Contra el terrorismo no hay tutía, por Omer Freixa

26/09/2014 | Bitácora africana

En estos días el terrorismo se yergue como la gran amenaza a nivel planetario, principalmente de la mano del Estado Islámico (EI) (o ISIS) y sus famosas decapitaciones. Hay miedo y preocupación. Por ejemplo, Irak descubrió un plan del EI para atacar en los subtes de París y Nueva York. Obviamente este tema no puede ser eludido en la 69ª Asamblea General de Naciones Unidas, con sede en esa última ciudad, e inaugurada el día 24 de septiembre.

El primer día habló Cristina Fernández de Kirchner y tuvo bien presente la temática. En un momento de su discurso, de poco más de media hora, sentenció: “no se combate el terrorismo haciendo sonar los tambores de la guerra. Al contrario, es lo que quieren precisamente, una reacción simétrica para que entonces…a comenzar la rueda, siempre haya un crédito de sangre que reclamar.”. Entre otros puntos salientes respecto del tema, dijo estar “aparentemente” amenazada por el Estado Islámico debido a su cercanía al Papa Francisco y a su postura frente al conflicto palestino-israelí.

Respecto del combate al terrorismo, la impresión de la mandataria argentina evoca una concepción de la política, a mi juicio, errada. Es decir, no hay más remedio que combatir al terrorismo con guerra, lamentablemente, aunque la presidenta, en eso concuerdo, haya señalado que las víctimas principales siempre son civiles. Es que resulta imposible sentarse a negociar con fanáticos.

Dos casos recientes conmocionan y ayudarán a entender por qué el terrorismo se vence por la fuerza, mal que pese a muchos. El problema es que solo con ataques aéreos no se podrá detener al Estado Islámico, como se observa hasta ahora. Los bombardeos prosiguen… y también las decapitaciones. Al respecto, complica el panorama la declaración formulada por Barack Obama sobre que Estados Unidos no enviará tropas a combatir a Irak y Siria.

El primero de los dos ejemplos ocurrió en el norte de África. En el este de Argelia, un grupo yihadista, leal al Estado Islámico, secuestró a un turista francés (Hervé P. Gourdel) que oficiaba de guía de un contingente. A dos días de mostrar el primer video en donde el grupo lo exhibió cautivo y amenazó con decapitarlo si Francia no detiene los bombardeos en Irak, decidió su ejecución. Al efecto, se difundió un segundo video (intitulado “Mensaje de sangre para el gobierno francés”) en donde se ve la cabeza del francés en manos de los terroristas, tras abalanzarse sobre él, aunque no mostraron el momento de la decapitación.

Este grave episodio difiere de otras decapitaciones a manos del ISIS porque, en primer término, es la primera que se lleva a cabo fuera de la zona de accionar central del grupo (y no ejecutada directamente por éste) y, en segundo lugar, cambió la modalidad de exposición: la víctima no habló a cámara en la previa de su ejecución, y se mostró abatido. En definitiva, las decapitaciones empiezan a difundirse en regiones alejadas de Irak y Siria, foco del movimiento yihadista que más estremece al mundo. Era cuestión de tiempo para ver expandidas sus actividades. Argelia es un país norafricano de considerable estabilidad si bien el peligro yihadista allí es latente como en toda la región. Preocupa que haya aparecido un precedente de esta violencia impiadosa en un país distante de la Mesopotamia asiática.

En otro orden de cosas (pero no tan lejano), preocupa (si es cierta) la amenaza que dijo pender sobre ella misma, Cristina Fernández, siendo la Argentina un país tan alejado de la región foco del Estado Islámico, y totalmente ajena al conflicto. Como sea, con su declaración (más allá del “aparentemente” con el que la acompañó) la mandataria argentina quiere hacer figurar a su país como significativo dentro del escenario geoestratégico, algo dudoso si bien es cierto que los dos únicos países de América atacados por el terrorismo internacional fueron el suyo y los Estados Unidos, observación que incluyó en su discurso.

El segundo ejemplo que muestra la rapacidad del extremismo islámico ocurrió en un escenario que interesa mucho menos que el relativo al Estado Islámico, y bastante más al sur de Argelia. Se trata de Nigeria (el país más poblado de África), donde el grupo yihadista Boko Haram (hasta ahora no vinculado al EI, pero en la sintonía de declarar el Califato como aquel) a mediados de abril secuestró a unas 200 niñas. Más de cinco meses pasaron sin novedades de su liberación y frente a la pronta indiferencia mundial a la que se tiene acostumbrada a África. Pero esta semana se difundió, primero, una mala noticia para el grupo. Su líder, Abubakar Shekau, ha sido abatido, lo que fuera confirmado por el Ejército nigeriano. En ningún momento antes de su muerte se sentó a negociar con el gobierno de Abuja. La otra novedad es que se dijo que el Ejército había logrado rescatar a algunas de las jovencitas, lo que fue desmentido prontamente por sus altos mandos. Sin embargo, una recobró la libertad, pero sin negociación, es decir, como muchas otras al comienzo del cautiverio, escapó. Después trascendió que los yihadistas liberaron otras, no las del grupo raptado en abril (lo cual igual es positivo aunque fuera algo unilateral). Como siempre, la información que circula sobre África dista de ser precisa.
No hay negociación, ni la hubo. Por ejemplo, cuando Boko Haram ofreció un intercambio de prisioneros por las niñas, el Estado nigeriano rechazó la propuesta. No se puede negociar con islamistas. Lo vengo viendo hace meses (desde el inicio del secuestro el 14 de abril, en este caso), todavía no me equivoqué.

Cuando algo no tiene solución hay un dicho famoso: “no hay tutía”. Esta frase tiene su origen en un ungüento medicinal árabe (al-tutiya) utilizado en la Edad Media como remedio para todos los males de los habitantes de la Península Ibérica. Fue muy popular pero, desde la Reconquista (siglo XI) los médicos árabes comenzaron a escasear y he de allí que el remedio empezara a faltar, lo que originó esa forma de lamentarse. Ese refrán proviene, en buena parte, de árabes musulmanes. Gente de bien, los mismos que hoy profesan una fe que en nada refleja las barbaridades que comete un grupo de desquiciados que se dicen ser islámicos y contra los que “no hay tutía”, más que combatirlos sin tregua.

@OmerFreixa

Autor

  • Historiador y escritor argentino. Profesor y licenciado por la Universidad de Buenos Aires. Africanista, su línea de investigación son las temáticas afro en el Río de la Plata e historia de África central.

    Interesado en los conflictos mundiales contemporáneos. Magíster en Diversidad Cultural con especialización en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF).

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