que apoya la criminalización de la homosexualidad en la legislación de Nigeria, aunque no está de acuerdo con la pena adjunta de prisión. Y condenó las tentativas occidentales de imponer sus ideas liberales sobre los derechos de los homosexuales, como condición para la ayuda al desarrollo. El mismo Papa Francisco ha condenado este tipo de “colonización ideológica” del mundo en desarrollo.
“No estoy de acuerdo con el encarcelamiento”, dijo Arinze. “Pero sí con que el gobierno o el parlamento manifiesten su rechazo de la actividad homosexual. No me parece culpable un parlamento que lo juzgue contrario a sus deseos y a la cultura vigente. En el caso de Nigeria, tanto los católicos como los musulmanes dicen que esto (la homosexualidad) no es aceptable”.
Independientemente de la votación del Sínodo, la decisión sobre la dirección que la Iglesia debería tomar en estos asuntos es finalmente responsabilidad del Papa Francisco, que es libre de utilizar el documento final del Sínodo como base para un futuro documento propio, e incluso puede ignorarlo. En vísperas del voto final del Sínodo, el Papa Francisco mandó una señal sobre sus ideas, en su homilía del día 23 de octubre por la mañana: “Los tiempos cambian y nosotros cristianos tenemos que acompañar continuamente a esos cambios. Tenemos que permanecer firmes en nuestra fe en Jesucristo, firmes en la verdad del Evangelio, pero nuestra actitud tiene que estar continuamente en movimiento según los signos de los tiempos”.
Fuentes: News24 y AP