Conmemoración de la esclavitud y de la trata de negros

19/09/2012 | Opinión

Gorea y su Casa de los esclavos, símbolos (internacionales) del sufrimiento y del perdón negro

En 1948, la conmemoración del centenario de la abolición francesa de la esclavitud de 1848 movilizó a personalidades como el Presidente de la República y de la Unión Francesa M. Vicent Auriol, el Presidente del Consejo de la República Gaston de Monnerville, los diputados Léopold Sédar Senghor y Aimé Césaire. Un acontecimiento que Léopold Sédar Senghor consideró entonces como la conmemoración del “acto más grande y más fecundo de la Revolución de 1848”. Así se comprometió la élite intelectual de las antiguas colonias francesas y más particularmente la senegambiana que pensaba ya, tal como lo atestiguan numerosas reflexiones producidas por la ocasión, en una forma africana de memorial sobre la esclavitud y de la Trata de Negros (METN).

En efecto, sobreviniendo en un momento en el que se trataba de dar una nueva figura a las relaciones entre Francia y sus colonias, las elites africanas habían entablado la reflexión sobre cómo africanizar el patrimonio colonial. Es así como en vísperas de las independencias geográficas, se trataba de labrar localmente una nueva identidad en los escombros de la colonización. Senegal que era entonces la sede del África Occidental Francesa (AOF) iba a acoger en 1954 su primer Museo Histórico en la isla de Gorea. Más tarde, a imagen de aquello que representaban sus elites políticas como el Presidente Senghor que concebía la existencia de un “proyecto senegalés de una nueva civilización, el humanismo de la Negritud”, se asistía a la instalación de otra estructura del museo, la Casa de los Esclavos, a partir de 1966.

Pero, esta famosa Casa de los Esclavos de Gorea, lugar de memoria tan célebre que su actual ministro de tutela, Señor Youssou Ndour ha sido durante los años 1990 fuente de controversias que se desprendían del hecho de que hay una mala interpretación de lo que ella simbolizaba. Una imagen falseada se adhiere así sobre ella y mancha de errores la interpretación memorial de la isla de Gorea, partiendo de la significación misma de la memoria de la esclavitud en Senegambia, cuestión más amplia por otra parte. Desde entonces, nos parece que volver aquí sobre el símbolo de Gorea y de su Casa de los Esclavos como lugar de memoria de la esclavitud y de la trata atlántica a través de la acción de las políticas culturales del Presidente Senghor es una condición previa para comprender mejor lo que quiere decir conmemorar la esclavitud en el Senegal [como en la Gambia vecina en donde el Presidente Yayah Jammeh ha desarrollado (al igual que Senegal) las mejores políticas culturales en relación con la conmemoración de la trata de negros]

Vamos a interesarnos pues, no por la definición del concepto de memoria de la esclavitud en Senegambia sino por el símbolo de Gorea y de sus museos como lugar de memoria.

Gorea “isla museo” o “isla memoria” una vieja historia de patrimonialización

La noción de Gorea “isla museo” está ciertamente vinculada a la abundancia de estructuras de conservaciones culturales que se encuentran en la isla. Aunque parece que las diferentes acciones políticas que han sido llevadas a cabo en el marco de la conservación de sus vestigios también han contribuido ampliamente a este reconocimiento. Así, “Isla museo” o “isla memoria” han llegado a ser las expresiones consagradas para hablar de esta isla a lo largo de Dakar, que no ha cesado de favorecer políticas culturales para la conservación de sus vestigios, más particularmente los vinculados a la colonización.

En 1942 por ejemplo, los administradores coloniales del Instituto Francés del África Negra (IFAN) manifestaban la preocupación por “que no se podría considerar con agrado la destrucción o incluso una mutilación demasiado exagerada de un conjunto legado del pasado y que es nuestro deber conserva, al menos las partes más típicas o las más curiosas, para instrucción o deducción de nuestros sucesores que nos estarán resentidos, con razón, si no les dejamos más que una isla de Gorea despojada de lo que marca su distintivo y definitivamente “banalizada”. Por ello la isla fue inscrita en 1944 en la lista de monumentos naturales y de lugares relevantes del Ministerio de las Colonias, después considerada por Francia como lugar histórico en 1951.

Senegal que se había beneficiado largo tiempo de las políticas del patrimonio colonial, hubo de esperar al año 1971 para ver al régimen del momento reconocer a Gorea como patrimonio nacional. Más fue internacionalizada en 1978, al ser considerada por la UNESCO patrimonio mundial de la humanidad. Consecuentemente, lo que caracteriza el fracaso de las políticas culturales en términos de conmemoración de la esclavitud en el Senegal, se iba a constatar a partir de 1980 un desentendimiento total de los diferentes regímenes después de Senghor en relación a Gorea. Un ministro de la cultura, sostenía con error, después de 30 años de su clasificación como patrimonio mundial, “que era a la UNESCO a quien incumbía totalmente la salvaguarda y la conservación de la isla en la medida en que había llegado a ser un patrimonio mundial”.

Más allá del error de interpretación del papel de la UNESCO en el patrimonio nacional, constatamos la dependencia intelectual del Senegal en relación con las instituciones internacionales cuando se trata de imaginar su devenir que aquí es flagrante; pero también la pérdida de vista de lo que conmemorar la METN en Gorea podía significar realmente a través de las diferentes estructuras de museos como el Museo histórico del IFAN.

Museo Histórico de Gorea: Una estructura didáctica al servicio de las generaciones futuras

Nos proponemos una ojeada sobre la historia del Museo histórico del IFAN que se llamaba antes “Museo Histórico del África Occidental Francesa” y que concierne al ministerio de enseñanza superior del Senegal. El Museo histórico de Gorea es una estructura de conservación pero también de producción y difusión de conocimientos históricos sobre la problemática de la conexión atlántica, por no decir de la colonización en su connotación esclavista. Así permite a toda persona que se interese por la historia de Gorea y de la trata de negros poder informarse sobre la historiografía actual de la cuestión. Por ello son historiadores e investigadores universitarios, como Abdoulaye Ly que fue uno de los primeros conservadores, los que se hacen cargo de este Museo.

Por otra parte, para los creadores de este Museo histórico, como Abdoulaye Ly que ha defendido una tesis doctoral sobre la cuestión de la presencia colonial francesa en Senegambia, es un todo didáctico en el que deberán estar integrados la esclavitud y la trata de negros a fin de permitir a los visitadores adquirir un conocimiento histórico sobre la conexión de los pueblos africanos con las diversas partes del mundo. El interés primero es “ayudar a la mayor parte del África negra a situarse en su propio mundo. Es decir, a reconocer en las estructuras económicas y sociales que les organizan tanto los bienes de producción como las técnicas desaparecidas o presentes, sean locales o de importación, a conocer los hechos históricos, sus conexiones con las diversas partes del mundo, a captar la génesis, los mecanismos y las líneas de evolución”

Inaugurado en 1955, “fue albergado en una antigua mansión burguesa de Gorea que resultaba ser una casa en la que, la planta baja había servido de almacén de esclavos (ver más adelante la Casa de los Esclavos). Y como su nombre indica, “es también el museo que ofrece una interpretación histórica de la historia de Senegal a pesar de la modestia de las colecciones expuestas; con una aproximación que engloba, al hablar de esclavitud, el comercio trans-sahariano y la trata atlántica. Así una visita guiada sobre la isla permite conocer su historia, historia de casas antiguas entre las que datan del S. XVII y las del S. XVIII”. Al tener el estatuto de investigación universitaria, “produce documentos pedagógicos, científicos y culturales adaptados a los temas de sus exposiciones”.

En consecuencia, una vez dicho esto con respecto a la existencia de un Museo histórico en Gorea, no se puede más que hacer constar el carácter absurdo de la controversia sobre el “mito de la Casa de Esclavos” vinculada a una crítica infundada del discurso de Joseph Ndiaye, antiguo conservador de dicha casa. Polémica que por otra parte iba a conducir sucesivamente a la organización de encuentros científicos sobre “Gorea en la trata atlántica: mitos y realidades” en 1966 y el symposium sobre “la trata de negros en San Luis del Senegal y en su territorio trasero” en 1998. Con grandes impulsos de despertar, como decía el director de IFAN en la época, una memoria que “había quedado latente y que por tanto rechazaba sumergirse en un pasado anestesiante”, por historiadores que “tenían así en cuenta la memoria de la esclavitud” (retomando a Pierre Nora)

Pero a fin de cuentas, es verdad que siempre que hay que hacer la distinción entre el papel del Museo histórico de Gorea cuyo discurso memorial recoge una transmisión de conocimientos históricos actuales y el discurso memorial de la Casa de los Esclavos. Casa de los Esclavos de la que, ¿no habría sido necesario preguntarse acerca del por qué de una tal estructura asimilada a un museo en una isla que tiene ya su museo sobre la historia colonial en su connotación esclavista?

La “Casa de los Esclavos” de Gorea, la METN según Senghor

Lo que sorprende cuando se visita la Casa de los Esclavos de Gorea es el lugar del orador en su relación con la temática de la esclavitud y de la trata de negros. Pero más allá de la persona del conservador, es la historia de la estructura cultural misma, es decir, la Casa de los Esclavos, la que debería interesar al principio.

Lo que se llama comúnmente el Museo de la Casa no es más que una pertinente ilustración de las acciones culturales del presidente Senghor; acciones que no se pueden comprender más que a través de lo que Souleymane Bachir denomina “la filosofía de la negritud”, es decir la perspectiva histórico-cultural que el poeta-presidente propone como interpretación de las experiencias coloniales. No se la puede comprender mejor que interesándose por su “Negritud Política” con la creación de Archivos culturales para salvaguardar los valores de las civilizaciones africanas. Pero también y entre otros, el estudio de conceptos tales como “el humanismo del siglo XX” que ha llegado a ser un proyecto senegalés. Es en esta lógica que la Casa de los Esclavos fue “redescubierta” para conmemorar ciertamente, pero también para ilustrar la eclosión de una nueva identidad vinculada al mundo atlántico.

Imaginada como estructura de transmisión cultural una decena de años más tarde después del Museo histórico de Gorea, la Casa de los Esclavos participa a devolver a la isla esa imagen de mestizaje, por no decir de conciliación entre los datos históricos y la tradición oral africana. Esta preponderancia dada a la oralidad es la que bien evidentemente había conducido a la elección de Joseph Ndiaye, este memorialista sin formación de historiador pero con una experiencia de tirador senegalés, como conservador.

Si se reconoce que Joseph Ndiaye no había sido elegido por su papel de historiador, no es menos pertinente clarificar la cuestión relativa al papel que desempeñaba esta antigua mansión burguesa del S. XVIII que ha llegado a ser el Museo de la Casa de Esclavos de Gorea en los años 1960. Por un razonamiento regresivo que va desde las consecuencias vinculadas a las problemáticas de la METN y en particular, la polémica de 1996 sobre “el mito de la Casa de los esclavos”, terminaremos sobre el principio que particulariza este de ahora en adelante lugar de memoria gracias a las políticas culturales de Senghor.

La controversia del “mito de la Casa de los esclavos de Gorea”

El 27 de diciembre de 1996, Emmanuel De Roux, enviado especial del periódico Le Monde en Praia, después en Gorea en donde se mantenía un coloquio sobre el patrimonio africano, escribió cuatro artículos de los que uno era sobre la “Casa de los Esclavos”. En esta última misiva bajo el título de “El mito de la “Casa de los esclavos” que se resiste a la realidad”, el periodista trata de un problema sobre la historia de la “Casa de los Esclavos”, “que todo es falso o casi”. Primeramente la propia casa no era de construcción holandesa sino francesa; que no servía más que para los esclavos domésticos y de almacén; que Gorea nunca había sido muy activa en relación con la trata y muestra, en fin, que la Casa de los esclavos es una leyenda fabricada por Joseph Ndiaye.

En este trabajo periodístico, el lugar de la memoria de la esclavitud de Gorea que debía reducir la Casa de los Esclavos a un lugar esencialmente simbólico vinculada a la trata atlántica ha sido magistralmente ocultado. Emmanuel De Roux reaviva sin quererlo ciertamente, un debate entre historiadores confinado hasta entonces al espacio universitario senegambiano.

Es necesario recordar aquí que Dakar es la decimoctava universidad francesa que ha llegado a ser senegaliana de manera efectiva en los años 1980; que desde los años 1950 a través del IFAN (más antiguo) se ha debatido muy a menudo sobre la cuantificación de la esclavitud en Senegambia. Así los años 1990 en la era de la magia de internet no hacían más que ofrecer un segundo aliento a esta problemática. En efecto, en 1995, el historiador americano Philip Curtin que ha hecho sus cursos de investigador en la Universidad de Dakar había vuelto a traer esta vez de manera clara, este viejo debate de “la Escuela de Dakar” – es decir el gotha por no decir la vieja guardia de la universidad de Dakar, en la actualidad universidad Cheikh Anta Diop – al sostener sobre H-Net África en un thread titulado “Goree and the Atlantic Slave Trade” que la historia de la isla en la trata atlántica es una mistificación (“hoax”) amplificada por el conservador de la Casa de los esclavos, el señor Joseph Ndiaye.

Cuando Emmanuel De Roux se autoriza de manera periodística a plantear los gérmenes de la confusión entre el papel actual de la Casa de los esclavos y la historiografía relativa al lugar de Gorea en la trata atlántica, no hace más que cultivar a través de atajos aburridos la leyenda de la “leyenda de la Casa de los Esclavos” que debe todo a (el innegable talento del conservador que ha tomado) una docena de años en forjar un “mito” en el espíritu de los visitantes impresionados por la mística de la METN. No había necesidad de una gran encuesta para saber que el Estado del Senegal y el ministerio de enseñanza superior que tiene a su cargo el Museo histórico de Gorea no han otorgado nunca un papel de historiador a Joseph Ndiaye. Este último al ser empleado por el ministerio de cultura no había sido elegido tampoco para hacer la historia de Gorea y de la trata atlántica sobre una isla que detentaba mucho antes su Museo histórico.

Además, si el presidente Senghor había decidido imponer una estructura como la Casa de los Esclavos al lado de un Museo histórico en la isla, era porque concebía una “memoria triangular”, una parte de África en la imagen mostrada de este pasado. El poeta-presidente no sostenía que el recuerdo de la “condición del antiguo esclavo es un pasado condenado a la soledad de los Museos”. Pues el no volvía a África para construir museos en donde dominaran los artefactos que enviaban la imagen de un antiguo esclavo, sino para recordar las causas de su esclavitud, sus tradiciones ancestrales. En este sentido la Casa de los esclavos debería servir también para ilustrar una parte africana de la historia de los antiguos esclavos con la ayuda de un conservador que se considerase a sí mismo como “griot”.

Es decir que, el que estuviera a la búsqueda de la verdad histórica en Gorea, debería volver hacia su museo histórico en el que se enseña, por otra parte, que la casa de los esclavos era un “almacén de esclavos privado” y que no formaba parte de los almacenes de esclavos que existían en la isla. Así para precaverse como decía el profesor Djibril Samb ante la tentativa de adormecimiento de la memoria a fin de confirmar el papel de Gorea en la economía simbólica colectiva de los pueblos negros, se organizó un seminario sobre “Gorea en la trata atlántica: mito o realidad”. Pero a pesar de este comentario del filósofo y no menos organizador del encuentro científico, los historiadores volvieron sobre sus trabajos universitarios eludiendo así interesarse por el origen histórico de la casa de los esclavos fuente de esta polémica y a fin de decirnos cómo ha llegado a ser el lugar de memoria por excelencia en la isla de Gorea.

“La Casa de los Esclavos” como inspiración histórico-artística

El médico de la marina francesa y goreano de corazón, Pierre André Cariou, fue uno de los primeros historiadores en interesarse por la Casa de los Esclavos como lugar de memoria de la trata atlántica francesa. El autor de la imposible de encontrar “Paseo por Gorea” que debía ser una memoria del IFAN de los años 1950 y que ha desaparecido súbitamente de sus estantes, ha escrito en varias ocasiones sobre la historia de Gorea y sus almacenes de esclavos. Así en una contribución titulada “reseña sobre Gorea” escrita en la víspera de la inauguración del Museo histórico, no pudo dejar de evocar la Casa de los esclavos.

Ahora bien, en el mismo manual que servía de guía del Museo Histórico de la AOF en Gorea, como se le llamaba en 1955, el IFAN reproduce una acuarela en la que la leyenda indica que ha sido pintada por el acuarelista D´Hastrel en 1839. Y en el dibujo, están representadas dos casas, una es la que iba a abrigar al Museo histórico y enfrente de ella estaba la Casa de los Esclavos que todavía no había sido erigida en estructura museística. La descripción añade que la columnata de esta Casa de los Esclavos visible desde el exterior, permite suponer que se trata de la mansión de un rico personaje de fines del siglo XVII. D´Hastrel no fue el único en reproducir la mencionada Casa de los Esclavos, si se da crédito a la misma guía del Museo histórico que evoca la existencia de otro cuadro de la misma Casa de los Esclavos de otro pintor africanista, M. Matossy entre 1951 y 1953.

Verdaderamente, pues, todo parece indicar que entre 1839 y 1953, ha existido una casa en Gorea que llevaba el nombre de Casa de los Esclavos que los artistas han querido así representarla. Sin embargo, como siempre lo han subrayado los historiadores, la famosa Casa de los Esclavos construida entre 1776 y 1784, no era más que “Cautiverio Privado”. Las casas denominadas así, son casas cuya existencia a pesar del monopolio de compañías comerciales, servían también de residencia de amos y esclavos domésticos, aunque también para depositar cautivos que era posible vender.

Esta casa llegará a ser más tarde hacia 1958 propiedad de la Ciudad de Dakar (Gorea está vinculada a Dakar desde 1929) De este modo el presidente Léopol Sédar Senghor va a utilizarla en abril de 1966, después de una primera restauración, para hacer un lugar de memoria de la esclavitud con ocasión del primer Festival Mundial de las artes Negras (FESMAN) Así debemos precisar aquí que ni el Presidente Senghor, ni Boubacar Joseph Ndiaye son los inventores del nombre de Casa de los Esclavos; nombre que se ha perpetuado por el uso de esta antigua residencia como lugar de memoria de la esclavitud, el más visitado del África del Oeste. Sin embargo, sigue siendo verdad que su papel actual, la Gorea simbólica como lugar de memoria no puede ser captado más que interesándose por la significación que le da el presidente Senghor y no fijándose en el discurso “griótico” de Joseph Ndiaye antiguo conservador que no era más que un ejecutor de las acciones culturales del primero.

Gorea y su “Casa de los Esclavos” para simbolizar el sufrimiento y el Perdón Negro

En 1992, el Papa Juan Pablo II en su visita a la isla de Gorea y a la Casa de los Esclavos pronunció estas palabras: Gorea, Símbolo del Sufrimiento y del Perdón Negro. El soberano pontífice hacía así suya la filosofía senghoriana de la memoria de la esclavitud al retomar palabra por palabra las ideas de su discurso en la inauguración de la Universidad de Mutantes en 1979.

El presidente Sehghor, ante la cuestión de por qué haber escogido Gorea, se permitía entonces explicar sobre la filosofía histórica de la memoria de la esclavitud y de la trata de negros en Gorea. Para él, “este islote simboliza, al mismo tiempo, el sufrimiento negro y el perdón negro, por tanto el espíritu de fraternidad y de cooperación internacional”. Nosotros podemos ir más lejos preguntándonos ¿cómo muestra el poeta-presidente este sufrimiento en la isla?

Detrás de esta cuestión vamos a descubrir que el Presidente Senghor ha contribuido a la construcción del discurso memorial que retoma Joseph Ndiaye. Le debemos a él y no a Joseph Ndiaye una explotación de estadísticas históricas sobre la trata atlántica de la época que le permitían decir “que, en efecto, durante tres siglos y medio que ha durado la trata de negros en la que, para veinte millones de deportados, han muerto unos 200 millones de hombres y mujeres, Gorea ha servido como última escala antes de las Américas”. Cifras muy discutibles en boca de Joseph Ndiaye si se basa únicamente en la historiografía actual sin plantearse la cuestión de saber de donde provienen y para qué sirven estas cifras en el discurso de la Casa de los Esclavos.

Estas estadísticas estarían realzadas exageradamente para el que no conozca para qué sirven tanto en Senghor como en el leitmotiv de Joseph Ndiaye. No tienen por finalidad establecer el número real de las personas esclavizadas… ¿Quien puede pretender dar el número exacto de africanos que han sufrido este crimen contra la humanidad? Sin embargo las diferentes tentativas de cuantificación a pesar de su vanidad, servirán al menos a gentes como el poeta presidente Senghor para traducir la verdad de la inhumanidad de la esclavitud y de la trata atlántica.

Más allá pues del discurso sobre la Casa de los Esclavos, es necesario procurar conocer la filosofía de la historia cultural del presidente Senghor. Para el poeta presidente, Gorea y su casa de esclavos deben simbolizar como nosotros evocábamos, esta África que ha sufrido y que ha perdonado. Senghor no rogaba para que el “Señor, entre las naciones blancas, coloque a Francia a la derecha del Padre”; a pesar de todos los sufrimientos que ha causado, puesto “que ella también es Europa, que me ha raptado los hijos como un bandido del Norte los bueyes, para engrosar sus tierras con cañas y algodón, pues el sudor negro es estiércol”; a pesar de que “ha tratado a sus senegaleses como mercenarios, haciendo de ellos los dogos negros del Imperio”.

Y quien mejor que el antiguo tirador senegalés Joseph Ndiaye podría participar en la simbolización de esta visión del sufrimiento y del perdón en una Senegambia en la que el tirador, este mercenario senegalés, ha llegado a ser símbolo de la colonización como el antiguo esclavo era de la esclavitud en las colonias esclavistas. Pero el presidente Senghor quería también un lugar de memoria donde todo “ha llegado a ser Verbo” como la palabra griótica que “somete a ritmo, según el movimiento primordial, las formas de las cosas nombradas (esclavitud, trata de negros, colonización), las recrea más presentes, más verdaderas” y enfrente hay también un Museo histórico que se interesa más por la interpretación de las evidencias archivísticas.

A modo de conclusión

Para terminar este comentario, volvamos sobre la conmemoración del centenario de la abolición de la esclavitud de 1948 que fue acompañada por un cierto número de publicaciones como “la antología de la nueva poesía negra y malgache de lengua francesa” precedida de un prefacio de Jean Paul Sarte.

“Orfeo negro” de Sarte, lanzaba las primicias de la necesidad de una memoria triangular de la esclavitud y de la trata de negros. La conmemoración (incluso la enseñanza) de la abolición de la esclavitud ofrecía en la época una imagen de “redención”, del “paternalismo dulzón del hombre blanco después de 1848” que se inspira en el del “Dios blanco después de la Pasión”. Salvo que nosotros convengamos con Sarte que “la culpa inexpiable que el negro descubre en el fondo de su memoria, no es la suya propia, es la del blanco; el primer hecho de la historia del “negro”, es un pecado original: pero el melano-africano es la inocente víctima. Por ello su concepción del sufrimiento se opone radicalmente al dolorismo blanco” que aparece cada vez que se habla de la conmemoración de la abolición de la esclavitud.

En Senegambia, desde Gorea a la isla James, la memoria de la esclavitud y de la trata de negros nunca ha sido una confesión pública que nuestros antepasados hubieran cometido. Por ello la Casa de los Esclavos de Gorea servía para la instalación de una memoria triangular del mundo atlántico. Pues, como hubo un comercio triangular, un comercio de africanos acusados de todas las faltas, en consecuencia cuando viene el momento de acordarse de ese pasado, el uso del concepto de “memoria triangular” [memoria (de la trata) triangular] nos parece bastante pertinente para ilustrar mejor el papel jugado por cada parte en la conexión atlántica. Sabemos al menos que a instancia general de sus diásporas, las elites africanas tenían como deber de memorial enseñar a los descendientes de los antiguos esclavos a “revalorizar una parte de su patrimonio caído sin herederos” como diría Césaire. Nos parece, entonces, que corresponde a Francia, Inglaterra, Portugal o a Europa simplemente, construir museos sobre la economía de la esclavitud y de la trata de negros; mientras que las Américas nos mostrarían entre otras una imagen de la condición del antiguo esclavo en los campos de algodón y las senzala.

En todo caso, es en esta lógica que el presidente Senghor ha transformado la Casa de los Esclavos, antigua mansión burguesa de Gorea, en lugar de memorial para simbolizar el sufrimiento y el perdón negro. Insistimos en el hecho de que la Casa de los Esclavos no estaba destinada a devolver al Estado el progreso de las investigaciones universitarias sobre la trata atlántica. Para aquel que sostiene que “la tinta del escriba no tiene memoria”, solo la tradición oral del “griot conservador” es detentadora de la memoria africana para simbolizar este perdón y esta reconciliación queridos en Gorea como en isla James en la Gambia vecina.

Pape cHb Bassène

Para “la otra África”, viernes 11 de mayo de 2012

Dr. Pape Chérif Bertrand Bassène, ha defendido una tesis doctoral en cotutela entre las Universidades Laval Quebec y Europea de Bretaña Sur en diciembre de 2010 sobre la “Memoria de la esclavitud y de las tratas de negros en Senegambia (Senegal-Gambia): 1965-2007. Dialéctica de la diversidad memorial”. Es autor de “La historia auténtica de Casamanza”, La Brochure, noviembre 2011. Es autor asimismo de varios artículos sobre la actualidad sociopolítica internacional y senegalesa en particular.

Artículo traducido para Fundación Sur por Asunción Orench.

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