Construir un mundo más saludable por las mujeres y para las mujeres es fundamental para lograr la igualdad de género

28/03/2025 | Crónicas y reportajes

 

Mientras el mundo conmemora el 30º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín sobre la Mujer –un modelo histórico para la igualdad de género–, el progreso sigue siendo frustrantemente lento. Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, debemos poner a las mujeres en el centro de la transformación de la salud mundial.

Los sistemas de salud que funcionan bien son la base de la igualdad de género. Cuando la atención de la salud es accesible, equitativa y receptiva, las mujeres y las niñas en toda su diversidad pueden vivir vidas más saludables y tener igualdad de oportunidades más allá de la salud.

Las mujeres tienen necesidades de salud distintas y a veces cambiantes en diferentes etapas de sus vidas. Estas incluyen la salud reproductiva y materna, la salud mental, las enfermedades no transmisibles (ENT), el envejecimiento y otros problemas de salud críticos. Sin embargo, las barreras sistémicas siguen exponiendo a las mujeres a mayores riesgos de salud, en particular en los países de ingresos bajos y medianos.

Consideremos la contaminación del aire en el hogar, un problema que afecta desproporcionadamente a las mujeres. Las mujeres expuestas a contaminantes nocivos de los combustibles domésticos enfrentan un riesgo 46 % mayor de desarrollar cataratas en comparación con las que no están expuestas. Las ENT exacerban aún más las disparidades de género en materia de salud: dos de cada tres mujeres mueren por ENT como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y afecciones respiratorias, y la mayoría de las muertes se producen en países de ingresos bajos y medios.

La violencia contra la mujer sigue siendo una crisis mundial que afecta gravemente a su salud y bienestar. Una de cada tres mujeres en todo el mundo sufre violencia física o sexual, y el propio sector de la atención de la salud no es inmune. Casi una cuarta parte de toda la violencia en el lugar de trabajo se produce en entornos de salud y atención, y las mujeres se ven afectadas desproporcionadamente. Además, los determinantes sociales como los ingresos, la educación y la nutrición amplían aún más la brecha de salud para las mujeres y las niñas. Es alarmante que la desnutrición entre las mujeres embarazadas, las madres lactantes y las adolescentes haya aumentado un 25 % desde 2020 en los 12 países más afectados por la crisis alimentaria y nutricional mundial, afectando a 6,9 millones de mujeres y niñas.

El envejecimiento es otro problema crítico. Aunque las mujeres suelen vivir cinco años más que los hombres, pasan más de esos años con mala salud debido a las mayores tasas de morbilidad. Esto pone de relieve la urgente necesidad de una atención sanitaria que tenga en cuenta las cuestiones de género y que mejore no solo la longevidad, sino también la calidad de vida en general.

La mayor oportunidad de cambio reside en la fuerza laboral que impulsa el avance de la atención sanitaria. Las mujeres son la columna vertebral de la fuerza laboral mundial de la salud y la atención, pero sus contribuciones a menudo pasan desapercibidas y se infravaloran. Se prevé que el mundo afronte un déficit de 11,1 millones de trabajadores sanitarios para 2030. Las mujeres, que representan el 67 % de esta fuerza laboral, están preparadas para superar esta brecha, lo que conducirá a avances en la atención, la innovación y la transformación de las políticas. Sin embargo, se enfrentan a obstáculos, como ganar un 24 % menos que los hombres, incluso después de tener en cuenta factores como la experiencia y la educación. Las brechas salariales son aún mayores para las madres y las mujeres de entornos marginados. Sin embargo, esto no es inevitable, ya que existen muchas políticas eficaces que respaldan los derechos, la igualdad y el empoderamiento de esta fuerza laboral crucial.

Para crear sistemas de salud verdaderamente equitativos y eficaces, las mujeres deben estar en primera línea, no solo como cuidadoras, sino también como líderes y encargadas de la toma de decisiones. Su liderazgo puede impulsar cambios sistémicos, desde la promoción de políticas sensibles al género hasta la obtención de inversiones en investigación sobre la salud de la mujer. La OMS reafirma su compromiso de promover estos esfuerzos, impulsando políticas, financiación e investigación que aseguren un impacto significativo y duradero.

La salud es un paso crucial en el camino hacia la igualdad de género. Para lograrlo, los sistemas de salud deben priorizar las necesidades de salud de las mujeres y las niñas y su plena participación en la fuerza laboral. Al crear oportunidades para que las mujeres participen en igualdad de condiciones en todos los niveles, incluida la toma de decisiones, podemos transformar los sistemas de salud, superar las brechas de género y construir un mundo más saludable y equitativo. Ahora es el momento de convertir en acción los compromisos de la Declaración de Pekín y garantizar que tanto las necesidades de salud de las mujeres como su avance en la fuerza laboral impulsen un cambio duradero y transformador.

Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO)

[CIDAF-UCM]

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