El uso del meth de cristal ha aumentado durante el confinamiento por el coronavirus en Zimbabue
¿Qué es exactamente el meth de cristal?
Es un producto de la metanfetamina, una droga fuerte y altamente adictiva que afecta el sistema nervioso central; la droga tiene poderosos efectos eufóricos. Otro nombre que dan a la metanfetamina procesada es mutoriro.
Los traficantes de drogas de Harare, la capital de Zimbabue, dicen que el negocio está en auge a medida que los más jóvenes, incluso niños de la escuela, usan mutoriro: “En estos días encuentras niñas pequeñas tomando la sustancia”.
“En estos días encuentras niñas pequeñas tomando la sustancia”.
¿Por qué aumenta su uso?
Años de alto desempleo juvenil han visto a más jóvenes recurrir a drogas como la metanfetamina. Los números aumentan a medida que el bloqueo por la covid-19 los aisló de sus trabajos y su vida social habitual. Aunque la droga se ha utilizado en Zimbabue durante algunos años, su uso ha crecido en los municipios a medida que la crisis económica se apodera del país, dejando pocas perspectivas laborales para sus jóvenes. Zimbabue tiene casi un 90 % de desempleo, y los jóvenes son los más afectados.
¿Qué efectos tiene la droga?
Salomón Sigauke, uno joven drogadicto, cuenta: “Vivimos en un mundo propio. Esta droga te hará entrar en otra zona por completo; podemos pasar toda la noche hablando y divirtiéndonos”. “Puedo trabajar toda la noche sin siquiera dormirme -nos dice otro- pero ha alterado mis patrones de sueño: debido al uso excesivo, pasé de no dormir durante una semana a tardar dos días en despertarme. Además, hay que tener cuidado de no ingerir el humo porque causa dolor de estómago. Y, por supuesto, crea conflictos en las familias.
¿Es cara la droga?
Un gramo de metanfetamina cuesta 12 dólares; los vendedores pueden ganar 200 dólares al día con sus ventas. Para obtenerla, los jóvenes venden sus propiedades o roban.
¿Puede uno liberarse de esta adición?
Los pocos centros de rehabilitación privados son caros. Peace Maramba, experto en salud mental, insiste en la falta de centros públicos de rehabilitación. Con todo, se espera ayudar a más personas a través de los fondos de la Organización Mundial de la Salud.
Bartolomé Burgos