En este momento, más que encerrarnos, o seguir como siempre, o despedir a nadie, hay que acoger, volver a lo que realmente importa y hacer sentir que hay una sociedad solidaria, en la que nos cuidamos mutuamente y en la que nadie se queda atrás.
Siempre habrá algunas personas, instituciones y gobernantes que buscan ante todo su propio beneficio y control del poder, pero la mayoría de la sociedad y de los pueblos sabe estar con los demás y trabajar por cuidar la familia, la nación y el planeta.
Acoger a mi vecino, a las personas necesitadas y construir juntos una sociedad más solidaria. Esta podría ser la lección y tarea más relevante que hemos aprendido de esta pandemia. Volvamos a poner cada persona en el centro de mi atención, mis cuidados y mi trabajo.
Comenzamos a mirar adelante. Mientras muchas personas buscarán retomar sus vidas como si nada hubiera cambiado, la mayoría de la sociedad despertamos en una nueva situación, enfrentados a nuevos retos y con perspectivas y motivaciones diferentes.
El “sálvese quien pueda” no nos sirve para reconstruir una nueva solidaridad entre las personas y entre los pueblos. Una nueva cooperación mundial de los sistemas de salud es necesario más que nunca, sobre todo para los Pueblos del hemisferio Sur.
Aprovecharse de los demás y oprimir a la mayoría social del hemisferio sur para enriquecerse sin medida ya no debería ser posible ni aceptado, tanto por la sociedad, como por los gobernantes. Lo que nos humaniza es el cuidado de los demás con los recursos necesarios.
Es evidente que necesitamos una nueva calidad de gobernanza, un nuevo tipo de economía más colaborativa y ética, una participación social más activa en la gestión de recursos, para regenerar un desarrollo sostenible y ecológico para todos los pueblos.
El presupuesto nacional en 2019 para sanidad asciende a los 4.292 millones de euros. Esta cifra supone, por ejemplo, la mitad del presupuesto destinado a Defensa, la cual asciende hasta los 8.537 millones de euros. El presupuesto educativo pasa de 2.525 a 2.600 millones de euros y supone solo una cuarta parte del gasto militar. Tal gestión delata una falta de ética.
Los expertos en ética de datos nos informan que las aplicaciones que usamos a diario, como: Google, Facebook, Instagram, Twitter, Dropbox, Amazon, Skype, WhatsApp o Zoom se están aprovechando del coronavirus para recopilar nuestros datos. Se están lucrando y vendiendo salvajemente incluso más información que antes. Debemos liberarnos de tales imposiciones y manipulaciones.
En esta pandemia, mirando a toda la familia humana, se debe prestar atención especial a los que son más frágiles, pensamos sobre todo en las personas ancianas y discapacitadas, refugiadas y oprimidas, así como en los pueblos del hemisferio sur.
FELICES PASCUAS DE LA VIDA Y DE LA SOLIDARIDAD.