Conferencia episcopal común entre Sudán y Sudán del Sur

27/11/2011 | AfroIslam

Invitación a la paz y a la reconciliación en Sudán. Mensaje de la Conferencia Episcopal de Sudán (SCBC).

por Agustín Arteche

28-11-2011

Ni la reciente división política de Sudán en dos países, ni los problemas que todavía quedan por resolver tanto en el norte como en el sur, no son obstáculo para que los obispos del antiguo país más grande de África, puedan reunirse para poner el dedo en la llaga y afirmar la verdad sobre la situación que viven los dos países. “La verdad os hará libres” recuerdan los obispos a los dirigentes y a los ciudadanos de Sudán, en un corto, pero vigoroso texto.

Reunidos en Asamblea Plenaria del 19-28 de octubre de 2011, en la ciudad sureña de Wau, los obispos afirman su decisión de continuar siendo “una única conferencia episcopal, que permita prolongar los “lazos de solidaridad anudados durante la historia”.

Los obispos de Sudán recuerdan que “durante las cinco décadas de guerra civil, cuando las estructuras del estado estaban ausentes, la Iglesia, a través del clero y de los seglares, fue la única institución que se mantuvo en pie, anunciando el Evangelio y proporcionando los servicios básicos humanitarios, sociales y de liderazgo que requería el país”. Y esto es lo que hoy desean hacer, haciéndose presentes en los “foros públicos”, aunque como bien dicen también, “su papel no es político en el sentido fragmentario del término”.

Dirigiéndose a los ciudadanos de la República del Sur de Sudán, les dicen que “Roma no se construyó en un solo día… y les piden paciencia en sus demandas de todo tipo, así como colaborar honradamente con el gobierno, enfatizando la idea de que la construcción del país es responsabilidad no solo del gobierno, sino de todos los ciudadanos y líderes políticos”.

Dicen también a los ciudadanos del norte de Sudán que la iglesia no cambiará sus programas y que continuará “llevando esperanza” allí donde haga falta, pidiendo que se dé “una justa solución al problema crucial de la ciudadanía”, en clara referencia a la decisión del gobierno de convertir en extranjeros a la gente del sur, que todavía permanece en el país. “Rechazamos conceptos como el de “protección de las minorias” y insisitimos en el respeto de los derechos de todos los ciudadanos, cualesquiera que sean las diferencias étnicas, culturales, lingüística o religiosas”.

Para los obispos sudaneses la primera tarea consiste en curar la memoria del pasado y las secuelas de revancha y de odio dejados por la guerra. “La reconciliación interna, dicen, es esencial para construir una nueva nación, y dar respuesta a las demandas de aquellos individuos o etnias, cuyos derechos no han sido respetados por el estado o sus representantes. Este proceso que requiere un mínimo de “estabilidad política, debiera conducir a la reconciliación definitiva entre los dos países”.

Desgraciadamente, las circunstancias actuales no son favorables. Conscientes del deterioro de la situación, dicen que “se encuentran profundamente impresionados por la violencia existente entre las dos naciones: guerra civil en la región de las monstañas Nuba, el estado de Kordofan y el Nilo Azul”. Eso ocurre cuando no se escuchan las aspiraciones de los pueblos. Por ello “urgen a la comunidad internacional y a la Unión Africana para que hagan lo posible para que estos conflictos se resuelvan en la línea de los protocolos elaborados en los Acuerdos de Paz para las áreas señaladas”.

La independencia no ha resuelto, ni mucho menos, los problemas internos de las dos naciones. “Pedimos, –dicen los obispos–, transparencia y democracia en ambas naciones… todas las energias debieran orientarse al desarrollo y a la paz con sentido de servicio y responsabilidad y no a aumentar las cotas de poder y de beneficios de unos cuantos”.

La Iglesia católica invita a todas las Iglesias cristianas y creencias religiosas a “reflexionar sobre la nueva situación y trabajar en los valores que siempre ha defendido la doctrina social de la Iglesia: la dignidad humana, el bien común, el reconocimiento de derechos y deberes, la opciñón por los pobres, el cuidado de la creación, la solidaridad, la subsidariedad y la participación, la buena gobernanza y la promoción de la paz”.

Un trabajo que requiere la colaboración de todos.

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