Conoce tu historia holandesa.

13/03/2014 | Opinión

Hace veinte años, Teun van Dijk publicó el libro “Racismo y discurso de las élites”, en el que hablaba de manera perspicaz de cómo la discriminación racial dominaba la sociedad holandesa en aquel momento.

A van Dijk le parece que las familias holandesas, las escuelas, los políticos y los medios de comunicación, como agentes socializantes fundamentales, tuvieron una gran influencia en la manera en que los niños percibían e interactuaban con “otra” gente, que no era blanca, ya fueran nacionales holandeses, inmigrantes, (muchos de ellos originarios de las antiguas colonias) o gente del “Tercer Mundo”.

En un intento de arrojar algo más de luz sobre estas relaciones, van Dijk decidió centrar su mirada en cómo los planes de estudio de los colegios holandeses se ocupaban del asunto de aquéllos “otros”.

Lo que surgió del detallado análisis de los libros de texto fue, que además de contener una descripción general del “Tercer Mundo”, el estudio de las minorías de color del país mismo, más bien, fue incompleta.

Los inmigrantes, por ejemplo, se contemplaban, únicamente como una cuestión que concernía a su integración y su asimilación. Asuntos como las contribuciones positivas de aquéllos a la sociedad o incluso el origen de esta gente, brillaban por su ausencia. Tampoco se dedicaron muchas páginas a los cientos de años de esclavitud en las antiguas colonias holandesas.

En el tema del África Subsahariana, van Dijk encontró que el continente era, en gran parte, catalogado como un espacio de pobreza, víctimas, desesperanza y analfabetismo, con escalofriantes hechiceros.

Las dinámicas de poder y las historias imperiales que sustentaron la igualdad global contemporánea y la pobreza, parecieron de escaso interés. Da la casualidad de que el pastel de la riqueza global, como lo confirma la Historia holandesa, está cortado, precisamente, en pedazos desiguales y sabe algo mejor en Occidente. Quienquiera que nos favoreciera en el reparto de la tarta, y empleara los instrumentos para ello, fracasó a la hora de reflejar en los libros, un racionamiento tan poco ecuánime.

No era como si la Historia imperial holandesa hubiera sido ignorada totalmente, sino que se trataba de algo vergonzoso, la manera en que fueron seleccionadas y representadas las aventuras de ultramar y los “encuentros con los nativos” del pasado.

Era bastante común ver en los planes de estudios escolares, términos como “negros”, “aborígenes” e “indígenas”, aunque ya entonces, eran expresiones sobradamente trasnochadas y con una considerable carga emocional negativa. Incluso peor, ya que había algunos libros que presentaron la resistencia de aquéllos que fueron esclavizados o colonizados como algo negativo, en términos de reproche.
Después de analizar críticamente los tipos de historias, con las que los profesores nutrían sus clases, una de las conclusiones de van Dijk extrajo, era que “a los niños holandeses no se les enseñaba a identificar y cuestionar las actitudes racistas”.

Hace veinte años, el país podía haber introducido un Nuevo Canon de la Historia de los Países Bajos (2006), pero los niños aun podían encargar por internet el disfraz a medida de “negro” (coronado con un hueso, NdT), hasta que Serginho(1) escribió un post sobre ello, recordando que había revistas de moda en las que se podía leer “cómo ponerse elegante como una “p…negra”, hasta que el resto del mundo consideró que esto no era correcto. Aunque se dice que, al menos el 18% de la población defendería, de forma violenta, por cierto, su tradición anual de los caras negras de la Zwarte Piet (2) .

Si hubiera, en efecto, una conexión directa de los planes de estudio de Historia de los colegios por un lado, con las relaciones raciales por otro, parecería obligado formular la pregunta sobre cuán lejos, profesores y colegios han ido en los veinte años pasados.

Y así lo hicimos. Decidimos pedirle a María Reinder-Karg que lo investigara. María es una antigua maestra, que también ha trabajado como especialista educativa en el NiNsee (Instituto Nacional para el estudio de la Historia de la esclavitud holandesa y su legado).

Fundó recientemente, la organización educativa Miraka, dando una respuesta creativa e innovadora a los rigurosos gobiernos que cortan la financiación para el NiNsee.

Miraka, que está centrada en las escuelas de educación primaria y secundaria, especialmente, oferta actividades de grupo, planes académicos y talleres participativos que tratan de aquellas páginas del patrimonio histórico holandés que, si bien no pueden inspirar un orgullo nacional extremo, merecen formar parte de los diálogos de clase.

Dado el bagaje y la pericia de María, no sorprende que la esclavitud y colonialismo (además de la esclavitud contemporánea) sean los temas centrales en el trabajo cotidiano de Miraka. Comenta María que esto es, porque en los Países Bajos, el sentido de resistencia contra el bando que defiende la “Historia nacional” oficial, en efecto, ha persistido. Según ella “es un proceso de aceptación, para el que nosotros, al igual que el país, no estamos preparados aún”.

María explica que muchos maestros no han sido enseñados a contarse estas delicadas historias a ellos mismos, y por tanto, les queda una difícil historia que contar”. Y aunque el Nuevo Canon de la Historia de los Países Bajos proponga una visión algo más equilibrada de la herencia histórica holandesa, mucha gente tendrá que, o adquirir este material por sí mismos o ir a buscarlo a internet y en los museos, ya que no es una materia básica en las escuelas.

Merece que sean parte de las materias básicas y fundamentales, tanto las historias de cómo los holandeses se hicieron a sí mismos, de sus gloriosas aventuras por el mundo, que han aguantado el discurrir de los siglos, así como lo que oprimió, esclavizó y embruteció a las personas, en el aquel proceso.

Según María “es importante que la crónica de la esclavitud holandesa quede anclada en los planes de estudio de Historia, de la misma manera que lo está la Segunda Guerra Mundial” para convertirse en una Historia “compartida” y sustentada por todos. “En Holanda, todos somos producto de esta Historia”, dice María.

A pesar del hecho de que ningún otro país entregó a tantos judíos tan expeditivamente como lo hizo Holanda, su cooperación con los nazis es soslayada, a menudo, en una suerte de simplificación narrativa que resume la Historia en un enfrentamiento entre alemanes malos y holandeses buenos.

Miraka es una de las organizaciones que de manera constructiva, positiva y proactiva trabaja para hacer que este legado histórico sea compartido.

Para más información sobre las actividades de MiraKa, los programas, lecturas y rutas por el legado cultural holandés (tanto para niños como para adultos), echad un vistazo a la web
(http://www.slavernijeducatie.nl/welkom/).

María Hengeveld

María Hengeveld es una estudiante del Grado en Derechos Humanos de la Universidad de Columbia en Nueva York, que está interesada en temas de género, juventud y derechos de la mujer en Sudáfrica

(1) Serginho Roosblad, es un periodista holandés, que escribió un artículo, “What´s new? Blackface as carnival costume in the Netherlands” (¿Novedad? Un “cara negra” como disfraz de carnaval en Holanda), publicado el 7 de febrero de 2014 en la web africasacountry.com, en el que denunciaba la imaginería racista de las fiestas de carnaval en Holanda.

(1) El Zwarte Piet (el padre negro) es el nombre que recibe en neerlandés un personaje que ayuda a San Nicolás en el folclore de los Países Bajos y de Bélgica. Acompaña el 6 de diciembre o la víspera del 25 a San Nicolás, para llevar carbón. Se caracteriza por ser de piel negra y por llevar ropas de los siglos XVI y XVII, con grandes aros en las orejas. En España se podría asimilar al coco o al hombre del saco.

Traducción y notas de Antonio Vázquez

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