Hay momentos que demandan decisiones impregnadas de responsabilidad y eso exige valentía. Citas con la historia que distinguen a los enanos políticos de los hombres de estado. La respuesta de la Union Europea ante lo acontecido en Túnez es a la par cobarde e irresponsable. Todos a Paris a sacarse la foto en la manifestación por Charlie Hebdo pero nadie a Tunis.
Lamentable. El atentado integrista en el país norteafricano presenta [al menos] dos lecturas. Primeramente, el Estado Islámico golpea un objetivo emblemático. Un acto fetiche. Asesinar en el país árabe más laico y occidentalizado. Paradójicamente, en el momento de la masacre, su parlamento tramitaba legislación antiterrorista. La segunda, deja claro el alto grado de movilidad física e ideológica y la capacidad para atentar que las células islamistas tienen. El riesgo es mayor – si cabe – al percatarnos que el enemigo es durmiente y ya lo tenemos dentro de los estados europeos. Permeabilidad. Así lo demuestra la cascada de detenciones a lo largo y ancho de Europa; la misma que debió haber estado junto al valeroso país africano demostrando un mayor compromiso.
Túnez tiene escasos recursos económicos y técnicos. Respaldar a sus fuerzas de seguridad es vital. Su frontera es nuestra vanguardia frente a la entrada del EI en Africa: Libia. Túnez y su calle derrocaron a Benjamín Ali y desafiando al paternalismo árabe y sus conexiones más conservadoras, evolucionaron hacia una nueva sociedad civil bajo una transición modélica para los encorsetados estándares árabes. La separación entre política y religión es tangible y eso les resulta inadmisible a los radicales. Las palabras de Beji Essebsi, presidente electo, afirmando que la democracia sobrevivirá a la amenaza de una minoría fundamentalista, merecen todo el respaldo ejecutivo y militar de Bruselas y la OTAN respectivamente. Así de claro soy. Túnez se asoma a un abismo institucional y económico pues el turismo, base de su economía, por miedo a más ataques, fluctuará a otros destinos; es el momento de ser responsables y, en plena primavera, apuntalar lo que ahora florece desde que aquel muchacho se quemara vivo en un mercado, disparándose así las llamadas revoluciones árabes.
CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.
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