La campaña de Manos Unidas para 2021 nos recuerda una de las realidades más escandalosas de nuestro mundo: el hambre, que toleramos con complicidad, así como el remedio para superarlo: la solidaridad.
Los 1.300 millones de personas que sufrían hambre en 2020, pueden aumentar en 500 millones este año a causa de la pandemia. Esta experiencia del coronavirus nos urge a crear condiciones de vida más humanas y dignas para todos.
La auténtica solidaridad, no se compra ni se vende, nos es ocasional ni limosnera, no busca el premio ni el aplauso, sino que primero se recibe y crece en nosotros como Bondad y Empatía, para luego convertirse en actitudes acogedoras, en palabras de reconocimiento y en comportamientos de cuidar a los demás, trabajando juntos por el bien común. Debemos pensar y actuar como un “nosotros”.
La responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros implica anteponer las comunidades empobrecidas del hemisferio sur, a nuestros intereses privados. “El individualismo consumista provoca mucho atropello, y el hambre es criminal”, dice el papa Francisco.
La persona que recibe y experimenta Bondad, es capaz de recordar todo con gratitud, de vivir lo presente con entusiasmo y de mirar al futuro con plena confianza. La Paz auténtica y la Felicidad manan de nuestra experiencia profunda de la Bondad y del Amor, que hemos experimentado primero y luego compartido cuidando a los demás, y no tanto de nuestros éxitos y proyectos personales.
La solidaridad, como la paz o la alegría, no se contagian por las muchas y sonoras palabras o con risas compulsivas y gestos generosos para la galería, sino con el testimonio y relaciones llenas de Bondad profunda, de discreción y sencillez, y de Paz interior. Se puede vivir mejor con menos apegos y más solidaridad.
Aquí reside la Sabiduría de nuestros auténticos maestros de vida: “Contemplativos en la Acción”, (Ora et Labora), o “Nadie da lo que no tiene recibido”, dice la sabiduría popular.
Podemos hablar de solidaridad y de fraternidad, pero seguirán siendo meras palabras, aunque vayan acompañadas de buenos deseos de contagiarlas, mientras no recibamos en nuestro interior una experiencia más profunda y transformadora de Bondad, y de Empatía.
Esta pandemia podría ser una oportunidad para una nueva solidaridad y fraternidad si somos capaces de acoger y experimentar una profunda dosis de Bondad. Sin una transformación interior no puede haber una nueva solidaridad.
Si realmente queremos acabar con el hambre y con las injusticias sociales debemos potenciar un mundo más humano y un desarrollo más sostenible y ecológico, pero solo será posible si estamos motivados por una experiencia de Bondad transformadora, y motivados por valores éticos.
Si contagiamos los virus del hambre, la violencia y el covid 19, más todavía podemos contagiar auténtica solidaridad, como nos recuerda Manos Unidas.