Congo RD: si la política fuese su responsabilidad

9/12/2009 | Opinión

A propósito de las acusaciones a dos misioneros javerianos de “Red Paz para el Congo”

FRENTE A UN PUEBLO QUE SUFRE

“Mulenge, porque es el lugar que yo conozco y visitaba y donde tengo siempre mi corazón. (…) La gente está a cubierto de cualquier manera en la montaña, a 2500m s/m, con frío, bajo las primeras lluvias y sin lugar donde guarecerse. Allí no hay árboles o cualquier otra cosa: hay que comprar tiendas. (…). Querido amigo, lo más importante es informar a la opinión pública. (…) Será una alegría comunicarte rápido las miserias que vuestros dólares habrán podido consolar. (…) Lo que piensas enviar para socorrer a los pobres que huyen, lo puedes mandar indicando que es una ayuda destinada a mi para los prófugos ruandeses”.

Estos son los extractos más significativos de una correspondencia que el reciente informe de la ONU, (que está circulando desde hace unos días a pesar de ser “estrictamente confidencial”), da como anexos y como prueba de acusación del Padre Piergiorgio Lanaro, javeriano que trabaja en el este del Congo: habría apoyado a las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), una organización político-militar de los refugiados hutu ruandeses en el este del país.

Efectivamente, el padre Piergiorgio escribió al jefe de las FDLR. Le ofreció ayuda humanitaria. Pero no buscaba oro, ni casiterita, ni la realización de proyectos políticos afines. Le importaba profundamente el destino de un pueblo al que la comunidad internacional no ofrece salida alguna desde hace años.

Estos a los que, con mucha facilidad, llamamos FDLR, en realidad – según los que viven día a día sobre el terreno y encuentran a personas concretas en situaciones concretas – no son sólo un grupo armado, sino un pueblo de mujeres, hombres, viejos, niños, que viven en un país que no es el suyo, generalmente en lo más profundo de la selva, sin comida ni medicinas. Una ayuda humanitaria para comprar lonas plastificadas, fármacos y material didáctico ¿puede realmente considerarse una fuente de financiación de un grupo rebelde? No hacerlo ¿no podría considerarse como omisión de socorro a una población en peligro? ¿Sería éste el deseo de la ONU? ¿Quiere ésta hacer la vida imposible a los refugiados civiles para obligar a los rebeldes a rendirse y deponer las armas? Aunque fuera así, la presencia de los misioneros tiene que ser diferente: la ayuda a los pobres, el socorro de los desplazados y de los refugiados que viven en condiciones desesperadas, a menudo expuestos al frío, a la lluvia y sin tener dónde refugiarse, es un deber para los misioneros que trabajan sin hacer diferencias entre las personas.

A menudo los misioneros trabajan en situaciones dramáticas en las que se mezclan violencia, injusticia, violaciones de los derechos humanos, miseria, manipulación de la información, intereses económicos y políticos. En estas situaciones al límite de la exasperación se hace realidad la posibilidad de eventuales errores. Y aunque alguna vez ocurriera esto, el peligro está en quedarse largo tiempo ante el ratoncillo caído en la trampa y dejar pasar, mientras, la manada de dinosaurios cargados de millones.

Un nudo que no se quiere deshacer

El deseo expresado repetidamente por las FDLR, de regresar a su patria permanece todavía sin posibilidades razonables. Que el gobierno ruandés no desea ese retorno lo demuestra la agresividad de la represión interna, parapetada detrás de una apariencia de democracia y de reconciliación nacional. Y también la forma del ataque de las tropas ruandesas contra el FDLR: cada vez las están empujando más al interior del Congo, en dirección opuesta a las fronteras. La cuestión es que su presencia en el este de la RDC sirve al régimen ruandés para justificar su ocupación del territorio congoleño y para disfrutar de los minerales extraídos ilegalmente ya sea por las FDLR como por los militares mismos. De hecho se constatan extrañas colaboraciones entre grupos opuestos entre ellos y ya no se sabe quién es quién y a qué intereses obedecen.

Es necesario vivir en esa región para sentir desde dentro esa gran impotencia frente a situaciones que cualquier sencillo habitante de las aldeas congoleñas puede comprender más claramente que mil autoridades y expertos internacionales. Ruanda es un fuego que quema y nadie quiere que le echen ahí dentro: el uso de la fuerza no conseguirá nunca empujar al regreso de los grupos armados. El documento de la ONU, como muchos otros documentos de estos tiempos, reconoce ahora lo que atentos observadores locales han dicho en vano desde principios de este año. Las operaciones de este año sólo han servido para añadir otros muertos, otros secuestros, más desplazados y más desestabilización entre la población local y, por tanto, a hacer más agresiva la presencia de las FDLR que está en la selva y de todo el pueblo ruandés de la selva que también cuenta sus muertos. Todo esto es muy útil para el proyecto ruandés de ocupar el país: provocar un espacio de “tierra quemada” para ocuparla.

El coraje de la verdad

El documento de la ONU, o lo que hemos podido leer de él, da detalles de nombres de personas y grupos considerados implicados por dar apoyo a las FDLR y/o en el comercio ilegal de materias primas del este de la RDC. Las acusaciones se extienden a varios grupos y países, pero se focalizan sobre todo en las FDLR. El efecto final es el de dar, una vez más, la idea de que el nudo del problema del este de la RDC y de toda la Región son los hutu ruandeses refugiados en Congo. Ellos son los responsables del genocidio de 1994 y, por tanto, deben ser sometidos juicio.

No se trata de negar todo lo sucedido, sino de reconocer que la mayoría de este pueblo de la selva son jóvenes que no tuvieron nada que ver con aquellos acontecimientos. Se trata de pasar del foco concentrado sobre un grupo y sobre cien días de abril-julio de 1994 a una amplia iluminación sobre la veintena de años que van de 1990 a 2009.

Cada vez que se intenta hacer esto dentro, e incluso fuera de Ruanda, se reacciona con las acusaciones de ideología genocida, de negacionismo. Pero, hasta que no se acepte iluminar la sala entera, escuchar toda la verdad, considerar todo cuanto ha ocurrido en estos años en Ruanda, desde 1990 hasta hoy, no habrá paz en la Región. La paz no llegará con la MONUC, no llegará con los expertos, no llegará con las tropas de élite o con el escaparate de la mesa de la paz

Nosotros, misioneros, que estamos en la región, pedimos a la Comunidad Internacional el coraje de la verdad. Y mientras, si tendemos una mano a un pueblo que está en la selva, si intentamos trabajar para que aparezca la verdad, es porque actuamos según lo exige nuestra conciencia. No somos perfectos, ni somos expertos en política, y nuestras intervenciones tal vez puedan, en algún momento, ser criticadas: pero entonces que la política de verdad ejerza su papel. Nosotros, misioneros, ya no nos sentimos capaces de hacer el papel de “apagafuegos” sin mirar también a las raíces de los males.

RETE PACE PER IL CONGO

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El informe de la ONU:

Las principales cuestiones examinadas

El grupo de expertos de la ONU encargado de vigilar el embargo de armas destinadas a grupos armados activos en la RDC ha transmitido al Consejo de Seguridad el informe de su última investigación. En él se afirma que:

– Las operaciones militares contra las Fuerzas Democráticas por la Liberación de Ruanda (FDLR), los rebeldes hutu ruandeses en Congo, llevadas a cabo en enero-febrero desde Kigali y Kinshasa y después por el ejército congoleño con el apoyo de la MONUC, han “agravado la crisis humanitaria” del Norte y Sur Kivu y no han conseguido desmantelar la estructura política y militar de la organización que se ha instalado de nuevo en numerosas zonas de las que había sido expulsada.

– Para su financiación las FDLR se dedican a la exportación de minerales con la colaboración de intermediarios. Se citan compañías británicas, tailandesas y de Malasia, que comprarían minerales provenientes de minas controladas por los rebeldes.

– El FDLR obtiene a menudo sus armas gracias a la malversación del material bélico del ejército congoleño por parte de oficiales superiores congoleños; el ejército de Kinshasa es la “principal fuente de armas y municiones en poder de las FDLR”.

– Se nota una falta de respeto por parte de varios Estados, de su obligación de señalar cada envío de material militar al ejército congoleño. En particular, se sospecha que algunos envíos norcoreanos y chinos sean irregulares.

– La integración en el ejército congoleño del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), las ex-milicias de Laurent Nkunda, no es todavía efectiva. Los ex rebeldes continúan exigiendo tasas sobre la población por al menos 250.000 dólares al mes y conservan escondidas sus propias armas. Sin embargo, su nuevo jefe, Bosco Ntaganda, buscado por la CPI (Comisión Parlamentaria de Investigación) por crímenes de guerra, es oficialmente el vice comandante de las operaciones anti-FDLR en el Kivu Sur pero, de hecho, es el que dirige las operaciones.

– Durante las operaciones conjuntas del ejército ruandés y de los rebeldes tutsi, el CNDP, cuyo objetivo debía ser el de combatir a los rebeldes hutu, se han registrado – a lo largo del mes de enero – verdaderas campañas para vaciar ciertas zonas vecinas a Walikale (Kivu Norte) de todos sus habitantes para instalar a los rebeldes aliados de Kigali en una zona particularmente rica en casiterita.

– Las operaciones militares han permitido a los ex rebeldes del CNDP integrados en el ejército nacional (FARDC) extender su influencia sobre toda la región.

– Bajo el mando de Bosco Ntaganda, la unidad integrada en el ejército se ha hecho responsable de numerosas masacres, raptos y otras violaciones de los derechos humanos.

A propósito de la explotación ilegal de los recursos naturales del Congo, el nivel de exportación fraudulenta de minerales hacia países limítrofes (Ruanda, Burundi y Uganda) ha aumentado de manera significativa desde 2008 y, de manera particular, desde el acercamiento entre Kinshasa y Kigali, en enero de 2009.

En cuanto a la mejora de las relaciones diplomáticas entre Kigali y Kinshasa, se trata más bien de una conclusión por intereses económicos.

Sobre la MONUC, se subraya la contradicción de su mandato que es proteger a los civiles apoyando, al mismo tiempo, las operaciones militares que ha agravado la situación humanitaria en la región.

RED PACE PER IL CONGO

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